Espacio de opinión de Canarias Ahora
Parecemos tontos
El volcán de La Palma ha finalizado su acción eruptiva. Es la noticia que más esperábamos los canarios y canarias desde hacía meses. Desde que afloró a la superficie con aquella explosión que vimos prácticamente todos en la Televisión Canaria ha pasado prácticamente de todo. Tanto es así que la sensación generalizada es que ha pasado mucho más tiempo del que en realidad ha transcurrido.
Hemos oscilado entre la incertidumbre inicial y el miedo a lo que se venía, al deseo de que terminara cuanto antes la sangría de lava hasta llegar a la esperanza recién nacida el día de Navidad por la llegada de un futuro duro pero prometedor.
Atrás quedan ya instantes que ninguno de nosotros vamos a olvidar como las furgonas cargadas a más no poder con todas las pertenencias de quienes tuvieron que salir corriendo para ponerse a salvo, la caída del campanario de Todoque, el misterioso rescate de los perros, las lanchas militares desembarcando a agricultores, Calleja recorriendo la Isla Bonita de cabo a rabo y arrepintiéndose de no haberlo hecho antes, el joven cubierto de ceniza con la piña de plátanos al hombro, el cementerio sepultado, las noches alumbradas por la incandescencia infernal…
Por muchos años que pasen no se borrarán de nuestra retina esas imágenes que hemos ido viendo a diario durante casi tres meses y que nos impulsaban una y otra vez a pedir de todo corazón a Dios, al universo y a todas las fuerzas celestiales que cesara ya la tragedia.
Tampoco se nos pasará el sentimiento profundo de consuelo y apoyo sincero a todos los palmeros y palmeras hasta que se recuperen, porque el volcán ha convertido a Canarias en un solo pueblo después de mucho tiempo siendo ocho islas.
Entonces, ¿alguien puede explicarme a qué viene esa cantinela que ahora se escucha por todos lados de “no nos vamos a olvidar de La Palma”?
¿Pero alguien en su sano juicio puede olvidarse de lo que ha pasado?
Los canarios y canarias desde luego que no y creo que las autoridades políticas tanto del Archipiélago como las estatales e incluso las europeas están demostrando que tampoco. Es más, se les va la vida (política) en la gestión que puedan hacer ahora que empieza la reconstrucción y se tienen que poner sobre la mesa las ideas y los dineros.
Entonces, ¿a qué viene ese matraquilla una y otra vez por todas partes?
Por su puesto que nadie se va a olvidar de La Palma, ¿o es que acaso nos hemos olvidado de El Delta? Pues no, y eso que no fue ni una cuarta parte de lo que pasa ahora en la Isla Bonita y que sucedió hace casi 17 años.
Sinceramente, a mí lo de que no nos vamos a olvidar de La Palma me sienta mal, me enfurece, cada vez que lo escucho o lo leo. Siento que me tratan como si fuera tonta. ¿Cómo voy a olvidarme de La Palma? ¿Cómo se van a olvidar de ella los demás? ¿En qué clase de mundo vivimos si existe la posibilidad de que en un par de semanas o meses se nos borre de la memoria que aquí al lado hay 7.000 personas que se han quedado en la calle sin prácticamente nada?
Claro que, ahora que caigo, algo parecido me está pasando con esta sexta ola de COVID-19 porque no conozco a una sola persona, ni a una, que no sepa con exactitud qué es lo que tiene que hacer para salvaguardarse a ella y a todos los que le rodean.
Sin embargo, vuelvo a sentir que me tratan continuamente como si fuera tonta, bueno, en realidad como si todos fuéramos tontos y nos repiten hasta la saciedad que hay que utilizar la mascarilla siempre, que te pongas alcohol en las manos, que respetes los aforos y que guardes las distancias de seguridad con las personas con las que no convives.
¡Más de un año escuchando lo mismo una y otra vez! ¡Una y otra vez! ¿De verdad que hay alguien a quien lo le ha quedado claro todavía?
Entiendo que la obligación de las autoridades sanitarias es ser machaconas para que no haya una relajación, pero, seamos serios, hace dos meses la mayoría de nosotros se comportaba ya con casi total normalidad pensando que esto del coronavirus ya estaba finiquitado. Con el panorama actual marcado por cifras de contagios nunca vistas, quien no cumple las normas es porque no le da la real gana, no porque no las sepa o porque tenga dudas de algún tipo.
Que ahora obliguen a ponerse la mascarilla en la calle no me parece mal, es cierto que en Canarias la inmensa mayoría de las personas lo venía haciendo, pero en el resto del país la situación era un despiporre y con las aceras llenas de gente por las vacaciones y las compras de Reyes había que tomar medidas.
Pero vuelvo a lo mismo, si con la que está cayendo te tienen que decir que no te quites la mascarilla salvo que sea indispensable, que no te juntes con gente que no sea de tu entorno y que te comportes con responsabilidad es porque o te consideran tonto o es que directamente lo eres y te tienen que tratar como a un niño chico.
Quizás sea lo más adecuado, no digo yo que no, porque una piensa que hay una conciencia colectiva, que todos queremos salir de esto de una vez, que somos responsables y luego te enteras de botellones ilegales, de cenas de Navidad de decenas de personas, de locales cerrados en los que se fuma shisha a tutiplén y suma y sigue.
Y cuando crees que el mundo está loco de remate y que poco nos pasa para las cosas que se ven por ahí, entonces escuchas a una señora en el tranvía hablar por teléfono con una familiar de Gran Canaria advirtiéndole de que todo esto de la sexta ola estaba planificado por los políticos para sacarlo a la luz justo cuando terminara el volcán y así seguir teniéndonos a todos mirando para otro lado para hacer lo que les dé la gana sin que nos enteremos.
-Si no, ¿cómo te explicas tú que justo todo el tiempo que ha estado la erupción haya estado mejor lo del coronavirus y ahora se dispare justo cuando se apaga?, le preguntaba a su pariente la doña con voz alta para que la oyese todo el vagón.
En fin, que a veces desearía ser ignorante y refugiarme en esos mundos imaginarios que muchos se están creando para dejar de sufrir por la COVID, el volcán, el paro, la crispación, el repunte del odio, la soledad, etc. pero no puedo porque soy de esas que se enfrentan a todo de frente, con toda la información posible y con artillería hasta en los dientes, aunque me deje la vida y la salud mental en ello.
No sé qué va a pasar ni con el maldito virus ni con nada, pero si de algo estoy segura es de que mientras viva nunca me olvidaré de la erupción en La Palma y haré todo lo que esté en mi mano por curar esa herida que el volcán ha dejado tras de sí en tantísima gente que no conozco, pero a la que quiero. Sé que no soy la única, de hecho, sé que somos una enorme mayoría y los palmeros y palmeras tienen que saberlo y que sentirlo también.
Ahora más que nunca… ¡Fuerza La Palma! 2022 será tu año
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