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OPINIÓN | Aldama, bomba de racimo, por Antón Losada

¿Fue el 26M un domingo más en las islas del Atlántico?

Las elecciones celebradas el pasado 26M dejan unos resultados aterradores para la gente progresista del país que rechaza a la socialdemocracia de derechas. A sabiendas que todos conocemos los resultados, únicamente citaré, a modo ilustrativo del desastre, los resultados de Unidas Podemos en algunas Comunidades Autónomas: Madrid en la que se pasa de 27 a 7 escaños, Castilla y León de 10 a 1, Cantabria de 3 a no tener representación…

Anteriormente, en las elecciones generales de abril, publicaba que Unidas Podemos, con aquellos resultados, se había quitado la soga del cuello, pero resultaba imprescindible: una vuelta al origen programático como punto de partida; marcar distancia con el “aliado socialista”; y conseguir pasos del movimiento efectivo, los cuales son más importantes que un centenar de entrevistas, programas y publicaciones en redes sociales (como exigir la derogación de las reformas laborales, antes que cualquier negociación de investidura o apoyo presupuestario).

Ahora, con estos resultados creo que, no solo es que tenga la soga apretada al cuello, sino que los pies están en el aire. Por consiguiente, en estos momentos seguir la línea expresada es una cuestión existencial, y no ya para salvar el partido, sino para salvar el movimiento y poder tener un punto de partida para el futuro.

Seguir con posiciones tibias o insistir en un gobierno de coalición con la formación liderada por Sánchez, que no se va a dar, son errores tácticos que ahora te pueden costar la supervivencia. Las políticas socialdemócratas no solo en este país, sino en toda Europa, están perfectamente definidas, siempre cortando por lo blando. Por consiguiente, aquellos que defendemos una transformación social, es decir, cortar por lo duro, no podemos conformarnos con esos pequeños parches. En síntesis, es preciso ver al PSOE tal como es y no tomar lo deseado por real.

Hay que mantenerse firme, no traficar con los principios, no ceder al chantaje de siempre (o nosotros o la derecha), ni tener miedo a quedarse solo en el Parlamento. Es más, quedarse solo, cuando se defienden causas justas en pro de los desfavorecidos, no es un defecto, es una virtud. El águila vuela sola; el cuervo en bandadas.

En las últimas elecciones generales se pasó de ser un río caudaloso a un afluente, y hace quince días en las municipales, autonómicas y europeas, el afluente se escondió bajo tierra. A mi juicio, las próximas decisiones políticas de Unidas Podemos marcarán si comienza a emerger de la oscuridad o, por el contrario, se pierde para siempre en el subsuelo.

Por otro lado, si ponemos una lente de aumento en la Comunidad Autónoma de Canarias, ver los nefastos resultados y esperar un tiempo prudencial, sin éxito alguno, para escuchar un balance político de lo acontecido y una autocritica profunda por parte de la secretaria general y su equipo de coordinación, solo cabe preguntarles: ¿Fue el 26M un domingo más en las islas del Atlántico?

Tras perder tres escaños en el Parlamento Canario respecto a las anteriores elecciones autonómicas, tras pasar de ser la segunda fuerza política en el Archipiélago en las elecciones generales de hace un mes a ser la quinta fuerza política en éstas, uno les pregunta: ¿Estiman que las canarias y los canarios dejaron de ser progresistas en un mes?

A mi juicio, tales resultados reflejan la pérdida completa de la legislatura anterior. No hay trabajo acumulado en esos cuatro años, han desaprovechado un tiempo precioso para lograr poder de implantación y no han conseguido convertirse en el vehículo político que canalice las reivindicaciones de los múltiples colectivos sociales y laborales que se encuentran con el agua al cuello en Canarias. Estas cuestiones ocurren cuando se piensa más en ocupar puestos en Consejerías, que en realizar denuncias políticas múltiples y de actualidad que abarquen todos los terrenos. Son estas denuncias las que permiten generar conciencia política y actividad revolucionaria.

Una secretaria general debe tener una formación ideológica, una solidez y una experiencia en la lucha social y política que le permita prever y anticipar lo que al resto se le escapa. Pues bien, en Canarias justamente se produce lo contrario, la dirección autonómica no ve lo que todo el mundo ve. Solo así se pueden explicar las inacciones manifiestas y la infinidad de posiciones disparatadas como, por ejemplo, aquel acuerdo con PP, PSOE y NC para la reforma del sistema electoral, cuando la única posición defendible es eliminar las 7 circunscripciones insulares, dejando una sola lista autonómica.

La realidad es que en estas elecciones se dieron unos resultados similares, sino iguales a los que hubiesen acontecido sin reforma alguna, volviendo a dejar la decisión de quién gobernará Canarias durante los próximos 1.460 días, en manos de un partido que ha sacado menos del 1% de los votos: ASG, la cual sigue liderada por un señor a quien muchos gomeros apodan “Curbelone”.

Como el avestruz, esconden la cabeza bajo el ala y se imaginan que con eso han hecho desaparecer aquel domingo de mayo. Si me encontrara en sus pellejos, mi dimisión ya tendría la tinta seca desde hace días.

Todo esto no lo digo para el mal de nadie, sino para el bien de todos.

Las elecciones celebradas el pasado 26M dejan unos resultados aterradores para la gente progresista del país que rechaza a la socialdemocracia de derechas. A sabiendas que todos conocemos los resultados, únicamente citaré, a modo ilustrativo del desastre, los resultados de Unidas Podemos en algunas Comunidades Autónomas: Madrid en la que se pasa de 27 a 7 escaños, Castilla y León de 10 a 1, Cantabria de 3 a no tener representación…

Anteriormente, en las elecciones generales de abril, publicaba que Unidas Podemos, con aquellos resultados, se había quitado la soga del cuello, pero resultaba imprescindible: una vuelta al origen programático como punto de partida; marcar distancia con el “aliado socialista”; y conseguir pasos del movimiento efectivo, los cuales son más importantes que un centenar de entrevistas, programas y publicaciones en redes sociales (como exigir la derogación de las reformas laborales, antes que cualquier negociación de investidura o apoyo presupuestario).