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Jordi Casamitjana, zoólogo vegano: “Mi caso puede ser el inicio de una nueva fase para el veganismo: la de la política y la legislación”

Desde el pasado 3 de enero, Jordi Casamitjana no para de dar entrevistas. La propia CNN estaba, junto a periodistas de todo el mundo, esperándole a la salida del juicio celebrado en Norwich, Reino Unido, para conocer su reacción ante su primera victoria en el proceso legal en el que lleva meses inmerso: que el juez haya reconocido el veganismo ético como una creencia filosófica y, como tal, protegida por la británica Ley de Igualdad 2010.

El juez Robin Postle dictaminó que el veganismo ético cumple con los criterios establecidos por dicha ley para que una característica sea protegida: “Es digno de respeto en una sociedad democrática, no es incompatible con la dignidad humana y no entra en conflicto con los derechos fundamentales de los demás”. Una sentencia histórica para el colectivo vegano.

Toda la defensa de tu caso gira en torno al concepto de veganismo ético. ¿Cómo lo definirías y en qué se diferencia de otras formas de veganismo?

El veganismo ético es el que sigue la definición original que dio la Vegan Society en 1948: un estilo de vida en el que se intenta evitar cualquier explotación animal, ya sea en alimentación, entretenimiento, vestimenta, etc. Después de los años, hay gente que ha adoptado solo una parte, la que se refiere a la comida. Por supuesto, nadie tiene la propiedad de la palabra y se puede usar como se quiera pero, para evitar esta confusión y distinguirlo de lo que sería únicamente una dieta vegana, usamos el concepto de veganismo ético.

¿Cómo crees que va a afectar la sentencia y en qué ámbitos?

Mucho más de lo que la gente piensa. La Ley de Igualdad 2010, inicialmente creada para el ámbito laboral, prohíbe la discriminación de las personas por estado civil, raza, discapacidad, religión y creencias filosóficas no religiosas, entre otras características. Todo eso está protegido, pero la ley va más allá, no se detiene solo en las empresas, sino que alcanza a los servicios públicos. Esto incluye escuelas, hospitales o prisiones.

En general, creo que habrá más veganos que se sentirán más seguros de sí mismos y podrán expresarse de forma más libre. Cada vez habrá más conversación sobre el tema, con menos burlas y más respeto. Así mejorará la situación de los animales y del medioambiente, tan degradado por la industria de la explotación animal, y también la salud de la gente. Las repercusiones son inmensas.

Nos encontramos, entonces, ante una puerta abierta con muchísimas posibilidades para los animales y para el planeta.

Así es, y aunque por ahora solo afecta al Reino Unido, el hecho es que hay veganos, animales y discriminación en todo el mundo, por lo que la idea es aplicable en todas partes. Por eso el caso está despertando tanto interés.

Por otro lado, no es coincidencia que esto haya sucedido en Reino Unido, porque es casi el lugar perfecto para algo así. Desde el punto de vista histórico, porque el veganismo como concepto se acuñó aquí (aunque por supuesto existían veganos mucho antes en la historia) y porque la explosión del veganismo hace que cada vez haya más gente sensibilizada, hablando y aprendiendo sobre el tema. Personas como el juez, que quizás hace veinte años hubiera emitido un fallo distinto, porque no habría conocido en tanta profundidad el concepto como lo conoce hoy.

Yo, por mi parte, hace diez años habría tenido bastante más dificultades para obtener mis 1.400 páginas de evidencias. Hoy ya contamos con multitud de investigaciones y resultados de estudios sobre medio ambiente o salud.

Las repercusiones se irán viendo con el tiempo, pero parece claro que este precedente legal es una herramienta potente que debemos usar bien.

Sí, es un elemento casi simbólico el hecho de que un país haya reconocido el veganismo como una creencia filosófica que no es inferior de ninguna manera a cualquier otra creencia. No es una opinión o una moda, sino que se reconoce como una filosofía contundente que tiene un papel importante en el mundo democrático de hoy.

Es como decir a todos los veganos del mundo, sí, vuestra creencia es tan importante como cualquier creencia que haya existido en la historia de la humanidad.

