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¿Por qué no quiere 'El Día' que Santiago Pérez sea senador?

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Toda la campaña que lleva desarrollando el periódico El Día en las últimas semanas para tratar de evitar que Santiago Pérez sea senador por la Comunidad Autónoma a propuesta del PSOE está basada en una mentira que a su vez se basa en otra: “Pérez está imputado porque amenazó a Javier Abreu”.

Ni está imputado ni amenazó a un personaje que aprovechó que está imputado, él sí, para mentir en sede judicial en su defensa. Y en mi modesta opinión Pérez nunca lo estará, al menos por este asunto del caso Reparos (aunque visto lo visto con San Choclán y el Supremo vaya usted a saber). Es más, si yo fuera él y algún día lo estuviera lo que menos querría es que me juzgase un tribunal tan politizado como el Supremo.

Pero vamos a lo que vamos. ¿Por qué no quiere El Día que Santiago Pérez sea senador?

No hay respuesta decente posible a esa pregunta.

¿Por qué asume un medio de comunicación el papel que corresponde a un partido político que no se atreve a dar la cara? ¿Por qué pisotea las más elementales reglas deontológicas para ello? ¿Por qué pone al servicio de Coalición Canaria (CC) toda la maquinaria del grupo de comunicación, hasta el infinito y más allá, en una campaña sin precedentes?

Bueno mentira, sí hay una campaña similar, con editoriales de El Día incluida domingo tras domingo, arremetiendo contra Santiago después de que lograra sacar adelante el caso de Las Teresitas.

La única respuesta posible a todas esas preguntas sería un titular del estilo que ellos están sacando cada día en las últimas semanas: aventurado, tendencioso, manipulador, nauseabundo, invalidante, falso, especulativo, y sobre todo inútil y que los aleja cada vez más de una sociedad a la que en teoría tienen el deber de informar y no manipular.

Algo así como “El Día se pone al servicio de CC con la esperanza de recibir luego toda la mortadela”… o “Fue tanta la mortadela que El Día no tiene otro remedio que ponerse al servicio de CC”.

Cualquier cosa menos veracidad e información contrastada.

Y si me permiten terminar con una broma, puestos a hablar de deslealtades y traiciones… ¿habrá traición más grande que haber vendido la cabecera de El Día a los canariones? Si don José levantara la cabeza la volvía a esconder de nuevo avergonzado. Bueno, no sin antes encargar a cualquiera de los mercenarios que abundan en la casa que escribiera un editorial dándole caña a Santiago. Y cierra El Día