La armonía del grupo
Los meses de verano, donde la posibilidad de hacer actividades es tan variada se convierten en el momento en el cual deberemos aplicar todo aquello trabajado durante el resto del año. También es un periodo de cierta liberación, donde las ganas pueden imponerse sobre otros criterios para hacernos creer que en las salidas compartidas, todos tenemos la misma capacidad. Nada más lejos de la realidad.
En muchos de los casos, nuestros acompañantes pueden ser personas afines con las que compartimos salidas a la montaña durante todo el año y que, más o menos, realizan una práctica deportiva que se sitúa a nuestro mismo nivel. Pero el problema viene cuando existen grandes diferencias entre las personas que comparten una misma actividad y más aún si estas diferencias (psicofísicas) son grandes. Los que nos acompañan no tienen por qué compartir nuestras motivaciones, nuestros conocimientos ni nuestra forma física.
Prevención
En un medio en el que lo físico puede llegar a condicionar lo anímico, merece la pena planificar con calma qué tipo de actividad se lleva a cabo y, sobre todo, con qué compañía.. Evitar ir solos a la montaña es una máxima, un buen principio a observar, aunque tiene unas connotaciones importantes de valoración de la compañía como por ejemplo no dar nada por hecho, que suele ser causa de desagradables consecuencias.
Antes de comenzar una actividad en grupo es conveniente detenerse para recapacitar sobre todos aquellos factores determinantes e influyentes en cualquier actividad a realizar y más en el medio natural. De momento, nos centraremos sobre todo en los aspectos psicofísicos.
Destacamos dos aspectos básicos:
- Las personas (capacidad física, entrenamiento, edad, sexo, adaptabilidad, afán de reto, nivel de superación, etc.).
- La actividad (exigencia, ritmo, calculado, durabilidad, calidad, factores climático, autonomía, técnica, etc).
La Experiencia de la montaña
En la montaña existen muchos dichos. Uno al que no le falta razón es el que dice : “... para que una actividad, aventura, expedición, etc. de un grupo o equipo no fracase, iremos al ritmo del que menos capacidad física tenga.”
No le falta razón ya que el realizar una actividad en grupo supone tener en cuenta a cada uno de los participantes y sus diferentes peculiaridades. Principio básico del trabajo en grupo.
Un ejemplo muy claro: los equipos de raids son de tres a nueve miembros y lo primero que deben lograr para ser un equipo es ser sinceros y reconocer sus virtudes y sus limitaciones. Por eso cada uno se especializa algo más en una actividad o posee mayor capacidad de resistencia, fuerza, etc., aunque sea capaz de desenvolverse con solvencia en todos los terrenos.
El conocimiento de las LIMITACIONES y FORTALEZAS de los demás reduce el riesgo de FRACASO.
Por eso al igual que en los equipos de competición de raids, quienes se muevan en grupos por la montaña, deben necesariamente conocerse bien en el plano personal así como en aspectos tan importantes como la condición física y técnica, si es que el grupo va a emprender alguna actividad compleja y desea conservar una grata experiencia de la aventura.
Pautas a no perder de vista
Es importante conocer un máximo de información acerca de las personas que componen el grupo, sobre todo de cara a anticipar sus respuestas.
Informarse es minimizar riesgos lo que en la montaña siempre es conveniente. Debemos informarnos un poco acerca de todos nuestros compañeros.
Es importante saber si practican deporte y con que asiduidad. La capacidad es diferente a la hora de afrontar un esfuerzo.
En cuanto a los tipos de trabajo físico no es lo mismo paseos de una hora tres días a la semana que realizar un entrenamiento estructurado todos los días.
La experiencia que se posee en relación a las actividades que se van a realizar es importante. Es conveniente conocer la experiencia que tienen las personas, eso indica también el grado de autonomía e independencia que pueden llegar a tener.
Si no se posee experiencia alguna en la actividad tratada, debemos conocer qué capacidad para el esfuerzo puede acreditar en otras actividades. Hay personas que responden muy bien en la montaña y no tienen necesariamente que haber tenido experiencias intensas en este campo, pero su educación deportiva les ayuda a la hora de sacrificarse cuando la necesidad lo requiere.
Con esto no queremos decir que solo puede acceder a la montaña quien puede y sabe. Nada de eso, pero en este ámbito de rendimiento físico es necesario conocer los limites del equipo y cual es el ‘techo’ al que no debemos llegar.
La sinceridad es un don muy valorado en la montaña, siempre acompañado de mucha humildad y de una buena dosis de sentido común.
Comprobar
Es muy importante, antes de hacer una actividad con cierta exigencia en grupo, que el nivel de tolerancia sea muy alto y si es posible que se lleve a cabo alguna actividad previa y relajada con anterioridad. No consiste en hacer una prueba de nivel pero sí de conocerse a partir de un prolegómeno cómodo. Por ejemplo podemos hacer alguna actividad de fin de semana, donde todo el grupo tome contacto con lo que puede ser la convivencia y con cierto nivel de exigencia.
Actuar
Si podemos trabajar el físico antes de la actividad o actividades principales, un pequeño plan de entrenamiento básico podría ser el que presentamos en el cuadro. Si no al menos sería conveniente programar las actividades en función de las posibilidades de aquellos que van a realizarlas, aunque puede que no todos tengan que hacerlas todas.
Es posible que los días de senderismo puedan hacerse a un ritmo más suave de lo previsto; o que el trekking programado desde hace meses se tenga que llevar a cabo añadiendo más paradas y menos recorrido diario de lo previsto; o incluso que no todo el mundo tenga que entrar en una cueva o un barranco si no se siente realmente motivado para hacerlo.
Siempre se puede hacer algo para mejorar una situación, una posibilidad que está en nuestras manos. No hace falta que seamos tan exigentes con las capacidades físicas y mentales de los demás como lo somos con las nuestras.