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El euskera como Meryl Streep
Curiosamente, en Bilbao, una gran parte de los asistentes, en su mayor número nacionalistas, ratificaban su apoyo a un Obama en cuya Convención de Denver habían estado presentes, tanto representantes del PNV como del PSOE. Además, el debate se hacía bajo el paraguas de una Fundación que siguiendo las descalificaciones que se hacen contra Sabino Arana, jamás hubiera debido organizar un debate internacional de esas características. Según el dicho al uso, el horizonte político e intelectual del fundador del nacionalismo vasco, no pasaba del monte Pagasarri. Una más de las distorsiones y de los tópicos en los que vivimos.
Lo malo fue que quién organizó tan brillantemente el acto de Donosti se olvidó de aquello de “obras son amores y no buenas razones”.
En Madrid a Eduardo Galeano le acaban de conceder la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes y, su último libro, “Espejos” ha agotado cinco ediciones desde la pasada primavera. “Las venas abiertas de América Latina” anunció hace mucho tiempo lo que está pasando ahora. De niño le contaron en clase que Núñez de Balboa había sido “el primero” que, desde Panamá, vio a la vez los océanos Atlántico y Pacífico. Galeano levantó la mano: “los indios que vivían allí, ¿eran ciegos?”. Lo echaron de clase.
Quién nunca haría un comentario tan agudo como éste sería Antonio Basagoiti. A pesar de su eufónico apellido euskérico dijo hace un mes que el euskera era un idioma que no servía para nada. Lo procedente al parecer es estudiar inglés. Siguiendo ese argumento, tampoco el castellano, serviría para mucho, ni tan siquiera el inglés, porque es el chino el idioma más hablado del mundo. Y no se que daño le puede hacer a un crío saber euskera, castellano e inglés, como salen hablándolo nuestros chavales de las ikastolas.
Y es que conviene recordar que el euskera lleva aquí una serie de miles de años. Luego llegó el castellano y ahora, la ley dice que esta comunidad es bilingüe. En el túnel del tiempo fue monolingüe, hasta que sucesivas influencias y conquistas redujeron el idioma de los vascos (la lingua navarrorum) a la aldea, y, aunque apareciera en las “Glosas Emilianenses” al mismo nivel que el castellano, la realidad fue desgraciadamente otra. Sin ir tan lejos llegó la dictadura y quitó este idioma originario hasta de las lápidas de los cementerios. A otro nivel, yo, que fui bautizado y registrado como Iñaki Mirena, en el Colegio fui Ignacio María. Porque sí. Había habido una victoria militar.
Ahora nos dicen que recuperar el euskera está muy bien pero no tiene que ser obligatorio. ¿Y cómo se logra un bilingüismo efectivo de esta manera tan amable con ocho televisoras, veinte radios, treinta periódicos, y una calle llenando el aire de palabras en castellano todo el día?. Quizás dentro de doscientos años, igual se lograría que alguien se pusiera a pensar como Galeano y dijera si aquí no había habido unos “indios” que también vieron antes el mar y que respetar y amar al hermano enfermo es signo de cultura, de respeto y de inteligencia política.
También ese día 2, en Madrid y justo en el momento en el que López leía en el Palacio de Miramar de San Sebastián su declaración a favor de la promoción del euskera “sin sectarismos”, tenía que haberse leído en el Congreso de los diputados la conocida como Declaración de París; una proclama suscrita por los responsables de Política Lingüística de los Gobiernos de Euzkadi, Catalunya y Galicia, en la que se solicita al Gobierno de Zapatero un compromiso más efectivo y firme con la realidad plurilingüe del Estado español.
Sin embargo, la curiosa coincidencia no pudo producirse. El acto de Madrid hubo de suspenderse porque así se lo impusieron al representante gallego, que pertenece a un departamento gobernado por el Partido Socialista. Alguien vetó el acto. No sé si la orden vino de Ferraz o de La Moncloa, pero es indudable que la dictó la cúpula socialista. No consideraban oportuno hacer una declaración favorable al plurilingüismo en una coyuntura política como la que vivimos.
Una semana después, Andoni Ortúzar, Presidente del B.B.B., con alcaldes y concejales nacionalistas de la margen izquierda acordó la realización de la prueba del algodón en los ayuntamientos socialistas para la propuesta de López, no sin antes demostrar que en aquellos ayuntamientos donde gobierna el PSE encuentran una total falta de compromiso con una de las dos lenguas oficiales ya que el porcentaje destinado al euskera es el 0'5%. Como se ve, una cosa es predicar y otra dar trigo.
Nadie puede estar en desacuerdo cuando propone López una convivencia civilizada entre el euskera y el castellano en Euzkadi. Una convivencia alejada de ideología y de politizaciones. El problema radica cuando se le pregunta al líder del PSE cómo piensa hacerlo y se llega a la conclusión que lo que procede es que los vascos en general dejen de reclamar que ambos idiomas tengan la misma posición en ámbitos de la vida cotidiana y en la Administración.
A partir de esta propuesta lo que el PSE denomina “libertad” es que, dado por descartado el dominio del castellano en el ámbito de lo exterior, cada quién, en su vida, hable el idioma que le de la gana. Pero planteado así, lo que en realidad se programa es una muerte a corto plazo para un idioma que para algunos sólo es una curiosidad lingüística. El euskera.
Mientras, dígase lo que se diga, el euskera, robándole a Meryl Streep una bella expresión que dijo en Donosti en su visita al Festival de Cine, “es la chica que espera que le saquen a bailar”. Buena imagen para un código de comunicación cuyo origen es desconocido, aunque algunos quisieran conocer su fin. O por lo menos hacen lo imposible, ahora con bellas palabras, para que quienes lo tienen saliendo de la respiración asistida no sigan dando la vara.
Iñaki Anasagasti
Curiosamente, en Bilbao, una gran parte de los asistentes, en su mayor número nacionalistas, ratificaban su apoyo a un Obama en cuya Convención de Denver habían estado presentes, tanto representantes del PNV como del PSOE. Además, el debate se hacía bajo el paraguas de una Fundación que siguiendo las descalificaciones que se hacen contra Sabino Arana, jamás hubiera debido organizar un debate internacional de esas características. Según el dicho al uso, el horizonte político e intelectual del fundador del nacionalismo vasco, no pasaba del monte Pagasarri. Una más de las distorsiones y de los tópicos en los que vivimos.
Lo malo fue que quién organizó tan brillantemente el acto de Donosti se olvidó de aquello de “obras son amores y no buenas razones”.