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Franco no ha muerto
Franco está en la cabeza de los historiadores (es un decir) Carlos Iniesta y José Martín Brocos que participaron en la redacción del Diccionario Biográfico Español editado por la Real Academia de la historia y pagado con más de 6 millones de euros de presupuestos públicos. Iniesta y Brocos llaman “terroristas” y “bandoleros” a los maquis. Exactamente los términos que usaba Franco para referirse a la resistencia armada contra la dictadura.
El dictador también está en la cabecita del sacerdote y profesor de historia Angel Martín Rubio, que en el mismo diccionario se encarga de la entrada sobre el teniente general Antonio Martín Aranda, compañero de Franco en la dura represión contra los huelguistas de Asturias en 1934 que provocó la muerte de más de 3000 trabajadores y cerca de 20.000 detenidos. Según Rubio el militarte Martín Aranda “consiguió en poco tiempo la pacificación de Asturias”.
Por supuesto que Franco está en las neuronas del historiador Luis Suárez Fernández, que escribe cinco páginas dedicadas al caudillo de España que “Montó un régimen autoritario, pero no totalitario, ya que las fuerzas políticas que le apoyaban, Falange, Tradicionalismo y Derecha, quedaron unificadas en un Movimiento y sometidas al Estado.” El dictador fue un militar “inteligente y católico”.
Con esa visión de Franco no debe extrañarnos que los demócratas se conviertan en dictadores. Otra entrada del diccionario escrita por Carlos Seco Serrano habla de la II República española diciendo que “(Azaña) se vio anulado por la iniciativa revolucionaria de las sindicales obreras armadas, pero se le mantuvo en el poder para que llenase, de cara a Europa, la imagen de un republicanismo democrático. [...] Su situación se agravó durante el Gobierno, prácticamente dictatorial, del socialista Negrín, en coalición con los comunistas”.
Para cambiar el perfil real de los personajes de la historia de España es necesario cambiar los hechos. En la entrada dedicada al socialista Julián Besteiro, por Manuel Álvarez Tardío señala que en julio hubo “un pronunciamiento militar fallido y el desmoronamiento de la legalidad republicana desembocaron en una guerra civil.” Así que el golpe de Estado de Franco en Canarias no existió, la rebelión de militares fascistas en 1936 no se produjo, lo que hubo fue un “desmoronamiento de la legalidad republicana”.
El nuevo Diccionario Biográfico Español fue presentado la semana pasada por la ministra de Cultura González-Sinde y por el Rey de España. En la presentación el director de la Real Academia de la Historia dijo que “nos sentimos deudores de Aznar” porque fue su gobierno (con Esperanza Aguirre como ministra de Cultura) el que aprobó el patrocinio del diccionario. No sé si hace falta decir que el gobierno de Aznar está retratado con la misma admiración que la dictadura de Franco, y que habla de la derrota electoral del PP de 2004 como la consecuencia la manipulación que hizo la oposición socialista del accidente del Prestige y de los atentados del 11-M.
La ministra González-Sinde ha pedido que se revisen los textos que carecen de objetividad. El presidente de la Academia de la Historia ha defendido el trabajo de los historiadores elegidos. El autor de la entrada de Franco, Luis Suárez, está vinculado a la Fundación Francisco Franco y es presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos, dicho sea sin ánimo de señalar. La redacción de la entrada sobre Leticia Ortiz se encargó a la Casa Real. Reconocidos biógrafos de Negrín o de Prieto no han sido invitados a participar en este diccionario que tiene un marcado sesgo franquista.
El historiador y asesor de la Fundación Juan Negrín, Sergio Millares, mostraba ayer en El Correíllo de CANARIAS AHORA RADIO su asombro por los disparates del Diccionario Biográfico Español. Decía Millares que en Alemania sería inconcebible la publicación de un libro revisionista que negara los crímenes de los nazis. “Sus autores no sólo no recibirían el apoyo económico del gobierno, sino que irían a la cárcel”. En España ocurre exactamente lo contrario. Falange Española es un partido legal que ayer daba su apoyo al diccionario que no será retirado y quien se debe sentar en el banquillo de los acusados es un juez que intentó investigar los crímenes de la dictadura franquista. Lo dicho, españoles, Franco no ha muerto.
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Juan Garcia Luján
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