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Dimitrov y la V Internacional

Joaquín Sagaseta / Joaquín Sagaseta

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Amenazado muy de cerca por la pena de muerte, Dimitrov se alzó como un gigantesco exponente de la lucha contra el nazi fascismo.

No pasó mucho tiempo para que el propio Goering fuera condenado a muerte en Nuremberg por los más espantosos crímenes que ha conocido nunca la humanidad. Solo que en esta ocasión el arrogante nazi, se empequeñeció hasta transformarse en una piltrafa que se negaba a si mismo y, derrotado, desertaba de los ideales que condujeron al matadero a mas de cuarenta millones de seres humanos.

En el centro mismo del infierno judicial hitleriano, el bribón de Dimitrov espetó al tribunal lo que Goering y demás jerarcas nazis, desde las antípodas ideológicas, ni siquiera fueron capaces de insinuar en Nuremberg: ?la victoria del comunismo es indudablemente el sentido de mi vida. Quisiera vivir por lo menos veinte años mas para el comunismo y después morir tranquilo. Precisamente por eso, no por consideraciones sentimentales, soy adversario decidido de los métodos del terror individual y del putchismo?( JD apuntes para la primera intervención ante el tribunal. El Proceso de Leipzig . Edt. Ciencias Sociales La habana 1974).

Durante años fue electo como diputado comunista y autoridad municipal de Sofía, máximo dirigente de los sindicatos, el comunista más reconocido en su país. Se encontraba refugiado en Alemania tras el fracaso del levantamiento revolucionario de Bulgaria en Septiembre de 1923 por lo que fue condenado a muerte. Los fascistas búlgaros en pocos meses bañaron el país en sangre, asesinaron a mas de 20.000 comunistas. Dimitrov se les escurrió entre los dedos.

Desde 1930 pasó a desempeñar las más altas responsabilidades en la 3ª Internacional y la dirección de su sección para los países de Europa occidental.

El fascismo se consolidaba y propagaba imponente de un lado a otro del Continente sembrando siniestros presagios de guerra, terror y liquidación de libertades democráticas y conquistas obreras. El coraje y la inteligencia con la que Dimitrov cambió los papeles pasando de acusado a acusador, convirtió el proceso de Leipzig en un acontecimiento de extraordinaria dimensión mundial, en una denuncia demoledora del nazismo y en el motivo de una formidable tempestad de solidaridad antifascista donde cabe destacar la entrega y disposición de Romain Rolland y Enry Barbusse.

En la prensa obrera y comunista de la época era frecuente que la figura de Dimitrov apareciera asociada a la de los fundadores, con Marx, Engels y Lenin. Y también con la de Stalin. Este último, dicho sea de paso, nunca prestó gran atención a las cuestiones de la Internacional.

Alejo Carpentier refleja aquel episodio con magnifica literatura:

Pero cuando, en proceso abierto contra los presuntos incendiarios la aparatosa tragedia bufa de Leipzig se fue concentrando en la voz de Dimitrov, millones de espectadores, asiduos de su propia expectación, empezaron a prorrumpir en ovaciones ante replicas implacables, sarcásticas, restallantes, acusadoras ? el reo se nos tornaba juez- , valientes en grado increíble, de quien, por salvar su cabeza, se jugaba su cabeza ?el todo por el todo- en cada frase arrojada a la faz del tribunal. No. Todo no está perdido. Podrían las criaturas del Mein Kampf buscar u remedio a su despecho haciendo decapitar a Van Der Lubbe -un perturbado holandés también acusado y ejecutado- todavía quedaban en Europa hombres del temple de Dimitrov para salvar la dignidad de la condición humana“. ( A.C. La consagración de la primavera)

Siendo todo ello mas que bastante, el significado adquirido por J. Dimitrov en el movimiento comunista, tiene un alcance considerablemente mayor.

Ya antes del famoso proceso, aparecía Dimitrov profundamente aleccionado por la desviación izquierdista que condujo al partido de los comunistas búlgaros a la neutralidad frente al golpe que derrocó al gobierno campesino pequeño burgués de Stambolisky ?con el que los obreros y sindicatos habían tenido muy graves enfrentamientos- en junio de 1923 y la reacción sangrienta que le sucedió:

Camaradas en mis 35 años de vida revolucionaria he cometido no pocos errores, pero lo que no puedo nunca olvidar, ni perdonarme, es el primer error que cometimos el 9 de junio de 1923 al adoptar en el momento del golpe de estado la posición llamada “ neutral” (J:D: Obras escogidas T.1 pag. 576 Akal 1977).

