Afirman en su libro, No matarás, (Akal, 2019), que lo más difícil de hacerse veganas fue la parte social. En sus canal de Youtube, Reinas y Repollos suman casi 50.000 seguidores que siguen con atención sus vídeos sobre recetas y consejos prácticos para llevar una vida más vegana y con menos residuos. A ritmo de música clásica, Jessica y Carla educan sobre diversos temas relacionados con el activismo por los derechos de los animales y ecologista.
Son prolíficas: Ahora mismo tienen un podcast, Chicas Tristes; un proyecto sobre arte, Crajes, donde pintan cuadros hiperrealistas, delicados y con un punto gamberro; su tienda, Rebellum Store, donde venden artículos relacionados con el mundo zero waste; su blog, con sendos canales de Youtube y de Instagram, Reinas y Repollos, en el que comparten recetas y reflexiones con la misma facilidad; y finalmente, su recién parido primer libro No matarás, un libro de cocina con un manifiesto que no deja indiferente a nadie.
Hablamos con Jessica y Carla sobre activismo, veganismo, arte y mucho más.
¿Cuánto tiempo lleváis haciendo activismo antiespecista?
No nos hemos definido nunca así, aunque nos consideramos antiespecistas. Es como cuando te dedicas al arte, nunca sabes si te puedes llamar artista. Imagino que por el respeto que le tienes a la palabra en cuestión. Cuando nos hicimos veganas (hace más de 6 años) teníamos una idea del veganismo en la cabeza que ha resultado ser errónea. Asociamos de manera directa la lucha por la liberación animal al veganismo. Con el paso del tiempo y el análisis del movimiento nos dimos cuenta de que eso era un error, que el análisis debía ser más exhaustivo y que no todo el mundo se hace vegano por ese motivo.
El veganismo nace de la necesidad de distinguirse del vegetarianismo y por definición sería un movimiento no violento que se centra en el consumo individual. Esto hace que la liberación animal enfocada desde ahí sea muy complicada, ya que estas dejando en manos del consumo (y por tanto del mercado) la lucha por los derechos animales, cosa que nunca ha resultado. Los opresores nunca han cedido derechos porque era lo correcto o lo justo, por lo que nos dimos cuenta de que a nivel individual ser vegano es una consecuencia de no querer contribuir de manera directa a la violencia hacia otros animales. Puede ser un punto de partida para plantearnos cómo funciona el mundo en el que vivimos, la famosa pirámide que el neoliberalismo nos dice que está en nuestras manos poder escalar y que si no lo hacemos es exclusivamente nuestra culpa.
Pero es importante no quedarnos solo en eso y analizar los movimientos a los que pertenecemos para plantear debates. Esa la única manera de hacer crecer los movimientos y que éstos tengan unos buenos cimientos que no hagan que se tambaleen a la mínima sacudida.
Todas sabemos que los movimientos subversivos están mirados con lupa por la sociedad para aprovechar la mínima flaqueza para hacerlos caer. Los cambios no gustan, y menos a un sistema socioeconómico como el que tenemos, que busca precisamente acabar con lo colectivo para hacer crecer la individualidad y así asegurarse que la gente no tenga una red segura con la que poder revolverse contra el propio sistema.
No se si te hemos contestado. La cuestión es que nos gusta más definirnos como “en la lucha por la justicia animal, social y climática”, ya que activistas no es algo que nos debamos considerar nosotras. Y creemos que el pensamiento crítico (que no tiene nada que ver con criticar) es una de las herramientas más poderosas que tenemos para conseguirla.
¿Desde cuándo no nos mantenemos pasivas ante las injusticias? Te diría que desde nunca.
¿Llegasteis al antiespecismo desde el feminismo, o al revés? ¿Qué le falta al feminismo occidental con respecto a los otros animales?
