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Aguja Roja. Dos vías de “iniciación riglera”

La Aguja Roja

Por Álex Puyo Abadía y Adriano Martín Cófreces, “Pincho”

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Hablar de los mallos de Riglos es hablar de la historia de la escalada en España. Como en otras ocasiones, tengo la inmensa suerte de conocer al probablemente mejor historiador-escalador de los mallos, el señor Álex Puyó, a quien he pedido que nos relate la historia de la Normal de la Aguja Roja, y el cambio en sus denominaciones entro otras curiosidades.

“La historia de la escalada en los mallos pequeños y macizo de los Fils se inicia justo un año después de la importante conquista del Pisón. Francisco Peiré, quien precisamente fue uno de los conquistadores del Pisón y que en esas mismas fechas había abierto la vía que lleva su nombre a la cima del Firé, participa también junto a Á. Serón y T. Sami en la conquista de la cima de la Peña Don Justo el 3 de abril de 1947. Con esa escalada, comienza una frenética actividad de ”primeras“ en los mallos pequeños, macizo de los Fils y mallos de Agüero, cuyas conquistas son casi sincrónicas; de hecho, el mismo Serón, junto a Millán y Lagüens, es quien diez días después de lograr la Peña Don Justo consigue la Peña Sola de Agüero.

No hay que esperar mucho para registrar otra “primera” en ese mismo año de 1947. El 3 de mayo un nutrido grupo de escaladores del Frente de Juventudes consigue escalar el pequeño mallo Chichín, en apenas un largo de cuerda; con esa modesta conquista que los ascensionistas declaran “magnífica para principiantes” se logra la primera cima de los mallos pequeños, seguida tres semanas después por la escalada más clásica y repetida de los mallos chicos: la Normal de la Aguja Roja.

Por lo curioso que es el texto en cuestión de toponimia, me gustaría transcribir íntegro lo escrito por Francisco Fau en aquellos días (indicando incluso las partes del texto ininteligibles):

“Día 1º de junio. Salimos hacia la cueva Carasol con el fin de escalar el ”Pimiento“ creyendo que entre la punta de la izquierda (a la que hemos bautizado con el nombre de ”Hijo“) existía un puente como el que hay entre el ”Pimiento“ y la ”Remolacha“ ”Aguja Roja“ (el de enmedio y derecha respectivamente) pero íbamos subiendo y el ”puente“ que no aparecía, así es que nos quedamos con las ganas de hacer el ”Pimiento“, pero al fin y al cabo el ”Hijo“ es una primera escalada, por lo que no estamos tan disgustados.

(...) Día 4 de junio. Nos dirigimos otra vez a la “Remolacha” “Aguja Roja” pues ha amanecido con sol, pero “posiblemente habrá tormenta”, nos dijeron, predicción de la que no se equivocaron pues [ilegible] en la cima apenas podíamos estar de pie a causa del fuerte viento. 

Iniciamos la escalada a las 10:30, coronando la cima a la 1 sin más incidentes que el haber caído los martillos y el buzón al llegar a una especie de chimenea que hay cerca de la cima. Después de hacer un colosal buzón de piedras y poner una bandera con la camiseta de Serón y [ilegible] el papel de las firmas en mi pañuelo y en una zapatilla bota de escalada iniciamos el descenso, 2 de la tarde, llegando al suelo a las 3:30.“

No tardaron más que un día las cordadas en realizar la primera repetición. Para liar aún más si cabe el lío toponímico del que ha sido junto al Puro el mallo de los tres nombres, la cordada de Guías Montañeros del Frente de Juventudes de Zaragoza que realizó la segunda escalada el 5 de junio de 1947 escribe en el libro de registro: 

“Queríamos llamarla Peña ”Aragón“, pero se nos adelantaron los botánicos”, en referencia al nombre inicialmente atribuido de la Remolacha. Que hagan referencia a los botánicos me hace pensar que la sustitución del nombre de Remolacha por el de Aguja Roja sea posterior a 1947 y que la piada de Francisco Fau todavía no hubiera sido corregida en el libro de registro. En todo caso y como curiosidad, hubiera sido un caso único y esperpéntico de la existencia de un mallo al que le han atribuido cuatro nombres diferentes.

Como otro documento histórico más, el 14 de octubre de 1951 un joven Alberto Rabadá registra con su firma su primera escalada en Riglos, la que supone ser la sexta ascensión de la Aguja Roja en el libro de piadas, aprovechando dicha ascensión para dejar el buzón de registro que no pudieron dejar los primeros ascensionistas, aunque dos años después Fernando Cantero y Antonio Virgili avisan que no han encontrado dicho buzón. 

