Espacio de opinión de Canarias Ahora
Ofensiva independentista
La estrategia de estar en el Govern de Montilla, claramente sometido al PSOE de Zapatero, viene siendo contestada desde un principio por los sectores más radicales, que representa fundamentalmente el exconseller de gobernación Joan Carretero, que ha creado Âcon cierto éxito de adhesiones- una plataforma contestataria a las tesis de la cúpula presidida por Carod-Rovira, vicepresidente del Govern, que, temiendo perder su silla en el gobierno y en el partido, ya ha reaccionado clamando por una Âsoberanía completa pero ÂgradualistaÂ. Paradójicamente, otro conseller de gobernación actual, Joan Puigcercós, aspirante también a suceder a Carod, forcejea ahora Ânada menos que desde el Govern- para ponerse a la cabeza de la rebelión radical independentista, como ha puesto de manifiesto en recientes declaraciones públicas. Un evidente contrasentido y una cuña que puede acabar desmoronando el Gobierno de Montilla.Desdoblando, extrañamente y en un juego equilibrista, su personalidad de conceller y de dirigente de Esquerra, Puigcercós acaba de hacer un solemne llamamiento a la independencia de Cataluña: Âya que como nunca España ha sido ni será democrática y federal, pido a autonomistas y federalistas que no pierdan más el tiempo; solo hay un camino: la independenciaÂ. Explosiva proclama de un miembro clave del gobierno catalán del socialista Montilla, que se declara no nacionalista y que acaba de ser nombrado Âcordobés del añoÂ.Pero, además, resulta contradictorio este llamamiento de Puigcercós a la independencia, con su propia constatación y queja ante los Âtres problemas que, en su opinión, afectan actualmente a Cataluña ante los Âembates del EstadoÂ: el Âtacticismo de los partidos (también, como el que más, de Esquerra Republicana), la Âdebilidad de la sociedad civil y también de Ânuestra clase económica dirigenteÂ. ¿A quién, entonces, llama a la independencia? ¿A unos partidos que, como el suyo, se arrugan por Âtacticismo ante el Estado, a una sociedad civil catalana Âdébil y a una clase económica dirigente también ÂdébilÂ? Un contrasentido. Una pura operación de supervivencia de una opción del Âpasado y nostálgicaÂ, como ha reconocido el histórico y destacado socialista catalán Raimon Obiols, de clara convicción catalanista, y también fue descalificada duramente por el ex presidente Paqual Maragall.¿Llamada al Âindependentismo en estas condiciones? ¿Con una tendencia demográfica adversa, con una interrelación económica (financiera, comercial, empresarial, laboral, etc.), comunicativa, migratoria-turística, de medios de comunicación, cultural, linguística y política creciente? ¿Con un cansancio social evidente ante la cuestión identitaria, una sangría de votos de los partidos más radicalizados, y un escandaloso pasotismo popular ante las urnas a la hora de votar el nuevo Estatut, pese a que Maragall y Pujol consideraron un gran avance nacionalista? Hay,ciertamente, un significativo sector social independentista, pero pensar en convertirlo en mayoritario es una utopía. Excepto que un endurecimiento del nacionalismo centralista español produzca una masiva reacción popular de cabreo y victimismo. Podría ocurrir, quizás, ante una sentencia desafortunada del Tribunal Constitucional sobre el Estatut. Por esto, los independentistas Joan Carretero y Xavier Vendrell aplaudirían hasta el orgasmo que el Tribunal Ânos triturara el EstatutÂ.* Periodista
Wifredo Espina*
La estrategia de estar en el Govern de Montilla, claramente sometido al PSOE de Zapatero, viene siendo contestada desde un principio por los sectores más radicales, que representa fundamentalmente el exconseller de gobernación Joan Carretero, que ha creado Âcon cierto éxito de adhesiones- una plataforma contestataria a las tesis de la cúpula presidida por Carod-Rovira, vicepresidente del Govern, que, temiendo perder su silla en el gobierno y en el partido, ya ha reaccionado clamando por una Âsoberanía completa pero ÂgradualistaÂ. Paradójicamente, otro conseller de gobernación actual, Joan Puigcercós, aspirante también a suceder a Carod, forcejea ahora Ânada menos que desde el Govern- para ponerse a la cabeza de la rebelión radical independentista, como ha puesto de manifiesto en recientes declaraciones públicas. Un evidente contrasentido y una cuña que puede acabar desmoronando el Gobierno de Montilla.Desdoblando, extrañamente y en un juego equilibrista, su personalidad de conceller y de dirigente de Esquerra, Puigcercós acaba de hacer un solemne llamamiento a la independencia de Cataluña: Âya que como nunca España ha sido ni será democrática y federal, pido a autonomistas y federalistas que no pierdan más el tiempo; solo hay un camino: la independenciaÂ. Explosiva proclama de un miembro clave del gobierno catalán del socialista Montilla, que se declara no nacionalista y que acaba de ser nombrado Âcordobés del añoÂ.Pero, además, resulta contradictorio este llamamiento de Puigcercós a la independencia, con su propia constatación y queja ante los Âtres problemas que, en su opinión, afectan actualmente a Cataluña ante los Âembates del EstadoÂ: el Âtacticismo de los partidos (también, como el que más, de Esquerra Republicana), la Âdebilidad de la sociedad civil y también de Ânuestra clase económica dirigenteÂ. ¿A quién, entonces, llama a la independencia? ¿A unos partidos que, como el suyo, se arrugan por Âtacticismo ante el Estado, a una sociedad civil catalana Âdébil y a una clase económica dirigente también ÂdébilÂ? Un contrasentido. Una pura operación de supervivencia de una opción del Âpasado y nostálgicaÂ, como ha reconocido el histórico y destacado socialista catalán Raimon Obiols, de clara convicción catalanista, y también fue descalificada duramente por el ex presidente Paqual Maragall.¿Llamada al Âindependentismo en estas condiciones? ¿Con una tendencia demográfica adversa, con una interrelación económica (financiera, comercial, empresarial, laboral, etc.), comunicativa, migratoria-turística, de medios de comunicación, cultural, linguística y política creciente? ¿Con un cansancio social evidente ante la cuestión identitaria, una sangría de votos de los partidos más radicalizados, y un escandaloso pasotismo popular ante las urnas a la hora de votar el nuevo Estatut, pese a que Maragall y Pujol consideraron un gran avance nacionalista? Hay,ciertamente, un significativo sector social independentista, pero pensar en convertirlo en mayoritario es una utopía. Excepto que un endurecimiento del nacionalismo centralista español produzca una masiva reacción popular de cabreo y victimismo. Podría ocurrir, quizás, ante una sentencia desafortunada del Tribunal Constitucional sobre el Estatut. Por esto, los independentistas Joan Carretero y Xavier Vendrell aplaudirían hasta el orgasmo que el Tribunal Ânos triturara el EstatutÂ.* Periodista
Wifredo Espina*