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La decadencia del nacionalismo español

Cuando me dijeron que no había pasajes para ir a Tenerife pensé: “seguro que el barco va rebosado de gente con banderas españolas para acudir a la manifestación, y yo me lo voy a perder, qué pena”. Después me enteré por los periódicos que sólo fueron cien personas, y que un veinte por ciento de los asistentes llevaron banderas con siete estrellas verdes. Bueno, a ver si me aclaro, los de las siete estrellas fueron en plan contramanifestación, pero eran veinte frente a los cerca de cien que convocó el PP. Si tenemos en cuenta que el PP tiene 6 concejales en Santa Cruz de Tenerife, 5 consejeros en el cabildo y 3 parlamentarios por Tenerife, si a ellos sumamos a los asesores que tienen y a las varias decenas de militantes que han encontrado trabajo en el Cabildo y en el ayuntamiento gracias al pacto con CC tras su derrota electoral, al final va a resultar que al acto de demostración de amor a la bandera, a la Constitución, a España, al Rey (¿por qué no a la reina y a sus nietitos?) acudieron sólo los que estaban obligados a ir, los que su sueldo depende del presupuesto público. Me estoy poniendo triste al pensar que a lo mejor esta gente no quiere tanto a España como pregona.

Ángel Llanos es el número del gobierno municipal cuyo alcalde ayer escribió, refiriéndose a Canarias: “este país necesita plena gestión de la soberanía para sus necesidades y esperanzas”. Mientras Zerolo realizaba esa proclamación autodeterminista y nada patriótica desde el punto de vista español, Ángel Llanos escondía el fracaso de la convocatoria del Parque García Sanabria diciendo que miles de tinerfeños habían acudido al concierto de Raphael. El recital del cantante ¡español! fue organizado por la concejalía de Fiestas y Alegrías que dirige Ángel Llanos.El político pepero anunció el concierto como una acto para celebrar el amor a la bandera española, a la Constitución y al rey Juan Carlos. Miré el almaque y vi que ninguno de los tres cumplía años el día que cantaba Raphael, así que podemos decir que estamos ante un caso de utilización del dinero público para pagar un acto que forma parte de la estrategia de un partido político.

La respuesta en Tenerife no fue el único dato que nos indica que el nacionalismo español está en decadencia. Rajoy sacó un vídeo para movilizar a las masas españolísimas y sacar las banderas rojigualdas a las calles. Pero la mayoría se dedicó a disfrutar del puente, y los que fueron al desfile prefirieron silbar que levantar las banderas. Y como tampoco eran tantos, en Madrid, donde más se les esperaba, tuvieron que aprovechar el minuto de silencio por los soldados muertos en el exterior, para silbar con más fuerza. Todo una muestra de recogimiento cristiano y respeto a los familiares de los muertos.Me sorprendió que los medios cercanos al PP no llamase alborotadores, violentos o intolerantes a los que silbaron en el desfile de la Hispanidad. Es lo mínimo que se despacha cuando en Bilbao silban contra la bandera española. Ah, claro , que aquí no silbaban contra la bandera sino contra Zapatero, lo que pasa es que en el momento de los silbidos izaban una bandera y estaban homenajeando a unos muertos.

Por cierto, en Valencia ¿no hay fiscal? Lo digo porque otros señores que salieron a homenajear la bandera rojigualda y a mostrarse orgullosos de ser españoles, siguiendo las consignas de Rajoy, se pusieron a quemar las fotos del lendakari Ibarretxe y de Carod Rovira. Ah, que se pueden quemar fotos de elegidos por el pueblo pero no fotos de los que no se han presentado a ningunas elecciones. Que el segundo caso es más grave y te puede costar un año y medio de cárcel y en el primer caso te sacan en los telediarios y no te llaman alborotador. Vaya, vaya, este fin de semana hispánico he aprendido un montón de cosas sobre esta democracia.

¡Lástima que no había pasaje para ir a Tenerife a ver a Cristina Tavío y a mover la banderita al ritmo de Raphael...! Por eso me quedé en mi casa, sin desfilar y, como George Brassens, a sufrir con mi mala reputación.

Juan García Luján

Cuando me dijeron que no había pasajes para ir a Tenerife pensé: “seguro que el barco va rebosado de gente con banderas españolas para acudir a la manifestación, y yo me lo voy a perder, qué pena”. Después me enteré por los periódicos que sólo fueron cien personas, y que un veinte por ciento de los asistentes llevaron banderas con siete estrellas verdes. Bueno, a ver si me aclaro, los de las siete estrellas fueron en plan contramanifestación, pero eran veinte frente a los cerca de cien que convocó el PP. Si tenemos en cuenta que el PP tiene 6 concejales en Santa Cruz de Tenerife, 5 consejeros en el cabildo y 3 parlamentarios por Tenerife, si a ellos sumamos a los asesores que tienen y a las varias decenas de militantes que han encontrado trabajo en el Cabildo y en el ayuntamiento gracias al pacto con CC tras su derrota electoral, al final va a resultar que al acto de demostración de amor a la bandera, a la Constitución, a España, al Rey (¿por qué no a la reina y a sus nietitos?) acudieron sólo los que estaban obligados a ir, los que su sueldo depende del presupuesto público. Me estoy poniendo triste al pensar que a lo mejor esta gente no quiere tanto a España como pregona.

Ángel Llanos es el número del gobierno municipal cuyo alcalde ayer escribió, refiriéndose a Canarias: “este país necesita plena gestión de la soberanía para sus necesidades y esperanzas”. Mientras Zerolo realizaba esa proclamación autodeterminista y nada patriótica desde el punto de vista español, Ángel Llanos escondía el fracaso de la convocatoria del Parque García Sanabria diciendo que miles de tinerfeños habían acudido al concierto de Raphael. El recital del cantante ¡español! fue organizado por la concejalía de Fiestas y Alegrías que dirige Ángel Llanos.El político pepero anunció el concierto como una acto para celebrar el amor a la bandera española, a la Constitución y al rey Juan Carlos. Miré el almaque y vi que ninguno de los tres cumplía años el día que cantaba Raphael, así que podemos decir que estamos ante un caso de utilización del dinero público para pagar un acto que forma parte de la estrategia de un partido político.