El español Rafael Nadal y el suizo Roger Federer repetirán la final del pasado año en Roland Garros en una prueba inequívoca de que ambos mantienen el estatus y su categoría, tras deshacerse del ruso Nikolay Davydenko y del serbio Novak Djokovic, respectivamente, y encaran ahora un partido histórico con retos diferentes.
Federer sufrió, pero al imponerse a Davydenko por 7-5, 7-6 (5) y 7-6 (7) en tres horas y un minuto, logró romper el récord de siete finales consecutivas en un Grand Slam del australiano Jack Crawford en los años treinta.
Nadal, por su parte, llegó al último escalón invicto e imbatido, arrollando, desesperando a Djokovic, por 7-5, 6-4 y 6-2 en dos horas y 28 minutos, convirtiéndose en el primer español que logra la final de París sin perder un set, desde 1994, con Alberto Berasategui, y en el primer tenista desde el estadounidense Jim Courier (1991-92-93) en plantarse en el último partido tres veces seguidas.
Ahora, el manacorense está a una sola victoria de igualar con el sueco Bjorn Borg, último en ganar tres veces seguidas en París.
La victoria de Rafa fue presenciada entre otros por Sergio Bruguera, a quien este sábado Nadal superó en cuanto a victorias seguidas logradas en París, con 20, y su amigo el baloncestista Pau Gasol, quien no perdió detalle de una contienda igualada en los primeros sets, pero destrozada en el último por el poderío físico de Nadal que desbordó mentalmente a Nole.
Djokovic y Davydenko son ya historia en París, donde nada cuenta sino alcanzar la final y ganarla. El serbio fue el que más peleó para conseguirlo porque ansiaba convertirse en el primer representante de este país en alcanzar la final, superando la marca de Slobodan Zivojinovic, en semifinales en 1986 en Wimbledon.
El inolvidable Zivo, con demasiados kilos de más, presenció en primera fila como su compatriota luchaba sin suerte, aunque Novak mantuvo su camiseta amarilla, su color predilecto, como los 14 integrantes de su grupo que se desgañitaron sin éxito desde la grada.
Nadal completó un partido parecido al que demolió a Carlos Moyá en semifinales, limando su tenis de menos a más, con un susto en el primer acto, donde dispuso de 5-2 de ventaja y dos bolas de set, y tuvo recular para ganar luego el parcial por 7-5, en 66 minutos. Pero su tenis se fue consolidando a medida que avanzaba el partido, metiéndose más y más en la pista y desequilibrando las ansias del jugador de Belgrado.
“Estoy muy contento por la victoria”, fueron las primeras palabras de Nadal, “he comenzado muy bien el partido, con un único despiste del primer set, pero estoy feliz con mi juego y con la derecha con la que he abierto el revés de Djokovic. Soy consciente de que, si gano el primer set, tengo bastante avanzado el encuentro, porque luego al rival le es duro ganar los tres siguientes”.
Nadal, que durante buena parte del partido tuvo de nuevo al público en contra, declaró también: “Mi casa está en Mallorca, pero en la central de Roland Garros tengo siempre una sensación especial”.
Cuenta pendiente
Federer espera ahora al español con un reto pendiente. No piensa en Borg, sólo en ganar Roland Garros, el único grande que se le resiste, y que le encumbraría al olimpo para entrar en la historia de los más grandes, salvándose de la deshonra que supuso para los estadounidenses Pete Sampras y John McEnroe, o del alemán Boris Becker, entre los siete más importantes, no alzar la Copa de los Mosqueteros.
El suizo además encadenaría los cuatro grandes seguidos (Wimbledon y Abierto de Estados Unidos en 2006 y Abierto de Australia 2007), con lo que cerraría su Grand Slam particular y dejaría abierta la posibilidad de cumplir en esta temporada con el compromiso más importante de este deporte: ganar los cuatro grandes el mismo año natural, algo que sólo han logrado dos jugadores: el australiano Rod Laver, dos veces (1962 y 1969) y el estadounidense Donald Budge (1938).
Davydenko colaboró para que Federer tenga esa posibilidad al desperdiciar 14 ocasiones de rotura de 17 que dispuso. Su miedo a ganar, unido a la falta de convicción le hicieron perder por novena vez contra el de Basilea.
Federer tuvo que resolver el partido a base de empujones, ante el monolítico y robótico juego de su rival. Ésta vez fueron tres, el primero cuando estuvo desbordado en el primer set y el ruso dispuso de tres oportunidades para marcar el 5-2. En el segundo parcial, a Nikolay le faltaron dos puntos para hacerse con este set, y en el tercero, el tenista de origen ucraniano desperdició una ventaja de 5-2, y luego dos bolas de set, con saque y 5-4, y otra más en el desempate final.
Davydenko se hundió torpedeado por la naturalidad del tenis de Federer y por sus 53 errores no forzados, en un partido que no podrá olvidar jamás