Adquirimos antes la conciencia por la lucha social (y por lo tanto, feminista) que por los derechos de los animales no humanos. Imagino que es algo común. Las opresiones del patriarcado te tocan de cerca cuando eres mujer, obrera y de la comunidad LGTBI+. Al final estás luchando por un sujeto político que eres tú misma.
En cambio, en la lucha por la liberación animal la cosa cambia mucho. En este caso el sujeto político es otro, los animales, y tú debes hablar/luchar por ellos, cosa muy difícil cuando no eres tú el que sufre la opresión. Vemos muy claro que es la lucha más difícil que se puede emprender porque en ocasiones solemos caer en el antropocentrismo olvidando al verdadero sujeto político. Y damos por buenas aplicaciones prácticas que no daríamos por buenas si fuéramos nosotras las víctimas directas. Es algo que nos preocupa. Como toda lucha subversiva sabemos que no se puede cambiar de la noche a la mañana, pero creemos que ceder en cosas que no cederíamos (ni se nos pasaría por la cabeza) con otras luchas no es el camino a seguir.
Todas las opresiones tienen un hilo común que nos debe unir. Pero, a la vez, todos los movimientos son muy distintos entre sí. Eso no debe ser un impedimento para poder luchar juntas. Nos hace mucha gracia cuando en el feminismo se habla de Angela Davis y siempre se pasa por alto que es vegana (además de una activista feminista y por los derechos civiles). Parece que cuando los privilegios los tenemos nosotras no hace falta revisarlos.
Hay una frase de Alice Walker, autora de El color púrpura, que nos parece muy ilustrativa: “Cuando un día hablábamos sobre la libertad y la justicia estábamos sentados ante filetes. Estoy comiendo miseria, pensé para mí cuando tomé el primer bocado, y lo escupí”. Creemos que el feminismo debe ser antiespecista. Estamos viendo que muchas feministas lo están considerando y se están dando cuenta de lo unidas que están esas opresiones y de que no se puede luchar contra una sin luchar contra todas si realmente se quieren cambiar las cosas.
Sigue habiendo sectores del feminismo (más amplios de lo que nos gustaría) que ni siquiera se lo plantean y caen en las mismas estrategias de ataque que usa el patriarcado contra el feminismo como tacharnos de locas radicales (cosa que nos ha pasado debatiendo en Twitter). Recordemos a la gran Lorde: “Las herramientas del amo nunca destruirán la casa del amo”. No nos equivoquemos de lucha. Estar abiertas al debate, al diálogo y a la deconstrucción es importante, y vital, para conseguir nuestros objetivos.
No colaboráis con ONG antiespecistas, ni santuarios, ni militáis en ningún partido. Sin embargo, vuestro activismo y política están siempre presentes. ¿Cómo lo hacéis?
Estás suponiendo que no lo hacemos, pero, como dijimos el otro día en Instagram, no todo lo que hacemos sale en redes. Hay muchas cosas que no publicamos en redes y siguen estando presentes en nuestra vida. Por otro lado, creemos que no hace falta militar en un partido político para hacer activismo o actuar políticamente. Y creemos que esta es la manera más efectiva.
Las luchas sociales nacen de la inquietud, las ganas de cambiar las cosas que no nos gustan. Es por eso que creemos que se pueden tejer redes más fuertes a nivel local y comunitario para poder aplicar cambios de manera más efectiva. La democracia directa puede ser una vía más participativa y colaborativa de tomar decisiones que miren por las personas. Y, por otro lado, vemos la necesidad de plantear debates, abrir melones que, por algún motivo, el veganismo más mainstream es reticente a abrir, imaginamos que para no resultar incómodo al sistema. Dentro de lo normativo siempre se vive más cómodo pero no más libre. No debemos olvidar que cualquier lucha subversiva debe resultar incómoda, debe remover las cosas para lograr cambios.
Sois también muy críticas con el movimiento de derechos animales actual. ¿Nos podéis contar cuál es la parte que más os preocupa?