Quiero destacar igualmente a modo de curiosidad histórica que la escalada a la Aguja Roja originalmente se realizaba subiendo al puente de roca por el diedro-chimenea oeste, mucho más fácil, aunque más largo y hoy en día prácticamente desequipado. La Normal de la Aguja Roja se ha convertido en una gran clásica de iniciación a la escalada riglera, ideal como primera toma de contacto con los bolos“.

Volviendo a la escalada actual en sí, ésta, en los mallos de Riglos, “escalada riglera” de ahora en adelante, es única y genuina, en el territorio nacional al menos, y en la mayor parte de Europa. De hecho, la presencia de escaladores franceses es prácticamente de frecuencia diaria. El compromiso aquí es poco menos que irrelevante, excepto en alguna vía que se escapa aún del estilo mayoritario de la escuela, y prácticamente de cualquier vía nos podremos escapar si tenemos las cuerdas de la medida necesaria y práctica en rápeles encadenados en terreno desplomado. En cambio, la exigencia física y psicológica es bastante alta. Es muy normal ver a escaladores abandonar las vías al poco de comenzarlas, especialmente las más duras y renombradas, o renqueando entre las panzas, y solo faltaría que alguien en “fabla” dijese al personal mientras patalea al aire: “¿Qué te fe mal chiquer que no aturas de chemecar?”. En castellano: “¿Qué te duele chico que no paras de gemir?”. La escalada riglera, si cotizase en bolsa, y la calificasen las agencias de rating, probablemente se llevaría un merecido AAa. Se podría definir en tres palabras: Atlética, Aérea y arriesgada (expuesta). Para colmo, las vías más expuestas, contra toda lógica, no suelen ser las más difíciles o desplomadas, como probablemente pensemos. Casi la práctica totalidad de vías de Riglos han sido reequipadas, restauradas, o al menos tienen buenas reuniones. Pero la tónica de los seguros en esta “escuela” es el “aleje”. 

Bueno, hemos de puntualizar. Hay una corriente ahora, que se dedica a instalar seguros entre los seguros originales o ya instalados. Desconozco los motivos o justificaciones, ya que realmente no me incumbe, pero sí que habría que pedir a los autores que lo hiciesen bien. Hay algunas chapas que hacen palanca, otras en bolos que las dejan al aire, y otras con los espárragos tan externos que es fácil clavárselo en caso de caída. Ya que se hace, que se haga bien. No cuesta nada, y probablemente, aparte de la falta evidente de seguridad, evitaría los “chismorreos” en gran medida.

Antes había unas pocas vías, tres o cuatro, con los seguros tipo deportiva, o incluso con las chapas más cercanas, el resto se movía entre los rangos de “aleje” a “aleje serio”. Bien, ahora, en las que menos te esperas, llegas y está “cosida”. A tener en cuenta, tanto para la elección como a la hora de llevar material y planificar las actividades.

De hecho, en las dos vías que proponemos en este número, la Normal y la Edil a la Aguja Roja, han instalado multitud de seguros entre chapas, y han pasado a ser dos vías rigleras con “carácter”, a dos simples vías deportivas de largos.

Desde mi punto de vista personal se han arruinado dos vías que eran perfectas para iniciarse en la escalada de los mallos. Ascenso a un mallo pequeño, pero ya independiente y con cierta envergadura (120 metros), que no permitía a cualquiera escalarlo, obligando a una progresión lógica en la escalada antes de acudir a su encuentro. 

Dificultades asequibles, desde el IV+/V- de la Normal, al Vº/V+ de la Edil, pero obligadas de escalar para salir por arriba. Alejes serios, pero no extremos en las vías, que exigían control “mental” a la par que destrezas “escalatorias” para acabar con éxito la empresa.

En fin, que ahora se han convertido en dos vías del corte “escalada tranquila y segura para ”tó cristo“ tan de moda, y se puede ir con la tranquilidad que una caída si el asegurador está atento, no pasará de un ínfimo vuelo de dos palmos.

Las reseñas, del amigo Juan Corcuera, alias “korkuerika”, que amablemente nos ha dejado publicarlas, creo que son muy realistas y por otra parte, elegantes y bonitas, cosas que personalmente me encanta. También incluimos en la reseña de la Edil, las de las vías Sonia y Pecho Lobo. Son dos vías que se escapan un poco de la línea de las propuestas, con dificultades ya por encima del 6a y en concreto la Pecho Lobo, de escalar mucho, fino y bien.

La Sonia, protegida con spits (expansivos, pero no son parabolts), es una vía sobre el V+ mantenido con pasos de 6a buenísima, pero tiene un nido que conviene saber si está ocupado antes de escalar en época de nidificación.

GUÍA PRÁCTICA

APROXIMACIÓN

Tiempo: 20 minutos

Desde el parking de los mallos pequeños, junto al Cementerio y al Centro de Interpretación de aves Arcaz, tomar el camino de San Román (GR-1) que se dirige hacia el macizo de los Fils. La pista en buen estado no tiene permitido el tránsito de vehículos a partir de la balsa.

