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11 de octubre, Día Internacional de la Niña

En 1954, la ONU estableció el 20 de noviembre como Día Universal del Niño, o por decirlo en lenguaje no sexista, de la Infancia. 35 años más tarde, en 1989, su asamblea general aprobaba la Convención de los Derechos del Niño. Un documento éste inspirado en la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño de 1924, que redactó Eglantyne Jebb, activista social británica y pionera de los derechos de los menores, para cuya promoción fundó Save the Children en 1919.

Pero la discriminación y violencia que sufren a diario millones de pequeñas en todo el mundo aconsejaron la creación de un Día específico, puesto que ellas se enfrentan a problemas añadidos sólo por cuestión de género, por el mero hecho de ser niñas, como recuerda en la campaña del mismo nombre la oenegé Plan Internacional. Y así, desde 2011, cada 11 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Niña, cuyo objetivo es reconocer sus derechos y crear conciencia sobre su situación en todo el mundo, sus problemas y las dificultades que afrontan. Entre ellos, el matrimonio infantil -cada dos segundos una niña es obligada a casarse- y los embarazos a edades tempranas, con los consiguientes riesgos al dar a luz. La mutilación genital femenina -más de 30 millones de niñas están en riesgo de sufrirla los próximos 10 años- con sus negativas repercusiones en la salud. La elevada probabilidad de caer en las garras de redes de trata con fines de explotación sexual y/o laboral. La prohibición de ir a la escuela en unos países -recordemos que los talibanes paquistaníes dispararon en la cabeza a Malala Yousafzai por reivindicar el derecho a la educación de las niñas-, en otros la imposibilidad real de hacerlo, al tener que ocuparse de tareas domésticas y cuidados. La violencia sexual -las menores de 16 años son víctimas de la mitad de las agresiones e intentos de violación-. Por no hablar del aborto selectivo, que impide el derecho más elemental y cuna de los restantes, el derecho a nacer, a la vida.

En el ámbito del conocimiento, aún vio la ONU la necesidad ineludible de aprobar otro Día dirigido solo a ellas, el de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que desde 2015 se conmemora cada 11 de febrero. Porque a día de hoy, siguen enfrentándose a barreras que les impiden participar plenamente en las áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Un estudio realizado en 14 países concluía que la probabilidad de que las estudiantes terminaran un grado, maestría y doctorado en alguna de estas materias era del 18%, 8% y 2%, respectivamente, mientras que para los chicos es del 37%, 18% y 6%.

Negro panorama el que dibujan las cifras, sobre el que se hace preciso intervenir como poderes públicos, como sociedad civil, como individuos particulares. Recuerda la ONU que invertir en el potencial de las niñas supone defender sus derechos ahora ‘y promete un futuro más equitativo y próspero, uno en el que la mitad de la humanidad sea un socio en condición de igualdad para la solución de los problemas del cambio climático, los conflictos políticos, el crecimiento económico, la prevención de enfermedades, y la sostenibilidad mundial’. Este año, la ONU resalta que, si bien se encuentran entre los grupos de población más vulnerables y frágiles, las niñas en situaciones de crisis siguen manteniendo su fuerza, potencial y creatividad. Solo necesitan apoyo y recursos, ésos que podemos prestarles a través de nuestro compromiso con las diversas entidades que trabajan actualmente para mejorar su situación: Plan Internacional, Save the Children, Unicef, Aldeas Infantiles…

Vale la pena ver estos días volver a escuchar Hijas de Eva, el álbum con el que Pedro Guerra puso letra y música al sometimiento sufrido por mujeres y niñas a lo largo de la Historia. 14 temas que hablan desde ese burka occidental que es el culto al cuerpo hasta no poder siquiera nacer simplemente por ser un feto femenino.

O ver películas como Mustang, premio Lux de la UE por su denuncia del matrimonio infantil; Flor del desierto, que cuenta la historia de Waris Dirie, modelo, escritora y activista que de 1997 a 2003 fue embajadora de la ONU contra la ablación; o Las elegidas, sobre trata de menores en México. Y discrepo del director de ésta última cinta en su opinión sobre el poder del cine como herramienta para el cambio social. Yo creo que las historias que narran pueden golpear conciencias y hacernos pasar a la acción. ¿Qué le voy a hacer? Soy muy hesseliana, tengo esperanza.

En 1954, la ONU estableció el 20 de noviembre como Día Universal del Niño, o por decirlo en lenguaje no sexista, de la Infancia. 35 años más tarde, en 1989, su asamblea general aprobaba la Convención de los Derechos del Niño. Un documento éste inspirado en la Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño de 1924, que redactó Eglantyne Jebb, activista social británica y pionera de los derechos de los menores, para cuya promoción fundó Save the Children en 1919.

Pero la discriminación y violencia que sufren a diario millones de pequeñas en todo el mundo aconsejaron la creación de un Día específico, puesto que ellas se enfrentan a problemas añadidos sólo por cuestión de género, por el mero hecho de ser niñas, como recuerda en la campaña del mismo nombre la oenegé Plan Internacional. Y así, desde 2011, cada 11 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Niña, cuyo objetivo es reconocer sus derechos y crear conciencia sobre su situación en todo el mundo, sus problemas y las dificultades que afrontan. Entre ellos, el matrimonio infantil -cada dos segundos una niña es obligada a casarse- y los embarazos a edades tempranas, con los consiguientes riesgos al dar a luz. La mutilación genital femenina -más de 30 millones de niñas están en riesgo de sufrirla los próximos 10 años- con sus negativas repercusiones en la salud. La elevada probabilidad de caer en las garras de redes de trata con fines de explotación sexual y/o laboral. La prohibición de ir a la escuela en unos países -recordemos que los talibanes paquistaníes dispararon en la cabeza a Malala Yousafzai por reivindicar el derecho a la educación de las niñas-, en otros la imposibilidad real de hacerlo, al tener que ocuparse de tareas domésticas y cuidados. La violencia sexual -las menores de 16 años son víctimas de la mitad de las agresiones e intentos de violación-. Por no hablar del aborto selectivo, que impide el derecho más elemental y cuna de los restantes, el derecho a nacer, a la vida.