No somos muy críticas con el movimiento de los derechos animales, somos muy críticas con el veganismo vendido a los mercados, ya que nos parece que nunca se han conseguido derechos para nadie cumpliendo los estándares de mercado y formando parte del problema. Un sistema económico liberal jamás podrá aspirar a la liberación animal, ni de humanos ni de no humanos. Creemos que falta mucho debate, ganas de cambiar las cosas. Vemos una parte del movimiento muy acomodada en elogiar a grandes empresas mientras se olvidan del sujeto político. Esta estrategia no funciona. No cambia las cosas para los animales.
Tenemos un claro ejemplo en el movimiento ecologista. En los 70 se consiguieron muchas victorias con legislaciones a favor de la protección del planeta. La mayoría, gracias a la lucha de lo que Joan Martínez Alier (economista) llamó 'ecologismo de los pobres', pequeñas comunidades que lucharon sin descanso para proteger las zonas donde vivían. Pero con la llegada de los 80 todo cambió. Esa edad de oro que vivió el ecologismo se fue al traste con la entrada al poder de Ronald Reagan en los Estados Unidos y la ideología neoliberal extrema se impuso sin miramientos acabando con los avances conseguidos.
El movimiento verde no quería quedar en la marginalidad del sistema después de los logros conseguidos en los 70, ni perder las subvenciones que recibían de algunas organizaciones, así que se reinventaron en lo que ellos mismos llamaron 'ecologistas modernos', es decir, ecologistas neoliberales vendidos al mercado. No hay que olvidar que Reagan se cargó todas las legislaciones. Cargo contra el informe 'Los límites del crecimiento' y hacía una sorna constante de todo lo que se acercara al ecologismo. Él mismo dijo: “Un árbol es un árbol ¿Cuántos más necesitas ver?”.
Esa idea de resultar “simpáticos” a las grandes empresas en pleno auge de la ideología neoliberal hizo un daño irreparable a la lucha ecologista. Y esa idea moderna proempresa se está aplicando de igual manera en el veganismo. El activista climático George Marshall escribió: “Imagínense que alguien acudiera a ustedes con una nueva campaña contra el tabaco. Imagínense que, en ella, se mostrasen imágenes muy gráficas de personas muriendo de cáncer de pulmón rematadas con la recomendación siguiente: 'Estar sano es fácil; fume un cigarrillo al mes'. Sabríamos al momento que esa campaña sería un fracaso. El objetivo perseguido es tan ridículamente nimio y la desproporción entre las imágenes y el mensaje es tal que la mayoría de fumadores se lo tomarían en broma”. Pues eso es lo que nos parece está pasando con el veganismo y la crisis climática.
Hacer campaña a favor de los grandes explotadores y de las empresas más contaminantes, en vez de ejercer presión para que éstas reduzcan sus emisiones o dejen de explotar animales, personas y tierras es, a nuestros ojos, una mala idea fruto del neoliberalismo.
Sois muy prolíficas y lo hacéis todo juntas. ¿Cómo os organizáis el trabajo entre vosotras?
Nos conocemos muy bien. Sabemos lo que se nos da mejor a cada una y enfocamos nuestra energía, creatividad y tiempo en eso. Debatimos mucho entre nosotras y buscamos la mejor manera de plasmar lo que pensamos y cómo creemos que se podría llevar a cabo. Nos equivocamos en muchas cosas y en otras acertamos, pero siempre estamos maquinando y haciendo nuevos proyectos, quizás hasta demasiados. La verdad, no somos muy organizadas. Es algo en lo que tenemos que trabajar.
Sois casa de acogida también. ¿Cómo es la experiencia?
