Espacio de opinión de Canarias Ahora
'En memoria de las que no están'
Este 25N, más que ningún otro, por razones políticas y también personales -lo personal es político- se me acumulan datos y razones por las que seguir luchando y reivindicando una sociedad verdaderamente igualitaria y libre de violencias machistas contra las mujeres.
La desigualdad es la causa de la violencia que se ejerce contra las mujeres, se da en distintos niveles y grados de intensidad -en algunas culturas y territorios es más elevada que en otros- y esto es así desde el mismo momento del nacimiento, porque la causa no es otra que la consideración que se les da a las niñas y mujeres por el mero hecho de serlo, y que ni siquiera hoy, en sociedades como la nuestra que se suponen más avanzadas, hemos sido capaces de erradicar.
Presumimos en nuestro país de haber alcanzado la igualdad jurídica, y que el reto es hacerla efectiva, pero ni siquiera eso es cierto, no hay que irse muy lejos, basta echar un vistazo a la prensa de la última semana para verificar lo lejos que aún estamos, porque tampoco hay igualdad jurídica mientras siga habiendo sentencias como la que acabamos de recibir en estos últimos días, una de ellas dictada por el mismo tribunal que condenó a 'La Manada' -que recordemos que consideró los hechos como abuso sexual y no como violación- y que en este caso, ante lo que se considera hechos probados, el ataque de un hombre contra su mujer, primero con un cuchillo y luego en un intento de estrangulamiento, con el agravante de que estos hechos ocurren delante de sus hijos de tres y seis años de edad, y aún reconociendo que se trata de un caso de 'homicidio en grado de tentativa', acaba condenando al agresor a 10 meses de prisión por 'maltrato ocasional'. La sentencia rebaja considerablemente las peticiones de Fiscalía, que pedía ocho años y medio de cárcel, y 10 de alejamiento de la víctima, y la acusación particular, 10 años de cárcel, 12 de alejamiento también a los hijos y suspensión de la patria potestad durante el tiempo de la condena.
La semana pasada, conocimos también con estupor que era puesto en libertad, tras 15 meses de prisión provisional, un agresor al que su expareja denunció por intentar asesinarla clavándole un cuchillo, de nada sirvieron tampoco los hechos probados, así lo manifiesta la victima superviviente: “Lo que me dan a entender con esta sentencia es que, gracias a que me defendí y no me clavó el cuchillo, no se interpreta como intento de asesinato. En cambio si no me llego a defender me lo clava y me mata... Para que sea culpable de intentar matarme: ¿tiene que matarme?”.
En Canarias, en lo que va de año, contamos con la alarmante cifra de siete feminicidios, cuatro mujeres y tres criaturas, víctimas de la violencia machista que no cesa ni repara en edades- ¿Estamos las mujeres suficientemente protegidas por las leyes y por quienes tienen que aplicarlas frente a la violencia machista?
Y si nos referimos a las violencias sexuales el panorama es igual o más desolador aún, recordemos la sentencia de la Audiencia de Lleida, también de hace unos días, que ha condenado a cuatro años y medio de prisión a un tío y a su sobrino por delitos de “abuso sexual” a una mujer con la que mantuvieron relaciones sexuales, sin su consentimiento, el 17 de agosto de 2017, y esto pese a que la Fiscalía pedía 15 años por un delito continuado de agresión sexual.
Ni igualdad, ni equidad, ni justicia, muy lejos estamos aún de conseguir la sociedad respetuosa con los derechos humanos a la que aspiramos, en las que a las mujeres se nos trate por igual en todos los ámbitos y gocemos de las mismas libertades tanto en las calles, en el trabajo como en la intimidad de nuestras casas. Lo dijimos alto y claro en las multitudinarias manifestaciones del 8M de este año, “no es no” y “solo sí es sí”, ¿qué parte de esto no entienden los hombres que pretenden tener sexo a toda costa con una mujer que no les desea?
No es igualitaria una sociedad que permite que la educación sexual de sus adolescentes, niñas y niños, se haga a través de una pornografia absolutamente machista y patriarcal, que fomenta la cultura de la violación. No es igualitaria una sociedad que no considera que tanto mujeres como hombres somos sujetos sexuales con el mismo derecho al deseo y al placer, que no nos vale ya ni siquiera el concepto del “consentimiento” porque en el siglo XXI las mujeres en el sexo no queremos resignarnos, ni ceder o “consentir” cuando lo que deseamos es “sentir con”, ni “complacer” en el sexo, cuando lo que deseamos es sexo “con placer”. Reivindicamos el derecho a pasar del “sexo consentido” al sexo “con sentido”, y el único sentido que admitimos como válido es que se ejerce desde desde la libertad y el deseo, por puro placer.
Por eso, este 25 de noviembre salimos a las calles y denunciamos un sistema que está aún muy lejos de garantizar la igualdad efectiva entre mujeres y hombres. Denunciamos una legislación obsoleta y poco precisa que permite una interpretación y aplicación machista y patriarcal de la justicia. Denunciamos la falta de recursos para invertir en formación especializada en materia de género, tanto en los operadores jurídicos, fuerzas de seguridad, como en el ámbito de la Educación.
Reivindicamos nuestros derechos a vivir tranquilas y sin miedo, en una sociedad justa e igualitaria que garantice el respeto a todos nuestros derechos. Porque la calle y la noche también son nuestras, porque cuando nos amenazan, abusan o agreden a una, nosotras frente a la justicia que nos prejuzga, nos plantamos y decimos “hermana, yo sí te creo”. Porque le debemos esta lucha a todas las que hoy no pueden salir a la calle a manifestarse y gritar para que no haya ni una más. ¡Porque nos queremos vivas!
Este 25N, más que ningún otro, por razones políticas y también personales -lo personal es político- se me acumulan datos y razones por las que seguir luchando y reivindicando una sociedad verdaderamente igualitaria y libre de violencias machistas contra las mujeres.
La desigualdad es la causa de la violencia que se ejerce contra las mujeres, se da en distintos niveles y grados de intensidad -en algunas culturas y territorios es más elevada que en otros- y esto es así desde el mismo momento del nacimiento, porque la causa no es otra que la consideración que se les da a las niñas y mujeres por el mero hecho de serlo, y que ni siquiera hoy, en sociedades como la nuestra que se suponen más avanzadas, hemos sido capaces de erradicar.