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Democracia aparente

Un buen sistema democrático es necesario, pero no suficiente. El establecimiento de unas normas básicas, partidos políticos, libertad de elección, opinión, manifestación, información y demás derechos constitucionales es un comienzo esencial.

Para que sea efectivo necesita una serie de condiciones o circunstancias imprescindibles, que no se recogen en ningún texto legal. Una ciudadanía preparada para poder ejercer sus derechos y elecciones con libertad. Aquí reside un obstáculo, pues ni en nuestro país ni en casi ningún otro, se prepara a los ciudadanos para que tengan espíritu crítico, para que sepan analizar la realidad política y social con los conocimientos y la mayor objetividad posible. Unos medios informativos veraces y que no estén dirigidos a manipular la opinión pública, para que su elección no esté condicionada por propaganda, márketing e información sesgada, falsa o alejada de la realidad. Una cosa es la subjetividad inevitable en la interpretación de la realidad política, social y económica, que tiene como resultado la manifestación de distintas opiniones y representaciones de esa realidad, y otra cosa bien distinta es dirigir la información con el propósito de representar un panorama tergiversado, falso, manipulado, que dificulte o impida al electorado poder ejercer ese análisis y crítica libres para optar, tomar decisiones y votos que posibiliten la aplicación real de los principios democráticos fundamentales.

La libertad de empresa, en el marco de una economía neoliberal de mercado, ha supuesto que muchos de los medios de comunicación más importantes sean propiedad de grandes capitales y empresarios. El llamado cuarto poder. Que no siendo uno de los tres poderes del estado formalmente, tiene una influencia crucial en ellos. Este cuarto poder, dominado por la élite económica y financiera, tiene sus propios fines, que no son los de la ciudadanía. Y sus empresas están dirigidas a conseguir estos fines propios. Incluyendo sus importantes medios de comunicación.

Como resultado, tenemos un cuerpo electoral en su mayoría no preparado para obtener una representación de la realidad política y social que responda a un mínimo de objetividad y muchos importantes medios informativos que dirigen sus informaciones en búsqueda de obtener una respuesta ciudadana que satisfaga las pretensiones de los propietarios de dichos medios. Para la consecución de estas pretensiones, en lugar de informar verazmente, razonar y explicar, recurren a la propaganda, el márketing, muy eficaz sobre personas que no tienen la preparación suficiente para elegir con libertad con base en argumentos, consiguiendo convencer en política del mismo modo que se hace con cualquier producto de consumo. Se busca un envase bonito, atrayente, sugerente, ocultando de forma intencionada las cualidades reales del producto. De forma que se produce una desconexión casi completa entre forma y materia. Al tiempo, se procura dar la imagen de que el “envase” de los adversarios es horroroso, ofreciendo todo tipo de noticias, reales, falsas, inventadas e incluso fabricadas, para que las personas decidan, de forma emocional, no razonada.

Así, se puede tener una buena imagen del impacto real que tiene este tipo de representación de una realidad aparente, que no real, sobre un cuerpo electoral no preparado, pues es mucho más sencillo saber en qué medida se influye en forma emocional que sobre un conjunto grande de personas que toman sus decisiones de manera realmente libre y, por lo tanto, menos previsible.

Los partidos políticos actuales, en mayor o menor medida, también aplican estos planteamientos, participando en este “juego”, con el fin de imponerse unos sobre otros, dejando en el mejor de los casos en un segundo plano que la acción política responda a los intereses de la ciudadanía.

Como conclusión, el sistema democrático termina siendo ineficaz, pervertido por unos grupos de poder con unos métodos y fines propios y un pueblo al que intencionadamente no se le dan los conocimientos y herramientas necesarios para no verse subyugado por su falta de preparación.

Es una democracia de derecho y una dictadura de unos pocos de hecho. Oligarquía, que le llaman.

Un buen sistema democrático es necesario, pero no suficiente. El establecimiento de unas normas básicas, partidos políticos, libertad de elección, opinión, manifestación, información y demás derechos constitucionales es un comienzo esencial.

Para que sea efectivo necesita una serie de condiciones o circunstancias imprescindibles, que no se recogen en ningún texto legal. Una ciudadanía preparada para poder ejercer sus derechos y elecciones con libertad. Aquí reside un obstáculo, pues ni en nuestro país ni en casi ningún otro, se prepara a los ciudadanos para que tengan espíritu crítico, para que sepan analizar la realidad política y social con los conocimientos y la mayor objetividad posible. Unos medios informativos veraces y que no estén dirigidos a manipular la opinión pública, para que su elección no esté condicionada por propaganda, márketing e información sesgada, falsa o alejada de la realidad. Una cosa es la subjetividad inevitable en la interpretación de la realidad política, social y económica, que tiene como resultado la manifestación de distintas opiniones y representaciones de esa realidad, y otra cosa bien distinta es dirigir la información con el propósito de representar un panorama tergiversado, falso, manipulado, que dificulte o impida al electorado poder ejercer ese análisis y crítica libres para optar, tomar decisiones y votos que posibiliten la aplicación real de los principios democráticos fundamentales.