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La Inteligencia Artificial que desconocía Canarias
Cuando se vive alrededor de un entorno concreto, en mi caso el tecnológico, se cae a veces en la suposición errónea que un asunto popular dentro de tu burbuja es conocido por la generalidad de las personas. La presunción crece cuando más de un medio generalista habla de ese tema en boga, sin pensar que son muchas las personas que desconectan al oír hablar de temas especializados, en particular, cuando se trata de tecnología. Aunque resulte forzado, por tanto, voy primero a describir de qué escribo hoy, una aplicación llamada ChatGPT. Se trata de un programa de Inteligencia Artificial desarrollado por la compañía OpenAI, basado en el tratamiento del lenguaje natural, que tiene la capacidad de generar respuestas legibles y coherentes a un determinado requerimiento y en diferentes contextos de conversación.
El uso de ChatGPT está al alcance de cualquier persona que sea capaz de teclear una frase. Se le puede formular una pregunta (e.g. ¿Está la Luna habitada?) o darle una orden más compleja (e.g. Escribe un artículo de 200 palabras sobre la conquista de la Luna), y la aplicación proporciona una respuesta que puede considerarse, generalmente, ajustada al objetivo perseguido. ChatGPT puede incluso escribir poesía o redactar correos-e, o realizar cualquier actividad de escritura más o menos creativa. Son muchos los que califican a esta aplicación como una evolución de los buscadores de Internet que podría llegar a sustituir al mismo Google.
La sencillez de uso de la aplicación la ha convertido en viral, alcanzando el millón de usuarios en apenas una semana tras su lanzamiento. Tal ha sido su éxito, que por momentos experimenta una sobrecarga de usuarios que ralentizan su funcionamiento. Se llega incluso a la imposibilidad de acceso a ChatGPT durante largos periodos de tiempo. Es posible que les resulte difícil experimentar con ella, así que continuaré con un breve relato de mi experiencia.
Estuve haciendo de conejillo de indias de ChatGPT por unas horas, los resultados son, en general, ciertamente sorprendentes en disertaciones sobre asuntos que afectan globales. Sin embargo, comprobé que, cuando menos, sus creadores necesitan de una dosis de conocimiento de la geografía, política e historia de nuestro Archipiélago. Para empezar, la enumeración de las islas principales del Archipiélago se encuentra anclada en el primer Estatuto de Autonomía, no incluyendo a La Graciosa entre las mismas. La realidad regulatoria de la Comunidad Autónoma tampoco parece ser el fuerte de ChatGPT. Según la aplicación, la reclamación de la ecotasa por parte de Podemos es del todo innecesaria, ya que sus neuronas artificiales viven en la creencia que ya es pagada por los turistas. Finalmente, opté por probar sus conocimientos de historia. Tras ver en algún medio que se cumplía el décimo aniversario del fallecimiento de Antonio Cubillo, pregunte al programa informático por su biografía, en la que no solamente no acertó ni las fechas de nacimiento y muerte, sino que incluso le proclamó al líder independentista primer presidente de la Comunidad Autónoma.
Según el informe “Sociedad Digital en España 2022”, el 68,5% de los internautas españoles reconocen que confían mucho o bastante en la información que encuentran en la red. Algo similar ocurre en muchas partes del mundo. La confianza ciega en la información obtenida de Internet, hace preocupante una aplicación como ChatGPT aunque OpenAI recalque que se encuentra en una fase experimental. Existe poca información sobre cuáles son las fuentes de conocimiento de las que hace uso la aplicación y cuáles son los algoritmos que utiliza para priorizar unas sobre otras. No solo eso, en las respuestas que proporciona, tampoco ofrece información sobre cuáles de esas referencias ha considerado y cuáles ha rechazado a fin de poder otorgar más o menos credibilidad a los resultados. Y como muestra el caso de los conocimientos sobre Canarias, le queda aún recorrido para poder dar respuesta a las necesidades de comunidades locales.
Hay quien cuestionó la necesidad de una Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial. Aunque aplicaciones como ChatGPT estén en sus primeros pasos y puedan aceptarse fallos en su funcionamiento, justifican sobradamente que los organismos de control de la IA maduren al mismo tiempo que ellas. Una red internacional de organismos que velen por la transparencia y corrección de la próxima generación de algoritmos, es necesaria para alcanzar una digitalización centrada en las personas. Esta labor de supervisión es especialmente relevante en las aplicaciones que se utilicen en servicios de información y difusión de conocimiento para audiencias generales, donde nos jugamos la memoria colectiva y disponer de una sociedad informada y formada, y con ello la buena salud de la democracia y las libertades.
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