Venciendo con paciencia, valentía intelectual y extrema habilidad, las fuertes resistencia que se le oponían desde dentro de las esferas dirigentes de la propia internacional, Jorge Dimitrov se colocó a la cabeza de los que se propusieron un cambio radical de estrategias y tácticas.

Pese al severo reflujo sufrido tras los sucesivos fracasos de los grandes movimientos revolucionarios que sacudieron Europa entre 1918 y 1924, el movimiento comunista, en términos generales, continuó sosteniendo, hasta la mitad de la década de los años treinta, la dictadura del proletariado y la republica de los soviets como consigna al orden del día. No faltaron, ciertamente, disidencias y excepciones que eran tratadas, por lo común, sin piedad, forzando rectificaciones y arrepentimientos cuando no promoviendo expulsiones.

Los efectos liquidadores de la concepción estrategicista afectaban como un tumor todas las ramificaciones de la lucha de clases: menosprecio de las reivindicaciones parciales y de la lucha económica, estrechez sectaria de la política de alianzas ?frente unido desde abajo y socialfascismo- división sindical, concepciones conspirativas, voluntarismo?

Sin duda, el entreguismo anticomunista de la 2ª Internacional contribuyó de forma decisiva a nutrir aquellas desviaciones, pero en modo alguno las justificaba. Cabría tal vez repetir también aquí aquel juicio de Lenin sobre la actuación de los anarquistas: el anarquismo representa con frecuencia la expiación de los pecados oportunistas de derecha del movimiento obrero (VI Lenin La Enfermedad infantil del “izquierdismo”).

El resultado fue, seguramente, con la excepción de Alemania, donde a la postre los mismos errores facilitaron la tragedia, un pronunciado deslizamiento a la marginalidad y aislamiento de los comunistas.

Todo aquello se lo representaba para Dimitrov como la incomprensión de la naturaleza del fascismo, ni se comprendía el significado histórico de las libertades democrático-formales, ni se entendía la táctica comunista, ni se compartía el leninismo, ni se valoraban correctamente los diferentes alineamientos de la socialdemocracia, ni a esta en su conjunto. Ni, de suyo, se podía acertar así en la política de alianzas imprescindible ante el cambio vertiginoso por donde cursaba la historia.

La Estrella Polar seguía siendo la misma, y en su dirección se realizaban los mayores sacrificios, solo que el norte se confundía con los otros puntos cardinales.

Y lo que era peor, se andaba a ciegas ante lo que se venía encima. A Dimitrov le resultaba singularmente disparatado concebir el fascismo como preludio natural de la dictadura del proletariado, tesis que gozaba de no poco predicamento en algunos círculos dirigentes de la 3ª Internacional:

El fascismo en el poder, camaradas, es la dictadura terrorista abierta de los elementos mas reaccionarios, mas chovinistas y mas imperialistas del capital financiero (?)

(?) a nosotros no puede, en manera alguna, sernos indiferentes el régimen político (?)

(?) defenderemos palmo a palmo las condiciones democráticas arrancadas por la clase obrera en años de lucha tenaz y nos batiremos por ampliarlas (?)

(?)¡ cuántas victimas costó conseguir el derecho de huelga, la existencia legal de sindicatos, de libertades, de las libertad de reunión y de prensa, el derecho al sufragio! (?)

Dimitrov llegó a plantear :

(?) estamos dispuestos a renunciar a la creación de fracciones comunistas en los sindicatos si ello es necesario en interés de la unidad sindical. Estamos dispuestos a tratar acerca de la independencia de los sindicatos unificados respecto a todos los partidos. A lo que nos oponemos resueltamente es a todo lo que signifique hacer depender a los sindicatos de la burguesía (?)

( J. D. Discurso de resumen ante el VII Congreso de la Internacional Comunista. OE Akal 1977).

La personalidad de Dimitrov como dirigente comunista se había agigantado hasta alturas imbatibles ?Bujarin había sido apartado de la IC-. Reunió las fuerza suficientes para que prevaleciera un cambio de estrategia que, en todo caso, la gravedad del momento, el sentido de responsabilidad de muchos dirigentes, los deslindes en el campo de la socialdemocracia y, ante todo, la propia presión de las masas ya venía imponiendo, a diferentes escalas, por allí y por acá.

