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La esquizofrenia del PP

Las penúltimas declaraciones de Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular, y por lo tanto número 2 del partido, han hecho temblar los cimientos del Estado, y jueces, fiscales y policías han puesto el grito en el cielo, y la mirada en la tierra, y no le arriendo las ganancias al PP cuando en septiembre se reanude el curso político. Lo que parece claro es que una buena parte del PP se ha convertido en una mafia política, y que trata de esconder sus escándalos de corrupción con un ataque en toda regla a las instituciones del Estado de Derecho.

Dolores de Cospedal, en un alarde de cinismo, acusa al Gobierno de dar órdenes de espiar a altos cargos del PP, cuando precisamente son los populares los expertos en espionaje político, y ahí están los escándalos en la Comunidad de Madrid, que Esperanza Aguirre trata de tapar con escaso éxito. No tenemos que irnos muy lejos, porque aquí en Canarias José Manuel Soria espió y grabó al empresario Francisco Benitez Cambreleng, y Pepa Luzardo hizo lo mismo con el gerente de Guaguas, Sebastían Sansó, y nada digamos de la ex-concejal de Mogán, Onalia Bueno, que llegó a espiar a la actual jefa superior de policía, Concepción de Vega. ¡Manda trillos!

Vamos a ver hasta donde llegan con sus escándalos y sus ataques a la democracia estos esquizofrénicos de la política. La verdad es que la situación es preocupante, y para la propia derecha, que se puede ver en un futuro no lejano desarbolada y con una fuerte ucedización en sus cimientos.

Las penúltimas declaraciones de Dolores de Cospedal, secretaria general del Partido Popular, y por lo tanto número 2 del partido, han hecho temblar los cimientos del Estado, y jueces, fiscales y policías han puesto el grito en el cielo, y la mirada en la tierra, y no le arriendo las ganancias al PP cuando en septiembre se reanude el curso político. Lo que parece claro es que una buena parte del PP se ha convertido en una mafia política, y que trata de esconder sus escándalos de corrupción con un ataque en toda regla a las instituciones del Estado de Derecho.

Dolores de Cospedal, en un alarde de cinismo, acusa al Gobierno de dar órdenes de espiar a altos cargos del PP, cuando precisamente son los populares los expertos en espionaje político, y ahí están los escándalos en la Comunidad de Madrid, que Esperanza Aguirre trata de tapar con escaso éxito. No tenemos que irnos muy lejos, porque aquí en Canarias José Manuel Soria espió y grabó al empresario Francisco Benitez Cambreleng, y Pepa Luzardo hizo lo mismo con el gerente de Guaguas, Sebastían Sansó, y nada digamos de la ex-concejal de Mogán, Onalia Bueno, que llegó a espiar a la actual jefa superior de policía, Concepción de Vega. ¡Manda trillos!