¿No crees que la sentencia puede provocar en ciertos sectores una respuesta aún más negativa contra los veganos, como dejar de contratarles como quien deja de contratar a mujeres por miedo a que se queden embarazadas?

Precisamente, lo que hace mi caso es evitar lo que acabas de mencionar. Lo que tú dices ya pasa, ya está pasando, la veganofobia existe. Pero hoy en día, si te discriminan porque eres vegano, lo hacen porque saben que no hay consecuencias. Con mi caso estamos protegiendo al veganismo, y todos aquellos veganófobos que están en disposición de discriminar a alguien se lo tendrán que pensar dos veces. Lo que significa, por tanto, es mayor protección.

Puede ser que los antiveganos estén más enfadados porque hemos avanzado en este tema. De la misma manera que los misóginos estuvieron muy enfadados cuando las mujeres consiguieron el voto o los blancos del sur de Estados Unidos estuvieron muy enfadados cuando se prohibió la esclavitud. Pero su enfado no tendría que ser ninguna excusa para no abolir la esclavitud, acabar con el machismo y luchar contra la discriminación a los veganos.

¿Por qué crees que existe esa veganofobia?

Lo que no conocemos nos da miedo. En realidad, fobia significa miedo, y la génesis del odio al diferente siempre es el miedo. Observar algo que te es extraño, que no sabes cómo funciona, te genera miedo, y el miedo puede transformarse en odio.

El proceso siempre es el mismo: primero te ignoran completamente, luego se burlan de ti, luego hacen juicios contra ti, después viene la discriminación y finalmente, el odio. Este proceso forma parte de la naturaleza humana con cualquier cosa que considera “rara”. Para pararlo hay que parar por los estadios intermedios, y uno de ellos es el que comentaba de la discriminación. Si lo paras ahí, evitarás que esa veganofobia que se está desarrollando acabe siendo odio y violencia.

Y se conseguirá normalizar el veganismo.

Será lo mismo que cualquier minoría protegida. Siempre habrá una parte de la población que nos odiará, pero esa parte estará controlada por el sistema legal.

¿No te parece problemática la comparación que se está haciendo con la religión y que se usa, en muchas ocasiones, para desprestigiar a los veganos?

Esa es una de las críticas que más se ha hecho en mi caso, pero es simplemente un error. La Ley de Igualdad 2010 incluye nueve características protegidas, una de ellas es la edad, otra el sexo, otra es la religión y otra la filosofía no religiosa.

Es como si me dijeras que mi caso intenta transformar el veganismo en un género o en una opción sexual. No, no tiene nada que ver, aunque están en la misma ley todas esas características son diferentes. Por otro lado, el proceso por el que yo tuve que pasar de convencer al juez no lo tiene que pasar una religión, pues una religión está automáticamente protegida. Eso muestra que estamos hablando de creencias no religiosas, es decir, lo contrario de religión.

Muchos medios utilizan los avances en la protección a los animales para ridiculizarnos. ¿Te ha ocurrido también a ti?

Te pondré un ejemplo, algunos reportajes sobre mi historia son erróneos y dicen cosas como que yo nunca voy en autobús. Sacaron una frase de mi testimonio y la transformaron completamente para hacerme parecer un bicho raro y que la gente diga: estos están locos.

Lo que es verdad es que cada vez que yo tengo que viajar a cualquier lugar tengo varios transportes para escoger y esa decisión, como todas las demás, esta condicionada por mi filosofía vegana, así que intento informarme de cuál es la mejor opción para afectar lo menos posible a los animales. Cuando lo miras desde este punto de vista parece una cosa racional, sensible y responsable, pero cuando lees algunas cosas que escriben sobre mí parezco un bicho raro.

Llevando tiempo en el punto de mira de los medios, supongo que ya estás acostumbrado.

La verdad es que la cosa está mejorando, porque ya hace un año y medio que estoy con este proceso y la gente comienza a entender. El hecho de que haya ganado también ayuda, porque mucha gente estaba convencida de que no se podría ganar, de que era una cosa impensable proteger el veganismo. Ahora se dan cuenta de que tienen que repensarlo otra vez porque parece ser que el sistema ha aceptado lo que ellos consideraban inaceptable. Así que voy viendo más información y rigor de los periodistas con el tema.

