Gran Canaria: caminando entre volcanes

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Huelga decir que, Gran Canaria es uno de esos lugares que parecen creados para la práctica de actividades al aire libre, desde deportes acuáticos como el windsurf, la vela o el submarinismo, hasta otros que nada tienen que ver con el agua como el mountain bike o el senderismo. Una tierra de contrastes y colores que destaca por su benigno clima, lo que además la hace accesible a lo largo de todo el año. Bondades que la han convertido, por méritos propios, en destino favorito de miles de turistas, no solo llegados desde la península, sino de toda Europa e incluso desde algunos lejanos rincones del planeta.

Ya hemos hablado en alguna ocasión previa de sus fantásticas escuelas de escalada, así como de diversas rutas y recorridos que bordean, o atraviesan la isla, desvelando todos los maravillosos secretos que esta tierra esconde. Sin embargo, en esta ocasión nos gustaría presentaros otra cara muy distinta de Gran Canaria y hablaros de uno de los mayores símbolos que habitualmente se asocia a Gran Canaria, sus volcanes y respectivas calderas.

Isla volcánica

Hace quince millones de años, el océano se extendía sobre el mismo lugar que hoy ocupa Gran Canaria. La isla se alzaría entonces, empujada por la fuerza de las erupciones volcánicas. Las sucesivas fases de formación y erosión dieron lugar a una asombrosa y compleja realidad geológica, que es a su vez la base de la riqueza paisajística, natural y etnográfica que atrae a visitantes de todo el mundo.

Lejos de dar por culminada esta maravillosa obra, los volcanes, la lluvia, los vientos y el oleaje aunaron fuerzas para esculpir una isla de acantilados, llanuras fértiles, profundos barrancos, playas de fina arena, piscinas naturales, cuevas, arcos de piedra, valles y monolitos. Una rica diversidad geológica que, sumada a la altura y los distintos microclimas, hace posible que Gran Canaria posea tantos rostros.

Afortunadamente, en la actualidad no hay nada que temer, y el volcán es un gigante dormido que nos ha dejado eso sí, un legado natural rico y variado que se traduce en espacios naturales protegidos a los que nos podemos acercar y que destacan por su singularidad geológica y biológica.

Pico y caldera de Bandama

La última erupción en Gran Canaria sucedió hace aproximadamente 2.000 años, un evento natural y único de proporciones gigantescas que dio lugar al pico y la caldera de Bandama (de las 25 acontecidas en la isla en los últimos 11.700 años ésta, por una serie de circunstancias, fue toda una rareza).

Actualmente ambos están declarados Monumento Natural y, dada su cercanía y accesibilidad desde la capital, Las Palmas de Gran Canaria, su visita se antoja obligada. Un lugar que alberga una amplia riqueza natural y biodiversidad donde destacan árboles como los lentiscos, los acebuches, las palmeras, los dragos, las sabinas y mocanes y otros endemismos, como tajinastes, malvas de risco, guaydiles y orobales.

La caldera, localizada entre los municipios de Santa Brígida, Telde y Las Palmas de Gran Canaria, cuenta con 216 metros de profundidad, 574 metros de altura y 1.000 metros de diámetro.

Existen diversas rutas que finalizan o pasan por la caldera de Bandama dado su atractivo turístico, no obstante, en estas líneas solo vamos a comentar brevemente sobre la denominada ruta Circular por la Caldera de Bandama, un recorrido que no tiene pérdida y que nace en el lado izquierdo de la carretera GC802, nada más dejar atrás la desviación al pico Bandama, y que discurre por la parte alta de la propia caldera. Desde este punto también nace el sendero que se dirige al fondo de la caldera.

La ruta, que no tiene pérdida y es muy obvia, consiste en poco más de tres kilómetros, y no es complicada técnicamente salvo algunos tramos de mayor pendiente, tanto de subida como de bajada, en los que se discurre por terreno algo inestable... ¡cuidado con los resbalones!

También hay que tener en cuenta que en la ruta hay una zona en la que el camino pasa entre la caldera y el barranco más al sur en la cual la pendiente a cada lado es casi vertical, algo que deben tener el cuenta las personas que sufran de vértigo.

No obstante, el sendero es seguro y se puede completar sin prisas en menos de dos horas. Y, sin duda, merece la pena ya que las vistas de la caldera y del centro de la isla son espectaculares durante todo el recorrido.

Paisaje Protegido de las Cumbres

Otro de los enclaves de mayor interés de la isla se formó hace alrededor de los tres mil años, tras la alineación de varios volcanes, en una región ahora conocida como el Paisaje Protegido de las Cumbres de Gran Canaria. Hablamos de los reconocidos Montañón Negro, a 1.669 metros sobre el nivel del mar, la caldera de los Pinos de Gáldar, donde podemos encontrar pinos canarios de más de trescientos años, el Hondo de Fagagesto y los Berrazales. Y claro, no podemos olvidar la caldera de Los Marteles que se originó ni más ni menos que hace unos ¡12.000 años! Un paisaje único y cautivador que atrae gran cantidad de turistas todos los años.

