Espacio de opinión de Canarias Ahora
La relevancia de la atención a los más vulnerables en Canarias
En política debemos ser muy cuidadosos con lo que hablamos, con lo que mostramos. Una palabra mal dicha puede ser muy peligrosa y provocar efectos que no deseamos. Tenemos que mantener un equilibrio entre lo que pensamos y lo que decimos en la plaza pública, pues tras nosotros, los que ejercemos cualquier responsabilidad política, hay toda una multitud que nos sigue, nos oye y nos juzga de acuerdo a nuestros discursos.
Esta responsabilidad es mayor cuando hablamos de políticas sociales, esas que nos conectan directamente con el ciudadano. Y más en estos momentos tan críticos, donde la economía y las políticas neoliberales se han unido para atacar de manera directa los derechos y los deberes de un Estado del Bienestar que tanto costó instaurar y que ahora resiste de manera encomiable los embates del mercado y discursos políticos de mérito y supervivencia del más fuerte.
Una responsabilidad que aumenta por el hecho de vivir en un territorio ultraperiférico, con tantas singularidades y sometido a una brutal dependencia del exterior, como todo el mundo sabe, como es el canario, donde las administraciones públicas se convierten en agentes muy importantes para el mantenimiento de políticas sociales dirigidas a la población más vulnerable.
Canarias ha sido un ejemplo de lucha contra las adversidades y de un costoso y arduo camino para que los derechos sociales de los ciudadanos y los deberes de las administraciones públicas, cualquiera que sea su rango, no solamente se apliquen, sino que se amplíen a medida que la crisis económica arrojaba a amplios sectores de la población a situaciones que solamente la gestión pública podía paliar.
Sorprende entonces que un político de la talla de Román Rodríguez, que ha ejercido las más altas responsabilidades en Canarias y que fue uno de los artífices del sistema público de derechos y deberes sociales que regía esta autonomía, hable ahora de la irrelevancia de las políticas sociales del Gobierno canario que él mismo contribuyó a construir y en cuyo proceso ha estado presente, tanto en las labores de gobierno como en las de la oposición.
Sus aceradas críticas al anterior Ejecutivo por su neoliberalismo y a la gestión de la anterior consejera de Asuntos Sociales le fueron muy rentables políticamente y en esa línea parece que quiere mantenerse, con un acendrado y agudo instinto político, pero que en realidad es solamente eso, instinto y oportunidad política, sin entrar realmente en lo que toca ahora, un ejercicio responsable de lo público en materia de políticas sociales, donde la experiencia de lo anterior debe servir para corregir actitudes y programas que no deben ser más aplicados y que deben ser abandonados a su suerte.
La nueva legislatura que todos hemos comenzado tiene ante sí nuevos retos, nuevos objetivos y eso lo han entendido los que ahora dirigen las políticas sociales. Y su labor ha sido ordenar, clarificar, buscar soluciones nada irrelevantes, convencidos de la enorme responsabilidad que tenemos los políticos hacia los ciudadanos.
Hay que darles una vuelta a las políticas sociales, pero no desde la crítica fácil y demagógica. Queda muy bien ante la galería usar palabras altisonantes, manejando información supuestamente certera, pero que, bien mirada, debe matizarse. En políticas sociales hay que ser prudente, deben mirarse todos los factores y cuidar los detalles, porque estamos jugando no con números, sino con personas.
Esa responsabilidad está en el ADN de los socialistas canarios a todos los niveles y la llegada a las políticas sociales es una magnífica oportunidad de hacer cosas relevantes, de importancia, poniendo realmente a las personas donde se merecen, como en su día dijo otro presidente del Gobierno canario, aunque él no quiso o no supo aplicar.
Los problemas, las preocupaciones de los ciudadanos y ciudadanas más vulnerables están en la agenda de los responsables socialistas, tanto en el Gobierno como en el Parlamento de Canarias, y su relevancia, a pesar de las palabras de alguien tan relevante como Román Rodríguez, es uno de los principios claves para esta legislatura, que en pocos meses ya ha visto avances que jamás hubiese pensado uno que se darían, como en la PCI, en vivienda o en discapacidad y dependencia.
¿Hay mucho que hacer? Sí y el trabajo no es fácil. Pero no podemos, por la responsabilidad que trae aparejado, afianzarnos en la crítica fácil e injusta, interpretando a nuestra manera datos y análisis. Y más cuando se ha estado también en estas labores de Gobierno y de compromiso con la sociedad.
Debemos cuidar tanto el continente como el contenido. Las políticas sociales como materia sensible requieren, de todos nosotros, esfuerzos para contenerse, para no caer en la tentación del politiqueo, del discurso que puede rentarnos ante los electores, pero que al final es como la tierra quemada, donde nada puede crecer.
Hoy es momento de diálogo, de acercamiento, de responsabilidades, esas que unen distintas sensibilidades políticas. Por eso el lenguaje debe ser equilibrado, pero sobre todo justo. Hay todo un mundo entre lo relevante e irrelevante. El primero es el que nos obliga a mantener y ampliar el estado del bienestar, lo segundo, a debilitarlo, a ponerlo en evidencia. Y eso es peligroso, muy peligroso.
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