El CD Tenerife repitió otro ejercicio de voluntarismo y errores con valor de partido para seguir con un porcentaje de puntos de descenso y dejar a los pies del despido a su entrenador. Sin pandemia, el 0-1 que se lleva la UD Logroñés habría desatado hoy la ira en la grada, pero incluso sin protesta ambiental, el partido hizo bueno el conocido aroma de cese: “dominamos, llegamos y rematamos mucho, pero…”. El crédito de Fran Fernández, despido por el club tras dar su última rueda de prensa, no da para más para un grupo sin funcionamiento colectivo, ni once base definido.
El técnico volvió a cambiar casi medio equipo respecto del que había repetido en las dos citas más recientes (Zaragoza y UD Las Palmas). Sabida la baja de Alberto, llamó la atención la ausencia de Vada tras firmar en Gran Canaria su mejor partido del curso, como la de Zarfino —con molestias—, relevado por Aitor Sanz— y dio la titularidad a Carlos Ruiz frente a la esperable de Sipcic, también limitado físicamente. Y también se cayó Suso, en una rotación más habitual con Jacobo.
Los cambios dieron poca productividad en el primer acto al Tenerife y no arreglaron los defectos que arrastra el equipo cuando no se ve obligado a revolucionarse por un marcador desfavorable: fallos atrás con valor de gol e incapacidad para atacar al rival conduciendo o filtrándola por dentro, justo como sí hizo el Logroñés para hacerse con el 0-1. Todo se redujo, un día más, a lo que podía esperarse por los flancos.
En una de esas (m.15), un esprint corto de Moore para ganar sitio y habilitar el pase al al área de Fran Sol, llegó la mejor ocasión de los blanquiazules. Sol adivinó la continuación de Moore y el trinitense remató en llegada, de primeras, a la cruceta de Santamaría, salvado por la madera. Luego (m.22), el portero se anticipó a otro remate de Sol a bocajarro. Y hasta ahí hasta los méritos locales.
El error, un solo error, llegó con media hora gastada. Aprovechó el Logroñés una segunda jugada, tras una recuperación del Tenerife desperdiciada con una pérdida rápida de Aitor Sanz. Volvió el balón a la zona de medios, se apareció Clemente y la filtró vertical para la entrada al área de Dani González, tirando la diagonal a la espalda de Bruno Wilson y Moore, dos metros adelantados ambos sobre Carlos Ruiz, que le perdió la marca al delantero, y Álex Muñoz. El delantero se bastó con orientarse y cruzársela a Ortolá. El gol dejaría noqueado al Tenerife hasta la pausa.
Y tras el descanso vino lo previsible, nada nuevo en la historia de esta temporada. Sin cambios aún, el Tenerife dio un paso adelante para activarse en el juego corto y las caídas al área. Con la entrada de Vada y Jorge Padilla, y la renuncia del Logroñés, con el cambio de Bogusz por Leo Ruiz, a otra cosa que no fuera juntarse en un 5-4-1 para tratar de negarle los espacios a los locales aparecieron las ocasiones.
El Tenerife fue más fluido con el protagonismo que asumió Shashoua. Tirado a la banda derecha o cayéndose hacia al interior a pierna cambiada, el británico le dio otro aire al juego, se atrevió a encarar, salió de los quite con el regate y puso a prueba a Santamaría (m.52) con el tiro más limpio de esta fase, que obligó al portero a su mejor intervención.
Shasoua cambió la propuesta de juego y luego le acompañaron los ingresos de Vada y Jorge Padilla. El uno para jugar con un ocho de verdad, por delante del pivote, y el canterano para aparecerse una y otra vez entre líneas del Logroñés, con dos tiros bien elegidos y mal ejecutados (m.67 y 70) que con otra dinámica y en otro ambiente habrían cogido puerta.
Enfervorecido y envalentonado, el Tenerife, con todo, no pasó de una honradez elogiable, tan ausente en otras crisis de juego que agravó con la poca disposición de algunos. No tiene para más mediado este otoño. Entró Bermejo, que no es Bermejo, y luego Joselu y Pomares buscando más juego en el área. Y ni así. Shasoua ya había vuelto a buscar las cosquillas de Santamaría (m.73), pero todo lo que pasaba no pasaba de prometedor.
Lo de Shahoua acabó por ser la única noticia positiva del Tenerife. Ausente de estrategias y de automatismos —desde antes de Fran Fernández, de Baraja, de López Garai y de tantos—, obligado a construirse grupalmente cuando medio equipo debuta con esta camiseta, el Tenerife de hoy responde a la suma de esfuerzos individuales, tan loables como estériles. O ha aprovechado mal el tiempo o es que con esta plantilla solo da para esto, que no lo parece. Se verá.
(0) CD TENERIFE: Ortolá; Moore, Bruno Wilson, Carlos Ruiz (Pomares, m.82), Álex Muñoz: Jacobo (Vada, m.60), Aitor Sanz (Joselu, m.82), Ramón Folch (Jorge Padilla, m.60), Nono (Bermejo, m.66); Shashoua y Fran Sol.
(1) UD LOGROÑES: Santamaría; Iago López, Gorka, Bobadilla, Clemente; Jaime Sierra (Errasti, m.74), Andy, Olaetxea (Unai Medina, m.87), Iñaki Sáenz; David González (Siddiki, m.74) y Leo Ruiz (Bogusz, m.60).
ÁRBITRO: Gorka Sagués Oscoz (Comité Vasco). Amonestó a Ramón Folch (m.47), Moore (m.61) y a los visitantes Olaetxea (m.27), Leo Ruiz (m.53), Jaime Sierra (m.60) y Andy (m.72).
GOL: 0-1, David González (m.31).
INCIDENCIAS: Partido de la 13ª jornada de LaLiga SmartBank 20-21, jugado a puerta cerrada en el estadio Heliodoro Rodríguez López. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Adolfo Bolea, jugador del CD Tenerife en la temporada 1953/54.