Espacio de opinión de Canarias Ahora
Las cajas de Pandora
Y es que los equipos directivos de las dos Cajas han transigido y aceptan la idea de que la única salvación está en crecer y que la virtud está en la grandeza. Como se sabe, se trata de una idea propia de la economía oligopolista y asumida con entusiasmo por la banca privada, la española en primer término. Es la misma idea con la que están presionando con fuerza tanto el Banco como el Gobierno de España: lo vital es ser muy grande.
Según este mantra, las dos Cajas canarias juntas, con unos 23.000 meuros de volumen de negocio, no alcanzarían la masa crítica suficiente. De ahí que tuviesen, obligatoriamente, que salir del Archipiélago y buscar socios adecuados entre las Cajas peninsulares.
Así, la Caja Insular (de Gran Canaria) se volcó en la Asociación Técnica de Cajas de Ahorro (ATCA) junto con Caixa Sabadell, la Inmaculada de Aragón y Caja Rioja. Y como ustedes conocen (y sabían todos los interesados en estos temas), Caixa Sabadell no aguantó, salió con sigilo y se unió con otras Cajas catalanas. De esta manera, cuando se acuerda por las tres Cajas restantes constituir un Protocolo de Actuación y un Sistema Institucional de Protección, la masa crítica que ahora se consigue (unos 23.500 meuros), es casi igual a la que hubiesen alcanzado si se hubiesen unido las dos Cajas canarias. ¡Tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas?.!
Por su parte, la Caja General (de Tenerife) negocia con Caja Navarra crear un holding que asuma el acuerdo a que han llegado de integración de negocio y puesta en común de políticas de riesgo. Su sede estará en Madrid.
Por supuesto, en ambos casos se insiste que esos acuerdos no son de fusión y que cada Caja mantiene su personalidad independiente y que, además, están abiertos a que otras Cajas se incorporen al proyecto.
Pero todo este proceso que aquí ha transcurrido sin pena ni gloria (eso sí con el aplauso unánime en un debate insustancial en el Parlamento de Canarias), ha tenido y tiene una importancia política excepcional en otras partes del Estado. Hasta el punto que Juan Ramón Quintás, presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA) y defensor acérrimo del Grandismo puro y duro, ha acusado a las Comunidades Autónomas de frenar las fusiones de Cajas de distintas Comunidades.
¿A qué se refiere Quintás? A que, en el País Vasco, en Cataluña, en Andalucía, en Galicia y hasta en Castilla-León, sus Gobiernos y sus clases dirigentes se han opuesto a ese tipo de uniones y han defendido con rotundidad que solo se realicen entre Cajas que pertenezcan a una misma Comunidad. En el fondo, lo que se está protegiendo es la defensa de lo que se llama la Territorialidad de las Cajas, que constituye uno de sus hechos diferenciales y su más querida seña de identidad. Es decir que, desde su mismo origen, como Montes de Piedad, han formado parte de la historia económica de cada Comunidad, han ayudado a construirlas durante muchas décadas y gozan de gran prestigio y respeto. Por eso se lucha por mantenerlas. Y, ante el mundo financiero que ha mostrado sus graves deficiencias y miserias en esta última crisis mundial, se apuesta por convertirlas en un instrumento crediticio sólido y alternativo. Para que colabore en las estrategias de desarrollo sostenible, a largo plazo, imposibles de imaginar por la banca convencional.
Y si eso es lo que ha ocurrido en todos esos sitios (lo de Caja Madrid es diferente. Su estrategia no es territorial, es conquistadora) ¿cómo es posible que aquí no haya habido debate?
1).- Los propios equipos directivos de las Cajas canarias que, como se indica en cualquier manual, son siempre contrarios a los procesos de unión, para no perder sus posiciones de dominio y no verse obligados a renovar sus hábitos y comportamientos.
2).- La carga ideológica de la Consejería de Economía y Hacienda del Gobierno de Canarias que, incluso estando en medio de una crisis que ha desnudado las esencias escandalosas del mundo financiero, mantiene la “fe del carbonero” y sigue recitando que “el problema es el Estado y que la solución son los mercados”. Y que defiende el Grandismo, y las uniones entre Cajas de distintas Comunidades. Y se nos avisa que “al final del proceso solo quedarán cinco o seis Cajas”. Y (añado yo), que serán iguales que los Bancos y, por tanto, lo lógico es que su personalidad sea también igual. La privatización de las Cajas será una obviedad, sin discusión. Porque ¿qué sentido tiene mantener inmensas entidades financieras, igualitas que los Bancos, como entidades sin fines de lucro? ¿Estamos locos? Y se propondrá su venta. ¿Se imaginan que alguien diga que con esas perras conseguimos la financiación para el tren a Maspalomas?
3).- ¿Y el Gobierno “nacionalista” canario? Ni está ni se le espera. Ha dejado el tema en manos de su Consejero de Economía y Hacienda. Y contrasta ver cómo en las cuestiones ceremoniales y cuando se reparten las perras, salta como un rehilete apenas pasa un euro. Pero, desgraciadamente (lo digo con pena y con rabia) no les interesa nada el poder contar con una poderosa institución financiera canaria.
4),- ¿Y las clases dominantes canarias? No hablo de clases dirigentes por simple pudor. Pues, como estaba previsto, se muestran feroces adversarias de la unión de las dos Cajas canarias. Como siempre, la tinerfeña y la grancanaria lo único que saben hacer es competir entre sí y, ni por asomo, tienen el sentido nacional canario de abogar por la cooperación y la puesta en común. Es que ni se les pasa por la imaginación el plantearlo, porque no sabrían cómo gestionarlo. Y sobre este asunto “más vale no hablar mucho. Y cada vez que alguien nos pregunte le contestamos con que no nos fiamos, con el expolio y con la discriminación”.
5).- ¿Y los Sindicatos? Como tales no han resollado. Pero sí sus comités de empresa que han dicho lo que estaba en el guión. Que la unión de las dos Cajas canarias es lo peor que podría pasar. Argumentan que la pérdida de empleo sería mayor. Intentando colocarme en su perspectiva, notablemente estrecha, puede que tengan algo de razón en el corto plazo, dependería del empuje de la nueva Caja isleña. Pero, apoyando al Grandismo, deben de tener en cuenta que, a lo largo del proceso de uniones que va a ser rápido en toda España, las Cajas actuales podrían llegar a prescindir de hasta 10.000 sucursales y a perder casi 35.000 empleos.
El Grandismo y la multiunión son como la Caja de Pandora. Con muy buena apariencia pero que puede ocasionar pérdidas irreparables.
Y es que los equipos directivos de las dos Cajas han transigido y aceptan la idea de que la única salvación está en crecer y que la virtud está en la grandeza. Como se sabe, se trata de una idea propia de la economía oligopolista y asumida con entusiasmo por la banca privada, la española en primer término. Es la misma idea con la que están presionando con fuerza tanto el Banco como el Gobierno de España: lo vital es ser muy grande.
Según este mantra, las dos Cajas canarias juntas, con unos 23.000 meuros de volumen de negocio, no alcanzarían la masa crítica suficiente. De ahí que tuviesen, obligatoriamente, que salir del Archipiélago y buscar socios adecuados entre las Cajas peninsulares.