Pero si detenemos nuestros ojos en sus andares Martín es un hombre preocupado por el futuro. Es un atlas que lleva a cuestas un peso invisible aunque colosal, que nos muestra toda su vulnerabilidad cuando habla, débil y costosamente, una voluntad fría y perseverante acostumbrada a salirse con la suya porque siempre hay alguien a su alrededor dispuesto a hacer el trabajo sucio que el líder necesita. Ese hombre taciturno, con la nieve cayéndole en el pelo, impasible al desaliento, estajonovista en jornadas larguísimas, sabe exactamente lo que quiere, para qué ha nacido, y cuál es el valor de su existencia. Si presenciaste el arrojo, la valentía y la parcialidad de Parejo habrás contemplado una parte de él. Si te asombraste con la celosa guardia de Dulce Xerach Pérez el día de la inauguración en La Regenta de la exposición sobre Juan Negrín, te habrás percatado que asesinan por él si es preciso. Si caíste en la cuenta del devaluado papel de Miguel Becerra como portavoz, casi como en desenredador de hiedras, en su caracterización de bombero hooligan en quien le sobra preparación y saber estar para aspirar a más que a un rol secundario, es que en esta obra de humor amargo el ideal perfecto de una manera de gobernar a favor de unos intereses muy concretos lo representa como nadie Adán Martín. Y pese a que la apariencia afirme que se va, que ya es un fantasma cuyo esqueleto se transparenta, aún está cavando el agujero para otros, manipulando todo lo que puede con insistencia espartana, moviendo Roma con Santiago para quedarse aferrado a un nuevo poder ajeno al próximo Ejecutivo pero con la influencia suficiente para domeñarlo y transar con él, al menos en representación de los sagrados lobbys tinerfeños. Por eso todavía es imprescindible y el primero en detectarlo es él.Si iluminamos el escenario en el que actúa, Adán dice que su gobierno trabaja hasta el último día de mandato, al margen de que sea el candidato o no. Es cierto, rigurosamente cierto.De modo que Adán está para concluir la legislatura “premiándonos” con la segunda convocatoria del concurso eólico. Un gobernante considerado, respetuoso con los que vendrán y, sobre todo, con su propio fracaso, hubiese dejado pasar la ocasión y así alejar sospechas. Pero no. Hay que dejarle bien claro a la clientela que las normas las pone él, que los compromisos los cumple incluso cuando huele a derribo. Y no nos engañemos: el hecho de que el nuevo concurso permita vincular la construcción de parques eólicos a terrenos privados no significa necesariamente que el empresario de turno no tenga que pasar por la ventanilla de lo público, que fue, no olvidemos, la conditio sine qua non que Soria y Martín pactaron en su día; es decir: la redacción del concurso llamaba directamente al elefante de la corrupción.Y también está el presidente para advertirle, con todo descaro, a los magistrados del TSJC –Antonio Castro Feliciano, Margarita Varona y Carla Bellini- que este momento electoral no es el adecuado para llamar a declarar a Soria por su presunta mentira en sede parlamentaria, no sea que termine imputado de un presunto delito y le chafen a su organización la oportunidad de seguir aplicando la ley del embudo en el Archipiélago con el PP de cómplice. Lo peor es que pasan los días y el alto tribunal parece dispuesto a retrasar la comparecencia de Soria, con lo que allá él con su credibilidad y con lo que pueda pensar la gente sobre favores a candidatos que igual se topan con serios problemas para mantenerse en el poder.Y, bueno, también está Martín para concederle las 5.500 camas a los amigos de ambas orillas, o para sostener a una de sus extremidades, Daniel Cerdán, en la dirección de la Televisión Autonómica, con el único propósito de garantizarle a aquellos con los que pactó el control de los informativos, de la publicidad, y de la productora, que tendrán su parte del pastel -300 millones de euros en total- a repartir en los próximos siete años. Martín lo garantiza; Martín tiene palabra; Martín corona lo consensuado en conversaciones secretas; Martín merece un puesto de privilegio en el futuro que se avecina.Y, en fin, también está Martín alerta al proceso electoral y de la misma manera que firma un decreto para que 5.000 interinos de la Sanidad autonómica se queden fijos un día de éstos, hace política gamberra y delata que el gobierno de la Nación mantiene una vigilancia especial sobre Canarias con el objeto de evitar un hipotético atentado del fundamentalismo islámico. No reclamó a continuación la policía autonómica pero poco le faltó. En cambio, no paró de lamentarse de los obstáculos “sufridos” por su Estatuto –la guinda “nacionalera” a su actuación parasitaria-, y de los supuestos manejos cleptómanos de Madrid para quedarse con lo que no le pertenece.Vaya con Martín. No había observado a un muerto tan activo desde El Cid y de los zombies en sus noches vivientes. Francisco J. Chavanel