- Las editoras de El caballo de Nietzsche, Ruth Toledano y Concha López, también han sido premiadas en esta edición por dos artículos publicados en eldiario.es que denuncian la explotación de los animales en la industria alimentaria y en la experimentación y la docencia
Amigos, amigas
Me siento absolutamente honrado de recibir el premio CyO Respecto a los Animales. Muchísimas gracias.
Dejadme poner un punto de humor: me habría gustado venir a recogerlo personalmente, pero causas ajenas a mi voluntad me lo impiden. De hecho, me lo impiden mucho...
Este es un reconocimiento colectivo. A todo un país que, a pesar de las carencias que aún tenemos, ha decidido poner el respeto a los animales en la fachada principalísima de su sistema de valores.
Hay momentos en que como nación nos ponemos ante el espejo y nos gustamos.
Nos gustó cuando en la década de los ochenta hicimos la primera ley de protección de los derechos de los animales del Estado.
Nos gustó cuando en 2003, con una amplísima mayoría (abro paréntesis: los países solventes son aquellos que en cuestiones trascendentes son capaces de construir grandes consensos que los blindan a los eventuales cambios de aritméticas parlamentarias; cierro paréntesis), aprobamos la segunda ley de protección de los animales, donde, justamente, definíamos a los animales como seres con capacidad de sufrir, los sacábamos del ámbito de las cosas y les conferíamos subjetividad como depositarios de derechos. Aquella ley, también pionera, prohibía categóricamente sacrificar gatos y perros abandonados después de 20 días sin ser reclamados en los centros de acogida. Fue un paso muy importante. Una decisión que, colectivamente, fuimos capaces de mantener pese a los recortes de la crisis económica.
Y, sobre todo, nos gustó ese día en el fuimos fuimos, desde este pequeño país del sur de Europa, depositarios de los mejores valores de la humanidad y prohibimos las corridas de toros. Barcelona, capital del mundo civilizado.
Fue la ciudadanía, con decenas de miles de firmas, quien impulsó aquella medida a través de una iniciativa legislativa popular. Porque en pleno siglo XXI es inconcebible que haya espectáculos públicos basados en la muerte y el sufrimiento de un ser vivo.
Recuerdo el titular inmenso de un diario británico al día siguiente de que el Parlament hiciera aquel acto de dignidad: “Catalunya prohíbe la barbarie”. Es exactamente eso. Nos sentimos legítimamente orgullosos por ello.
Como diputado tuve el privilegio de ser ponente de algunas de estas leyes. Y, paradójicamente, como consejero de Sostenibilidad he tenido que defenderlas ante las resoluciones del Tribunal Constitucional, que pretendían volver a tiempos oscuros y lúgubres.
Y ahora nos vemos abocados a librar una nueva batalla. Desde el nacionalismo español más rancio se pretende que el maltrato de los animales sea el estandarte identitario del Estado. Y será en la juventud donde encontraremos nuestro mejor aliado para hacer una sociedad más decente, más sensible, más culta.
Nos gustamos y nos emocionamos cada día con los miles de voluntarios y voluntarias y con las decenas de entidades animalistas que ,a menudo con el único capital de su pasión, su determinación, su generosidad, hacen posible que la defensa de los animales, empapada de ternura, sea efectiva y, sobre todo, llegue a todos los rincones de Catalunya.
Como consejero, una de las primeras visitas que hice fue al refugio que la Asociación para la Defensa de los Équidos tiene en Fonollosa. ADE es una asociación con más de 300 socios que lleva 15 años haciendo labores de rescate y decomiso de animales, ha salvado más de 600 équidos, de los que para la mayoría se han tramitado adopciones responsables.
Después inauguré su refugio de Rubió. Me impresionó la mirada de aquellos caballos que algún degenerado había abandonado, maltratado, desamparado. Hoy en los refugios de la ADE encontrarán una segunda oportunidad. He pedido que la dotación económica de este galardón les sea entregada. Para que, modestamente, puedan seguir protagonizando este milagro diario que tanto los agradezco.
Gracias, otra vez, por este premio, desde el afecto y el reconocimiento más profundo al amigo Fernando Turró [presidente de la Fundación CyO], con quien tantas batallas y tantos ideales hemos compartido y compartiremos. Termino con las palabras de Gandhi: “El nivel de civilización de un pueblo se mide por el trato de dispensa a los animales”.
Seamos dignos.