Sí, hemos acogido perritos, la mayoría cachorros, y también gatos. Es duro porque en muchos casos llegan muy mal, tanto física como anímicamente, y debes hacer que confíen de nuevo en los humanos. Pero, por otro lado, es precioso. Verlos cómo evolucionan día a día, cómo mejoran y lo agradecidos que son. Siempre animamos a la gente a que haga acogidas. Es una labor muy necesaria. Por desgracia en España se abandonan muchos animales y los refugios y protectoras no pueden con toda la carga. Las casas de acogida alivian esa carga y le dan la oportunidad a ese animal de encontrar una familia definitiva.
También criticáis la historia del arte por estar plagada del punto de vista de “hombres blancos, aristócratas o burgueses o religiosos”. ¿Cómo le acercáis a vuestro público un punto de vista diferente?
Nos gustaría recalcar que no criticamos la Historia del arte, más bien la analizamos. Es una realidad que tanto la Historia como la Historia del arte van ligadas a señoros burgueses blancos y, en muchas ocasiones, a la religión. La historia siempre está escrita por quien tiene el poder. No se trata de puntos de vista, más bien de recuperar aquellos pedazos de la historia que una minoría social se encargó de borrar. Los referentes son muy importantes y no es casualidad que vayan desapareciendo de libros y estudios académicos. Lo que no se ve no existe, o al menos eso dicen.
Muchas veces habéis comentado que es muy difícil vivir del arte ahora. Sin embargo, aún exponéis en algunos sitios y vuestro arte está más vivo que nunca a través de Crajes y vuestros otros proyectos. ¿Cómo os financiáis?
Vivir del arte siendo mujer y de clase obrera siempre ha sido difícil. Comenzamos con un corto de animación experimental que nos costó un euro y un año de trabajo. No teníamos contactos en el mundo del arte, así que partíamos desde cero. Nuestras primeras exposiciones fueron en Los Ángeles, y a partir de eso se nos abrieron algunas puertas en Barcelona. Así comenzamos. Llevamos diez años en el mundo del arte, lo conocemos muy bien.
Con el paso del tiempo y cuando llegamos a exponer en algunas de las galerías más importantes del mundo nos dimos cuenta de que el mercado del arte no nos hacía felices. No nos representaba, y nuestra idea de cambiar conciencias a través del arte era muy difícil en la práctica.
Seguimos trabajando con algunas galerías (Filipinas, Alemania, Barcelona…) pero nos lo hemos planteado de manera más pragmática para evitar la ansiedad. Hemos diversificado, y eso nos ha venido bien para focalizar nuestra energía. Nos financiamos de nuestro trabajo. Hacemos muchas cosas distintas de las que conseguimos ingresos para poder sobrevivir. Y, por supuesto, seguimos creando y vendiendo nuestras piezas a aquellas interesadas en comprarlas.
Cargáis contra el capitalismo de forma habitual. ¿Es incompatible vuestra postura con ser imagen de la campaña #WeAreANewWorld de Absolut?
Nos da las sensación de que te parecemos un poco gruñonas. Jejejeje. Para nada. Volvemos a la frase de Audre Lorde a la que ya hemos hecho referencia, “las herramientas del amo nunca destruirán la casa del amo”. No se puede destruir la casa del amo con las herramientas del amo, pero sí usar la casa del amo con herramientas distintas. De lo contrario, todos los activistas seríamos Unabomber. Y aunque haya campañas de Think Tanks negacionistas (Heartland) que así lo quieran mostrar, no es una realidad objetiva, aunque sí lo fácil de creer.
Entonces, limitáis mucho la colaboración de marcas en vuestro perfil. ¿Cuál es vuestro criterio para decidir con quién trabajáis?
Sí, el 99% de las colaboraciones que nos llegan las rechazamos. De las últimas cinco hemos rechazado cuatro, y no es que andemos sobradas de dinero, que no es el caso. Para que se pueda entender bien: Cualquier empresa cuyo principal motor económico sea la explotación animal no entra dentro de nuestra política. Aunque el producto en cuestión sea vegetal. Eso nos cierra muchas puertas, lo sabemos. No nos consideramos influencers, más bien creadoras de contenido. Es por eso que animamos a la gente que aprecia nuestro trabajo a usar plataformas como Patreon para financiar nuestro contenido. De esa manera todas ganamos y conseguimos un contenido libre de la influencia de las empresas. Es una manera muy buena de crear comunidad. Nosotras tenemos como política hacerlo y lo hacemos con mujeres creadoras, ya que por desgracia consiguen un apoyo mucho menor en estas plataformas.