Cuando estemos situados a la altura entre el mallo Cored y la Aguja Roja, debemos prestar atención a un sendero que parte hacia arriba y está indicado con un hito de piedras. Desde ahí, siguiendo la senda más cómoda, ganamos altura. Si aparecemos bajo el mallo Cored, simplemente seguir la senda hacia la Aguja Roja. Rodear por la izquierda (oeste) la Aguja Roja e internarse por la canal que separa la Aguja Roja del Gómez Laguna.

Para la Edil, nada más pasar el espolón que inicia la canal, mirar hacia la derecha y localizar la chimenea característica y la línea de parabolts, unos más viejos y algunos nuevos entre ellos.

Para la Normal, pasar bajo el puente de roca que une los mallos. En el rellano que hay después de la trepa (I+ muy patinoso) comienza la escalada.

VÍAS POR LARGOS 

‘Normal’ a la Aguja Roja (110m/V-). Tiempo: 1h30´-2h30´

Primer largo (25m/V-).

Por el diedro formado entre la pared del Gómez Laguna y el puente de roca, ascender aprovechando alternativamente ambas paredes o la fisura entre las dos hasta situarnos encima del puente de roca. Pasos algo atléticos que nos pueden coger en frío si no se está muy acostumbrado a esta escalada. Cruzar el puente de roca y en la pared de la Aguja Roja encontramos la reunión.

Segundo largo (25m/IV+).

Ascender por terreno asequible por la línea de chapas en ligera diagonal hacia la izquierda. Continuar en la misma dirección hasta llegar a un diedro-fisura y cuando un pequeño techo nos cierra el paso, desviarnos netamente a la derecha a una repisa donde se encuentra la segunda reunión.

Tercer largo (35m/V-).

Ir a buscar la chimenea-diedro de la izquierda que se dirige de forma inequívoca al colladito entre las dos cimas del mallo. Reunión intermedia de rápel (una anilla) que no hay que montar. Seguir hasta la cima de la entosta que forma el diedro. Reunión en sirga.

Cuarto largo (20m/IV).

Fácil por terreno evidente y tumbado hasta la cima. Reunión en sirga (25 metros a cima).

‘Edil’ a la Aguja Roja (120m/V+). Tiempo: 2h-3h

Primer largo (35m/V).

Seguir el diedro chimenea un poco por la pared, un poco por la fisura. Sobrepasar una primera reunión a unos 30 metros, y montar en la siguiente, en una cómoda repisa.

Segundo largo (35m/V).

Continuar por la chimenea, en roca algo lavada, y disfrutando de las vistas entre las piernas al ir casi todo el rato en “X”.

Tercer largo (25m/V+).

Paso “clave” de la vía, aunque es un tramo muy cortito.

Cuarto largo (20m/V).

Largo más corto, tumbado y roto. Cuidado en este tipo de terreno en Riglos, con más alejes que en lo vertical, y de caídas inesperadas y desagradecidas.

DESCENSO

Tiempo: 15 minutos (+ rápeles)

- Tres rápeles (35 m.). 

R1: desde la cima, buscar el “mosquetón grillete” desde el que bajaremos al collado de la R3, cable metálico y “mosquetón grillete” (20 metros). 

R2: a la repisa de la R2 (2 anillas, ¡30´5 m.!). 

R3: al suelo, plomada a 34 metros.

- Cuatro rápeles (30 m. o menos)

R1: desde la cima, buscar el “mosquetón grillete” desde el que bajaremos al collado de la R3, cable metálico y “mosquetón grillete” (20 metros). 

R2: a la repisa de la R2 (2 anillas, ¡30´5 m.!). Si la cuerda es de menos de 30, hay una anilla a unos 15m en el lateral derecho mirando a la pared para fraccionar. 

R3: al Puente de Roca (2 anillas, 20 metros).

R4: al suelo (14 metros).

Deshacer la aproximación, teniendo precaución en el destrepe bajo el puente de roca, ya que se encuentra muy lavado y patina mucho.

MATERIAL NECESARIO 

Casco, 15 cintas (exprés y largas si se empalma). Cuerda de 60 metros al menos para no tener que montar más rápeles de la cuenta.

MEJOR ÉPOCA

Todo el año. Aunque ojo al “frescor” en invierno al ser sombra. Si sopla mucho el viento, te puedes quedar pajarito, y en los rápeles, controlar las cuerdas…Si optamos por escalar en verano es posible aprovechar las mañanas en la sombra del amanecer hasta que caliente el sol, pudiendo aprovechar el resto del día en diferentes actividades deportivas por la zona (río, pantano...).

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