Se ha convertido en una cita ineludible para todas las personas que, en cualquier lugar de España, consideran la caza una actividad cruel, innecesaria y responsable de algunas de las peores atrocidades que sufren los animales. Por undécimo año consecutivo, la Plataforma NAC (No A la Caza), formada por más de 200 asociaciones de todo el Estado, convoca manifestaciones en las principales ciudades españolas para exigir el fin de la caza y de la explotación de perros con este fin. El listado completo de ciudades que se han sumado al llamamiento, más de 40, se puede consultar en este enlace, junto a los recorridos que seguirán las diferentes marchas.
La elección del primer fin de semana de febrero para convocar la protesta no es casual. Este mes concluye la temporada de caza con galgo, una de las razas caninas que más sufren las consecuencias de esta actividad. Durante estos días se multiplica el abandono de estos perros en las zonas del país en las que se practica la caza de la liebre, principalmente Extremadura, Andalucía y Castilla-La Mancha. Miles de estos perros acaban en las protectoras, en busca de una familia que quiera darles una segunda oportunidad. Eso, en el mejor de los casos: otros muchos acabarán arrojados a un pozo, ahorcados o asesinados de un tiro en la cabeza.
Del mismo modo, las manifestaciones tienen lugar con la vista puesta en la prometida Ley de Bienestar Animal, cuyo objetivo es blindar los derechos mínimos de los animales domésticos: a la vida, a mantener sus condiciones vitales dignas y a no ser considerados objetos. Unos mínimos que, según denuncia la Plataforma NAC, desde el sector cinegético se niegan a cumplir, presionando para que los perros usados en la caza sean excluidos de esta consideración.
El drama del abandono
En ese sentido, los datos son contundentes: según la Fundación Affinity, en 2019 fueron rescatados por las protectoras 183.100 perros, siendo el 70% de ellos perros usados para la caza. En total, más de 128.000 son abandonados cada año. Y no sólo se trata de galgos: razas como el podenco, el pointer, el setter o o el spaniel sufren destinos similares. La razón hay que buscarla en causas diversas: pueden ser considerados no válidos por ser lentos o carecer de las cualidades deseadas; pueden ser cachorros indeseados o animales demasiado viejos; o, simplemente, pueden no servir para cazar. Al fin y al cabo, para los cazadores no son más que una mera herramienta.
“Pedimos la prohibición de la caza con perros y que se apruebe con extrema urgencia la Ley de Bienestar Animal para que, por fin, todos los perros tengan sus derechos y protección. También para que la ley impida la cría masiva, el abandono, la venta y explotación salvaje de estos animales y, en particular, de los perros destinados a la caza”, explica David Rubio, portavoz de NAC. “Se trata de una ley necesaria y ansiada por la mayoría de la sociedad española, que cada vez más está en contra del maltrato animal”.
En un número mucho mayor al de los perros se sitúan las víctimas de las balas. Cada año mueren abatidos en torno a unos 30 millones de animales en todo el Estado español. La caza es, también, una seria amenaza para los humanos: según la Guardia Civil, en los últimos 14 años se han producido al menos 63 muertos y 483 heridos, sin contar con los datos de Catalunya y País Vasco. No se trata sólo de cazadores: senderistas, ciclistas o buscadores de setas se cuentan entre las personas que sufren la amenaza constante de los cazadores, que hacen de la práctica totalidad del territorio español su coto particular, pese a ser menos del 1,4% de la población.
Rechazo generalizado
Los datos parecen apuntar en una dirección clara: el rechazo a la caza es mayoritario en la sociedad española. Así lo atestigua un reciente estudio de la Fundación BBVA, que visibiliza que la mayoría (9 de cada 10 personas encuestadas) cree que los animales sienten dolor, miedo y emociones similares a las de los humanos. Algo que evidencia un amplio respaldo a la posibilidad de dejar de considerar ‘cosas’ a los otros animales y que muestra, además, un profundo rechazo a la caza deportiva (con una media de 1,7 de apoyo sobre 10).