Con la COVID-19 muchos negocios pequeños y veganos van a tener que cerrar. ¿Os ha afectado al trabajo que hacéis en Rebellum Store?
Mucho. Nosotras centramos la política de Rebellum en la fabricación directa de cantidades pequeñas para no generar stock sobrante. Con la pandemia no ha sido posible fabricar, lógicamente, por lo que se ha quedado todo frenado. Es un momento duro para las pequeñas emprendedoras. La pandemia nos ha puesto entre la espada y la pared y debemos escoger el rumbo que queremos tomar como sociedad.
Pancakes, gofres, nuggets, helados, bocadillos... la comida más variada y rica en versión vegana. ¿Cuándo empezasteis a cocinar 100% vegetal y por qué?
Comenzamos al hacernos veganas. Siempre nos ha gustado cocinar, pero al hacernos veganas se nos abrió un mundo de posibilidades que no contemplábamos. Hemos descubierto un montón de ingredientes que no sabíamos que existían y a día de hoy seguimos aprendiendo y conociendo un montón de productos o usos de productos. A cualquier persona que le guste cocinar la cocina vegetal le da un montón de posibilidades y alegrías.
A raíz del canal de YouTube de recetas y de los miles de seguidores que tenéis en redes, llegó el libro. ¿Fue fácil convencer a la editorial para incluir no solo recetas?
Habíamos tenido la posibilidad de hacer el libro antes, pero no sentíamos que fuera el momento. Teníamos a más editoriales interesadas, pero ya sabemos que a veces no te dejan la libertad de poder hacer tu libro como quieres, por lo que no queríamos perder nuestra esencia por hacer un libro. Nuestra idea siempre ha sido la de hacer un libro del que estemos orgullosas. Cuando Akal nos contactó nos gustó mucho la idea. Ya teníamos libros de la editorial y sabíamos que eran muy valientes. Desde el principio le fuimos muy claras a Jesús, nuestro editor. Y nos dijeron que sí, que les gustaba esta parte guerrillera de nosotras y que no pensaban en hacer un libro de recetas sin más. Así que fue muy fácil.
¿Y sobre el título, No matarás, os pusieron alguna pega?
Teníamos ese run run al decirles que queríamos poner No matarás al libro. Nosotras lo teníamos muy claro y le explicamos a Jesús nuestra idea y el sentido que tiene el nombre con el libro y lo que éste explica. Supongo que nuestra ilusión se le contagió, porque nos ha dado plena libertad y nos ha apoyado en todo el proceso. Estamos muy orgullosas del resultado y de lo fácil que nos lo han puesto, a pesar de que en ocasiones hemos sido un grano en el culo. Sobre todo con la maquetación.
En el libro decís: “A veces dar un paso atrás supone avanzar varios”. ¿Puede ayudar la teoría del decrecimiento a la situación actual que vivimos de emergencia climática o ecocidio?
Estamos ante un sistema que no funciona. Un sistema basado en el crecimiento constante en un planeta que no permite ese crecimiento necesario para que el capitalismo voraz siga engullendo recursos. Como decimos en el libro, hay un informe, 'Los límites del crecimiento', de 1972, que ya nos estaba avisando del colapso que sufriría el sistema. Un informe que fue ninguneado por el poder porque hacerle el caso pertinente supondría tener que reestructurar todo el sistema. Un sistema que les es muy favorable.