Además, el Paisaje Protegido de las Cumbres coincide con parte del Paisaje Cultural de Risco Caído y las Montañas Sagradas de Gran Canaria, declarado Patrimonio Mundial por la Unesco, lo que aumenta la riqueza y variedad de la región a la hora de programar actividades o simplemente si lo que deseamos es desconectar e intentar avistar algunas de las aves tan características que sobrevuelan estas tierras como el gavilán, el cuervo, el vencejo o el cernícalo canario.

Para los amantes del trekking también existe una ruta muy interesante circular entorno a la caldera de Los Marteles, un recorrido por esta formación de aproximadamente 80 metros de profundidad y 550 metros de diámetro, pero en este caso hemos elegido otra más larga y que arranca y termina precisamente en dicha caldera.

Comenzaremos el recorrido que, como ya hemos dicho es circular para empezar y acabar en el mismo punto, en la caldera de Los Marteles y nos dirigiremos hacia una montaña que domina, con sus modestos 1.800 metros de altitud, el horizonte de la zona, el pico de Cruz de Saucillo. Desde esta montaña las vistas son simplemente maravillosas. Un punto perfecto para descansar y disfrutar de un frugal tentempié antes de seguir avanzando.

Desde aquí nos dirigiremos hacia la presa de las Cuevas Blancas antes de regresar a la caldera de Los Marteles, la cual rodearemos para dar por terminada la ruta. En total, un recorrido de apenas nueve kilómetros y un desnivel de algo más de 420 metros que podremos hacer junto a toda la familia dada su sencillez.

Roque Nublo

Como es obvio, en nuestro recorrido por tierras volcánicas no podíamos obviar uno de los mayores símbolos de Gran Canaria: el Roque Nublo.

Hace entre 5,3 y 3,5 millones de años tuvo lugar un proceso eruptivo en la parte superior de Gran Canaria en el que un gran estratovolcán alcanzó los 3.500 metros de altura antes de sucumbir. Un proceso que marcó la región dejando algunos de los elementos más característicos de la isla como son los roques Nublo y Bentayga.

Hoy en día el Roque Nublo, especialmente, es una formación típica de postales y fotografías sobre la isla. Un elemento natural que todo el mundo quiere visitar y plasmar en imágenes para el recuerdo y por el que discurren y acaban multitud de rutas.

Nosotros hemos elegidos dos opciones, la primera la clásica ascensión hasta dicha formación, y la segunda una ruta circular entorno a ella.

La ascensión propiamente dicha consta de apenas tres kilómetros y es una ruta sencilla que quizás sube algo la dificultad debido a las pronunciadas pendientes. Es una ruta muy transitada, por lo que no tiene pérdida posible. EL recorrido nace en el mismo parking donde dejaremos el vehículo y seguiremos por una suave vereda empedrada que luego da paso a un camino cada vez más empinado entre pinares.

La vereda va ganando altura y se vuelve algo más empinada hasta llegar al último tramo donde encontraremos unas escaleras excavadas en la piedra que nos darán acceso al pequeño llano previo al Roque Nublo.

Las vista desde aquí son espectaculares y, en un día despejado, incluso podremos ver el Teide en Tenerife.

La segunda ruta, en este caso circular, es posiblemente la excursión más típica y casi obligatoria a esta formación rocosa y que nos lleva por un camino sencillo que nos permitirá disfrutar del Roque Nublo desde todos los puntos de vista, en ¡360º!, con unas perspectivas únicas. Un recorrido que no podemos obviar y que tan solo añade una hora más a nuestra ruta de ascenso hasta este monumento natural.

Bordearemos el Roque Nublo por su cara oriental, obviando en el cruce que nos encontraremos el camino de la derecha y permaneciendo por el de la izquierda que nos lleva por una vereda marcada con mojones, y de forma ascendente entre pinares, hasta un impresionante cortado. Allí veremos una placa conmemorativa situada justo al borde del abismo. Las vistas generales son maravillosas, pero sorprende especialmente las del Roque Nublo que, podremos admirar desde un punto de vista poco habitual.

Regresaremos por la misma vereda que tomamos hasta este punto para alcanzar el camino principal que tomaremos pero en esta ocasión en sentido contrario, es decir, hacia la cara occidental del Roque Nublo.

El camino hasta la Degollada de las Palomas será en claro ascenso por lo que nos llevará más tiempo. De ahí a la explanada donde se encuentra el Roque Nublo será más rápido y una vez en la ella podremos rodear el gigante rocoso a nuestro gusto y disfrutar de las vistas generales como todo “turista”.

Para finalizar el recorrido circular descenderemos nuevamente a la Degollada de Las Palomas, para luego seguir por nuestra derecha ascendiendo por la senda de subida perfectamente visible y así completar la ruta circular. Dos formas diferentes de visitar este símbolo canario, bien solo subiendo hasta él, o rodeándolo y disfrutando de su curiosa visión desde todos los puntos de vista.

Volcanes de Rosiana

Finalmente, y para acabar este recorrido por tierras volcánicas, nos gustaría repasar otro enclave característico, esta vez en al región del Telde. Estamos hablando del campo de volcanes de Rosiana, un lugar ideal para disfrutar de un asequible recorrido circular que nos permitirá avistar los dragos centenarios de El Gamonal, cortijos y la sinuosa silueta de estos conos volcánicos del Cuaternario, en especial El Melosal.

Una manera maravillosa de poner punto y final a este viaje por tierras volcánicas que, afortunadamente, tenemos al alcance de la mano en Gran Canaria.