¿Cuánto tiempo llevas siendo vegano? ¿Qué cambios has visto desde entonces?

Hace 18 años que soy vegano y todo era muy diferente, sobre todo en lo que se refiere a las facilidades para encontrar alternativas. Reino Unido es uno de los países en donde ser vegano es más fácil. Por ejemplo, solo en Londres, hay más de 100 restaurantes veganos, sin contar vegetarianos. El cambio es impresionante. El número de veganos se está duplicando cada dos años y, en poco tiempo, vamos a llegar al 3% de la población. En el Parlamento que cambió recientemente había cinco miembros veganos. El veganismo está creciendo en todas partes y yo soy un privilegiado por estar en uno de los mejores lugares del mundo en ese sentido.

¿Qué implica ese crecimiento para el movimiento?

Estamos en el momento oportuno para un nuevo cambio. Yo lo describo como el primer paso hacia una nueva fase, que es la etapa de lo que en inglés se llamaría policy: parte política y parte legislativa y normativa.

Vamos a pasar de una situación en que la principal tarea del activismo vegano era informar a la sociedad para que cambiase su propia conducta y empezamos una nueva fase en la que hay que empezar a crear leyes, regulación, que tenga un efecto mucho mayor, sin tener que esperar a que la mayoría de la población se convierta en vegana. Esta nueva fase tiene que empezar en algún país, de alguna manera, y puede que mí caso abra una puerta a ese nuevo horizonte.

¿Qué fue lo que te movió hace 18 años a hacerte vegano?

Soy uno de los pocos veganos en los que puedes investigar directamente qué paso en mi cerebro cuando me convertí en vegano porque escribí un novela durante aquel proceso, The demon's trial, bajo el seudónimo J. C. Costa. En aquella época trabajaba en protección animal y no era vegano, con lo que tenía un conflicto interno.

Decidí irme a una isla en el Mar del Norte durante 23 días, sin ningún contacto humano, y escribí la novela. Llegué a la isla como carnívoro y volví como vegano. Intenté poner toda mi racionalización y todos mis argumentos sobre la mesa. Los analicé y vi lo débiles que eran los argumentos que me decían que no podía ser vegano.

De eso acaba de hacer 18 años, el 1 de enero. Escribí la novela y la publiqué. Es ficción, pero está basada en mi vida y se ve ese proceso en el que te empiezas a dar cuenta de que tu relación con los animales y con el medio ambiente debe cambiar. El juicio del demonio, siendo el demonio yo y el juzgado todos los animales a los que les hice lo que no les debía haber hecho cuando era joven.

Aparte del precedente que acabas de sentar, la ley SB 1138 de California dice que los hospitales, centros de salud y prisiones estatales tienen que ofrecer opciones de comidas veganas y vegetarianas a aquellas personas que las soliciten. ¿Conoces normativas similares en otros países?

Sí, Portugal también tiene una ley que obliga a los comedores de cualquier institución pública a ofrecer una opción 100% vegetal. Pero desde el punto de vista legal no se ha hecho mucho, un poco aquí, un poco allá. Por eso es tan importante abrir esa puerta. De hecho, me está contactando gente de todas partes del mundo con ideas y casos similares al mío. Las consecuencias serán positivas.

Nota: Para consultar el estado del juicio y colaborar con el pago de honorarios de los abogados, se puede consultar la plataforma CrowdjusticeCrowdjustice

Desde el pasado 3 de enero, Jordi Casamitjana no para de dar entrevistas. La propia CNN estaba, junto a periodistas de todo el mundo, esperándole a la salida del juicio celebrado en Norwich, Reino Unido, para conocer su reacción ante su primera victoria en el proceso legal en el que lleva meses inmerso: que el juez haya reconocido el veganismo ético como una creencia filosófica y, como tal, protegida por la británica Ley de Igualdad 2010.

El juez Robin Postle dictaminó que el veganismo ético cumple con los criterios establecidos por dicha ley para que una característica sea protegida: “Es digno de respeto en una sociedad democrática, no es incompatible con la dignidad humana y no entra en conflicto con los derechos fundamentales de los demás”. Una sentencia histórica para el colectivo vegano.