Lo que está en juego es la civilización. La pandemia actual ha puesto de manifiesto lo mal que lo hemos hecho y puede servir de punto de inflexión para decidir qué camino tomar. Eso no pasará sin luchar. El sistema actual (neoliberalismo) fomenta la individualidad. Ya lo decía Thatcher: “No existe la sociedad, solo el individuo”. Esa idea ha quedado enraizada en la sociedad que conocemos ahora.
Frente a una sociedad donde el ego y el egoísmo es la máxima, crear comunidad y anteponer lo social a lo individual es una responsabilidad colectiva. Debemos defender lo público y ser conscientes de que la crisis climática no va a afectar a todos por igual. Es más, hay un 1% de la sociedad que ganará dinero con esta crisis, como ya lo han hecho con la pandemia. No podemos creer que los que fomentan el caos cambiarán las cosas. Nunca ha sido así.
Martin Luther King Jr. dijo en 1967: “Nosotros, como nación, debemos llevar a cabo una revolución radical de los valores. Debemos dejar de ser una sociedad orientada a las cosas para ser una sociedad orientada a las personas. Mientras las máquinas y las computadoras, el ánimo de lucro y los derechos de propiedad sean para nosotros más importantes que las personas, nos resultará imposible vencer al formidable trío que forman el racismo, el materialismo extremo y el militarismo”. Parece mentira que se pueda aplicar íntegramente en el 2020, ¿no?
Habladnos del método OPA. ¿No os cansáis a veces de actuar? ¿Cómo actuáis también frente al burnout?
Sí, muchas veces no vemos la salida. Nos dan ganas de tirar la toalla. Pero no sabemos hacernos las ciegas. No sabemos hacer que no vemos las cosas, aunque eso sea lo cómodo. Es verdad que en ocasiones tenemos que buscar estrategias para proteger nuestra salud mental, pero nuestra idea no es dejar de luchar.
El método OPA es muy sencillo. Significa observar, pensar y actuar. Y creemos que son los pasos a seguir cuando vas a entrar a formar parte de cualquier movimiento, y en la vida en general. Los marcos teóricos son importantes, aunque no inamovibles, pero debes conocerlos para poder darles unas vueltas. Es por eso que no hablamos únicamente de actuar, aunque nos parece que los dos pasos anteriores sin actuar pierden un poco el sentido.
Decís en el libro: “Esa red se torna poderosa si todos nos centramos en lo que mejor se nos da”. ¿Cómo habéis encontrado vosotras este lugar de genio?
No somos muy proclives a la idolatración, creemos que es mala para los movimientos. Somos más del No gods no masters. Como decimos en la frase que mencionas, hablamos de tejer redes. Lo buenos de esto es que todos los nodos son importantes, no hay uno más importante que el resto, por lo que no sea crean jerarquías. Hacer lo que se te da mejor siempre es un plus, porque pondrás todo tu potencial y te sentirás arropada.
La venta y gira del libro se ha visto interrumpida por la Covid-19. Teníais previstos bolos en Madrid y Barcelona, ¿cómo lo estáis promocionando ahora?
Sí, ha sido una pena no poder hacer las presentaciones previstas. Estamos dándole vueltas al tema. Siempre hace ilusión conocer a las personas que apoyan nuestro trabajo pero en estos momentos hay que reinventarse. Estamos preparando nuevos videos para el canal y aprovecharemos para hablar del libro.
El título de vuestro podcast es muy llamativo. ¿Por qué Chicas Tristes?
En el primer capítulo nos centramos en explicar el nombre del podcast. Mucha gente nos ha llamado “chicas tristes”. El pensamiento crítico no está muy valorado. En el caso de ser un hombre muy probablemente no se le denominaría así. Seguramente viene del “calladita estás más guapa” y de toda la vorágine misógina que ha bañado la historia, desde la brujas pasando por las histéricas lobotomizadas y acabando por las feminazis, expresión muy usada en la actualidad.
¿Un deseo para el futuro más inmediato?
El único deseo que tenemos es tener más tiempo. El resto son objetivos.