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Prohibido leer en la biblioteca

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A algún mal nacido se le ha ocurrido la infeliz idea de privar de periódicos a la biblioteca pública del Estado. Después de tantos años disfrutando de una sala de lectura de prensa, los usuarios han sido despojados de este servicio que afecta fundamentalmente a jubilados, pensionistas, parados y jóvenes.

Como se ve, un colectivo creciente cada vez más vulnerable por su escaso poder adquisitivo. Hasta ahora, la biblioteca era el refugio de las personas que querían informarse diariamente de lo que pasaba sin tener que detraer ni un euro a sus ínfimos recursos. Además, muchos viejos no saben usar Internet.

Los lectores se harán supersticiosos a la fuerza al comprobar lo mal que ha empezado 2013. Aunque la biblioteca pública es estatal, las transferencias en cultura hacen que los responsables del desaguisado se encuentren pertrechados en el Gobierno de Canarias.

El Ejecutivo autónomo se gasta una pasta gansa en prensa diaria. A todas las consejerías y departamentos llegan diariamente un sinfín de periódicos, tanto locales como nacionales, para que los cargos y carguitos les den un vistazo mientras desayunan o se toman el primer café. Muchos de esos empleados públicos, en su mayoría muy bien remunerados, apenas mirarán con detenimiento esos diarios que les regalamos, a veces por falta de tiempo (qué risa, Marisa) o porque sus gabinetes de prensa les facilitan un resumen de lo más granado.

Con solo un ejemplar de periódico en la biblioteca, cientos de personas no tan favorecidas como nuestros políticos leen el mismo papel arrugado después de que haya sido utilizado por un puñado de antecesores.

Hay que ser muy miserable para privar de un bien tan barato a los ciudadanos con menos posibles. Todo el mundo entiende que en tiempos de penurias hay que recortar el presupuesto. ¿Pero alguien puede creer que no había otras partidas susceptibles de ser recortadas antes que unos periódicos que salen tan rentables por la ingente cantidad de personas que leen un solo ejemplar cada día? En la biblioteca, donde han colocado un cartel de “prohibido leer”, tampoco hay dinero para comprar nuevos libros. Los políticos consideran más rentable invertir en asesores partidarios.

¿No se le caerá la cara de vergüenza a ningún pope al que le compramos cada día los periódicos que no tiene tiempo ni ganas de leer mientras a un buen grupo de gente se le condena a la indigencia informativa y cultural?

Hay que ser muy pero que muy ruin para dejar en la estacada a tanta pobre gente con hambre de saber mientras ellos tiran los diarios que les pagamos sin apenas leerlos, a pesar de que ganan para comprarse el quiosco entero.

Si los responsables públicos de nuestra cultura son tan incultos y mezquinos, qué podemos esperar del resto de los gobernantes.

A algún mal nacido se le ha ocurrido la infeliz idea de privar de periódicos a la biblioteca pública del Estado. Después de tantos años disfrutando de una sala de lectura de prensa, los usuarios han sido despojados de este servicio que afecta fundamentalmente a jubilados, pensionistas, parados y jóvenes.

Como se ve, un colectivo creciente cada vez más vulnerable por su escaso poder adquisitivo. Hasta ahora, la biblioteca era el refugio de las personas que querían informarse diariamente de lo que pasaba sin tener que detraer ni un euro a sus ínfimos recursos. Además, muchos viejos no saben usar Internet.