Hoy provoca perplejidad, y no deja de resultar ejemplificador, que hubieron de transcurrir mas de dos años desde el triunfo de Hitler en 1933 ?dos años jalonados de asonadas y avances fascistas en todo el Continente, y fuera de el- para que fuera definitivamente asumida, en el VII Congreso de la Internacional la nueva estrategia de frente único y popular y de defensa de las libertades democráticas.

Sobre el VII Congreso y su significado dice Dolores Ibarruri en sus Memorias:

En aquel histórico Congreso, el camarada Dimitrov, secretario general de la Internacional, bien conocido en el mundo por su conducta digna y heroica frente al hitlerismo, golpeó con audacia revolucionaria los viejos males sectarios y rutinarios que afectaban al movimiento comunista y que se mantenían a pesar de la critica demoledora realizada por Lenin en La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo.

El VII congreso de la IC representó un profundo cambio en los conceptos, en los métodos de lucha, en la táctica de los partidos comunistas y repercutió favorablemente en el movimiento obrero internacional y en el desarrollo de las fuerzas democráticas en todos los países (consideraciones análogas repite en otros pasajes de las memorias).

La nueva estrategia, al prender en el campo fértil de la contradicción que había pasado a primer plano y al ser asumida por lo más bregado y resuelto del movimiento obrero y de la intelectualidad, tuvo un efecto inmediato, cruzó los océanos como un rayo, y, por donde fuera, se liberaron inmensas energías.

En poco tiempo gran parte de los partidos comunistas dejaron de ser almas despechadas, penando por los pecados del oportunismo de derecha que no habían cometido, para transformarse en fuerza de masas, levadura de la unidad obrera y progresista frente al fascismo, en defensa de las conquistas sociales y de la democracia.

Cabe suponer que cualquier momento parece adecuado para rememorar la figura de Dimitrov, su lugar y el significado del VII Congreso de la Internacional Comunista. El 60 aniversario de su fallecimiento se cumplió recientemente.

Ahora, cuando las líneas de la confrontación conciernen a cuestiones que amenazan a la propia existencia de la humanidad, cuando son muy amplias las bases interesadas en los cambios radicales, cuando la naturaleza del capitalismo nos pone a todos al borde de los abismos ?cuando resulta indiscutible no ya la necesidad para el progreso, sino la urgencia vital de globalizar la solución socialista y organizar a escala planetaria la resistencia?cuando el presidente Chaves alerta de la emergencia y llama a la creación de la V Internacional para hacerle frente?seguramente, ahora, sea también un buen momento para invocar la iniciativa creadora de Dimitrov. Su amplitud de miras, su apego a la necesidad, su disposición para asumir las cosas en su movimiento real? son fuentes informadoras de indudable valor.

Las políticas unitarias, manifestación esencial de la lucha de clases, no son un acto de pura voluntad, por mucho que la voluntad sea necesaria, cristalizan en cada momento en torno a las contradicciones que pasan a primer plano. Su propio desarrollo, entre contradicciones, depura, y homogeniza a la vez, a sus agentes sociales y políticos. La lógica interna de la lucha desatada eleva continuamente el punto de mira y acerca, inevitablemente, si se quiere evitar la derrota, el vínculo entre la contradicción principal de cada momento con la fundamental del sistema que la origina.

La V Internacional, no se plantea, al menos en estos primeros esbozos, como internacional obrera pero respeta la independencia ideológica y orgánica de la clase, expresa a nivel muy superior las líneas mas avanzadas de la táctica de los partidos obreros y del movimiento progresista , comprende los objetivos estratégicos y las reivindicaciones presentes del movimiento popular y, además, la de un conjunto de grupos sociales y concepciones ideológicas que se juegan el todo en la lucha contra el capitalismo en su fase actual. Ahí está su necesidad, ahí la audacia de la iniciativa y ahí residirá su fuerza.

Las actas taquigráficas que reproducen la intervención de Dimitrov concluyen: fuertes y prolongados aplausos. Ovación de toda la sala puesta en pie.

Por su parte, Luis Bilbao, que estuvo presente el 20 de noviembre del 2.009 en el hotel Humbolt de Caracas nos cuenta:

Nada sorprende más que lo esperado durante mucho tiempo. El grueso de quienes escuchaban a Chaves el 20 de noviembre del 2.009 saltó como un resorte oprimido al que libera de pronto la palabra mágica: una ovación espontánea, cargada de asombro y complacencia, manifestó del modo más elocuente un respaldo que antes de todo responde a una necesidad siempre sentida, casi nunca expresada.

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