Espacio de opinión de Canarias Ahora
Perversiones de la política exterior
Unión Fenosa apareció en el mercado eléctrico nicaragüense en 1999, al adquirir casi el 80% de dos empresas encargadas de la distribución. ¿Coste? Unos 115 millones de dólares. ¿Beneficios? La transnacional española los declara extraordinarios. Desde sus primeros pasos, Unión Fenosa fue denunciada por múltiples motivos, aparte de la forma irregular de conseguir el negocio que hoy significa el monopolio del 92% de la distribución eléctrica nicaragüense. En el segundo país más pobre de América Latina, los ciudadanos pagan hoy la factura más alta de Centroamérica. Con unos 600.000 usuarios, la empresa recibió unas 54.000 reclamaciones anuales por abusos en los precios, servicio deficiente, cortes de energía eléctrica sin previo aviso, contratación de subcontratas con trabajadores sin contratos, despidos de centenares de obreros, atentados contra el medio ambiente, graves problemas de atención sanitaria por ausencia de agua potable al suspenderse la electricidad?
Desde principios de 2006, Unión Fenosa realizó cortes de luz de hasta 12 horas diarias, afectando a la totalidad de la población, desesperándola en su ya dura vida cotidiana, y obstaculizando el desarrollo normal de cualquier actividad. Burlando la legislación nicaragüense, la respetuosa transnacional jamás pagó alguna de las infinitas multas con las que fue sancionada por el Instituto Nicaragüense de la Energía (INE). ¡Respeto a Juan Carlos I, a Aznar, a Zapatero, a las empresas españolas!, clama Moratinos. ¿Y qué tal si exige lo mismo a Unión Fenosa en relación a gobiernos y ciudadanos de Nicaragua, Colombia, Costa Rica o Guatemala? El asunto aterrizó donde debía. La Corte Superior de Justicia de Nicaragua inició un proceso contra la angelical Unión Fenosa, exigiendo nulidad de contrato por incumplimiento.
La reacción de la transnacional consistió en abrir otro proceso contra Nicaragua ante la Agencia Multilateral de Inversiones (MIGA, aseguradora del Banco Mundial) donde los pobres nunca ganan. El presidente Daniel Ortega desistió entonces de expulsar a Unión Fenosa, porque el contrato firmado años atrás impone a Nicaragua el pago de 200 millones de dólares si toma aquella decisión. Una fortuna para aquel país. “Esos tribunales internacionales están hechos para favorecer a las transnacionales y no para favorecer a los pueblos”, dijo Ortega para explicar su actitud.
El acuerdo final alcanzado a mediados de este año, con la mediación de Juan Carlos I a petición del presidente nicaragüense, perjudicó económicamente a las víctimas. A Unión Fenosa sólo le solicitó que cumpla con sus deberes sin especificar sanciones en caso contrario, además de ahorrarle las indemnizaciones debidas al pueblo nicaragüense por los terribles perjuicios ocasionados. ¿Ha mejorado al menos el servicio? De ninguna manera. Por eso Daniel Ortega declaró antes y después de la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile que él jamás hubiera firmado contrato alguno con Unión Fenosa en las condiciones pactadas y que la expulsaría del país si pudiera.
Una vergüenza que responsables políticos españoles de primera fila escondan este abuso de Unión Fenosa (insisto, apenas un botón de una muestra) recurriendo a la nacionalidad compartida. Tan torpe, dicho sea al pasar, como sostener a Aznar en su aventura golpista venezolana utilizando idéntico razonamiento. A estas perlas hay que sumarle el peloteo prácticamente unánime de medios de comunicación, más papistas que el Papa, más monárquicos que Juan Carlos I, más patriotas que Bush. Sigan con esos modos formato pensamiento único, si así les parece, pero vayan preparándose para soportar algunas consecuencias como la de llegar a compartir con Estados Unidos un lugar de privilegio en el rechazo y la justa indignación de los latinoamericanos. Claro que encontrarán algunos culpables de amplio efecto mediático para distraer la atención del personal y justificarse ante lectores, radioescuchas y televidentes. ¿Qué tal un mestizo como Hugo Chávez, acompañado por un indio aymara como Evo Morales? Excelente truco racista, aunque de vuelo escaso. Allá ustedes.
Rafael Morales
Unión Fenosa apareció en el mercado eléctrico nicaragüense en 1999, al adquirir casi el 80% de dos empresas encargadas de la distribución. ¿Coste? Unos 115 millones de dólares. ¿Beneficios? La transnacional española los declara extraordinarios. Desde sus primeros pasos, Unión Fenosa fue denunciada por múltiples motivos, aparte de la forma irregular de conseguir el negocio que hoy significa el monopolio del 92% de la distribución eléctrica nicaragüense. En el segundo país más pobre de América Latina, los ciudadanos pagan hoy la factura más alta de Centroamérica. Con unos 600.000 usuarios, la empresa recibió unas 54.000 reclamaciones anuales por abusos en los precios, servicio deficiente, cortes de energía eléctrica sin previo aviso, contratación de subcontratas con trabajadores sin contratos, despidos de centenares de obreros, atentados contra el medio ambiente, graves problemas de atención sanitaria por ausencia de agua potable al suspenderse la electricidad?
Desde principios de 2006, Unión Fenosa realizó cortes de luz de hasta 12 horas diarias, afectando a la totalidad de la población, desesperándola en su ya dura vida cotidiana, y obstaculizando el desarrollo normal de cualquier actividad. Burlando la legislación nicaragüense, la respetuosa transnacional jamás pagó alguna de las infinitas multas con las que fue sancionada por el Instituto Nicaragüense de la Energía (INE). ¡Respeto a Juan Carlos I, a Aznar, a Zapatero, a las empresas españolas!, clama Moratinos. ¿Y qué tal si exige lo mismo a Unión Fenosa en relación a gobiernos y ciudadanos de Nicaragua, Colombia, Costa Rica o Guatemala? El asunto aterrizó donde debía. La Corte Superior de Justicia de Nicaragua inició un proceso contra la angelical Unión Fenosa, exigiendo nulidad de contrato por incumplimiento.