Los cazadores, por su parte, esgrimen argumentos bien distintos. También estudios que arrojan otras conclusiones. Es el caso de la encuesta realizada por GAD3 durante los pasados meses de abril y mayo de 2021, y cuyas conclusiones se publicaron en los principales medios de comunicación. Bajo el nombre de 'Opiniones y actitudes de la sociedad española ante la caza’, se llevaron a cabo 3.000 entrevistas telefónicas. Las conclusiones: más de la mitad de los españoles (el 54%) consideró que la caza es una actividad necesaria. Y el 71% aseguró que la caza es “una buena herramienta para el control poblacional animal”.
El estudio tenía dos serias carencias para cuya detección había que leer entre líneas: la mayoría de las entrevistas telefónicas se realizaron en tres comunidades autónomas (Castilla-La Mancha, Andalucía y Madrid), que coinciden con las que cuentan con una mayor presencia de cazadores. En segundo lugar, y aún más importante, el estudio fue encargado y pagado por la Fundación Artemisan, lobby formado por Federaciones de Cazadores de toda España, propietarios de cotos privados, empresas relacionadas con la actividad cinegética y aficionados particulares.
Una minoría armada
El uso de la palabra lobby no es casual: en España, los cazadores ostentan un poder inmenso. El 87% de la superficie del país forma parte de algún coto de caza, en un porcentaje que ha aumentado un 12% en la última década. España es el segundo país europeo en número de licencias, con 743.600, sólo superado por Francia. Un número que se traduce en el hecho de que dentro de nuestras fronteras hay casi 3 millones de armas legales (un 75% de ellas, escopetas), lo que equivale a 1 por cada 16 habitantes. Todo ello se traduce en dinero: el sector de la caza mueve cada año más de 6.500 millones de euros y genera unos 200.000 empleos, según el estudio ‘Impacto económico y social de la caza en España’, elaborado por Deloitte y la citada Fundación Artemisan.
Ante el poder del dinero, la respuesta de la gente. Desde NAC se llama a la población a participar masivamente en las convocatorias de este domingo. “Debemos acudir para pedir al Gobierno que ponga medidas de cara a atajar el grave problema de maltrato y abandono de estos perros destinados a la caza en España”, apunta David Rubio. “La sociedad lo lleva pidiendo muchos años, y es hora de que los políticos sean valientes y no cedan ante las presiones de los cazadores”. De cara al futuro, David es optimista. “El fin de la caza está cerca. Se trata de una práctica cada vez más residual que genera un gran rechazo entre la población”. Un rechazo que, este domingo, volverá a mostrarse en las calles.
Se ha convertido en una cita ineludible para todas las personas que, en cualquier lugar de España, consideran la caza una actividad cruel, innecesaria y responsable de algunas de las peores atrocidades que sufren los animales. Por undécimo año consecutivo, la Plataforma NAC (No A la Caza), formada por más de 200 asociaciones de todo el Estado, convoca manifestaciones en las principales ciudades españolas para exigir el fin de la caza y de la explotación de perros con este fin. El listado completo de ciudades que se han sumado al llamamiento, más de 40, se puede consultar en este enlace, junto a los recorridos que seguirán las diferentes marchas.
La elección del primer fin de semana de febrero para convocar la protesta no es casual. Este mes concluye la temporada de caza con galgo, una de las razas caninas que más sufren las consecuencias de esta actividad. Durante estos días se multiplica el abandono de estos perros en las zonas del país en las que se practica la caza de la liebre, principalmente Extremadura, Andalucía y Castilla-La Mancha. Miles de estos perros acaban en las protectoras, en busca de una familia que quiera darles una segunda oportunidad. Eso, en el mejor de los casos: otros muchos acabarán arrojados a un pozo, ahorcados o asesinados de un tiro en la cabeza.