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El deshielo

Las contradicciones internas del capitalismo no se detuvieron en el golpe devastador que asestaron a su contrario en la última década del siglo XX. Más al contrario, rotos los diques que imponían concesiones y cierta prudencia, la voracidad, que actúa en el sistema, sin remedio, como la soga del suicida que al tiempo lo sostiene y al tiempo lo ahorca, se desbocó a niveles sin precedentes.

El neoliberalismo no fue en realidad una opción entre otras, sino la fuga natural del animo de mayores ganancias en el contexto de una atmosfera político-social que, creyeron, ellos, permitía operar sin remilgos donde mas fácil, menos costoso y mas rápido se obtenía beneficios.

En pocas décadas, la estructura interna del capitalismo se deslizó, sin resistencia apenas, de un complejo productivo interconectado y asistido por un sistema de financiación, a la pura especulación financiera. Cuando ya se especulaba con lo que ni tan siquiera era susceptible de especulación, los elementos tóxicos se distribuyeron por todo el organismo a escala planetaria. A determinada concentración, los pistones de la caldera no dieron avio; ni podían aliviar, ni podían inyectar mas, no era posible descender porque en la subida se había destruido la escalera, y sobrevino la catástrofe, la peor crisis desde la 2ª Guerra Mundial.

Detrás de la estadística, fría como un diagnóstico ? la cabeza en el horno, los pies en la nevera, ¿estado medio?: compensado- están las fiebres vertiginosas del desempleo -por decenas de millones-, la explotación brutal del trabajo ajeno, la derogación de derechos, la decadencia en todos los ámbitos de la vida social, las plagas de la miseria y el hambre a escala de maldición bíblica? el planeta mismo amenazado de cerca en todas sus fuentes de vida y, por añadidura, en alerta roja la propia supervivencia del ser humano. ¡ El Rey está desnudo¡.

Como suele suceder, tras los cambios en la condiciones de vida, con mayor o menor inmediatez, viene la revolución en las conciencias, caen paradigmas y altares, santos y peanas ruedan por los suelos, y las gentes, inevitablemente, son empujadas a la política. No en vano, la política es la manisfetación más condensada de la economía y de las condiciones materiales de existencia.

Se ve ahora con otros ojos al capitalismo, se le mira con la máxima desconfianza y se observa con vista distinta a las posiciones anticapitalistas. Se percibe, también que los muertos de aquel funeral gozan de buena salud.

Es el deshielo en los países capitalistas desarrollados. En los otros, particularmente en America Latina, ya llevan rato las aguas limpias, por aquí y por allá, arrojando satrapas y oligarcas por el sumidero de la historia. Allí trasladó primero el capital globalizado ?-el imperialismo- los ciclones de su crueldad y de su crisis. Y allí encontró la horma de su zapato. Los vendavales desatados se tornaron vientos en cola para el movimiento popular.

No es el deshielo de Ehrenbúrg, pero como en el de su novela, se derriten los glaciares y se liberan nuevas fuerzas creadoras. Confiemos que tengan mejor porvenir que el narrado por el gran escritor.

La cobertura ideológico-cultural del sistema, se va a caballo, los valores del capitalismo tienen las venas cortadas, pierden la hegemonía a chorros. La social democracia de derecha, que tan buenos servicios ha venido prestando para el desarme ideológico de la clase antagonista ha sido conducida, por su propia munición trazadora, al terreno que menos deseaba para la lucha política. Compartió el neoliberalismo y ahora se encuentra sin ideología ?ni tan solo la reformista- , arrastrando los pies, con la pólvora mojada, cómplice, cuando no protagonista, de la construcción del edificio que se derrumba sobre su cabeza. Los acontecimientos la desbaratan, en Alemania, en Portugal, en Inglaterra? y, por lo que se ve, también en España.

El momento de viraje ha llegado a Canarias. La formidable -por su valor cuantitativo y su significado cualitativo- manifestación del 1º de Mayo fue como un toque de diana. Era impensable, apenas unos meses antes, un agrupamiento de tan amplio consenso y resonancia como el expresado en “OTRA CANARIAS ES POSIBLE”, ni siquiera se le ocurría, al más optimista, planteárselo con empeño.

El deshielo, la activación de fuerzas dormidas, el retoñar de nuevas energías, el transito hacia la izquierda de no pocos que hasta ayer participaban de políticas muy distantes, la posibilidad de plataformas unitarias, de democracia avanzada, que vinculen a un amplio arco socio-político? ese es ya su significado, y no es poco, con independencia de cual sea su próximo recorrido. No habría perdón si todo ello se malparara.

Habrá que cuidarse ahora de los diletantes, de los que ni lavan ni prestan la batea, del sectarismo, de frivolidades? Habrá que protegerse de los seres incorpóreos que atraviesen, invisibles, el cristal de la lucha política sin romperlo, ni hacerse un rasguño, a los que solo se les oía en sesiones de psicofonía, y reaparecen en el mundo terrenal, -en estas ocasiones sucede a menudo- como por ensalmo, en carne y hueso, para instalar puestos de peaje que perturben el transito a la izquierda, expidiendo o negando credenciales, y, llegado el caso, para dinamitar los puentes y, después, abducidos, retornan al éter, vigilantes, hasta la próxima.

Habrá que cuidarse, desde luego, del miedo patológico a avanzar, y también de lo contrario, de los entusiasmos voluntaristas que van más allá de la razón, de las místicas unitarias que contradicen los mínimos necesarios de coherencia y que, a fuerza de juntar ramas, terminan tumbándose al árbol.

Las contradicciones internas del capitalismo no se detuvieron en el golpe devastador que asestaron a su contrario en la última década del siglo XX. Más al contrario, rotos los diques que imponían concesiones y cierta prudencia, la voracidad, que actúa en el sistema, sin remedio, como la soga del suicida que al tiempo lo sostiene y al tiempo lo ahorca, se desbocó a niveles sin precedentes.

El neoliberalismo no fue en realidad una opción entre otras, sino la fuga natural del animo de mayores ganancias en el contexto de una atmosfera político-social que, creyeron, ellos, permitía operar sin remilgos donde mas fácil, menos costoso y mas rápido se obtenía beneficios.