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De Sabino Arana a Don Pelayo

Después de tantas tertulias y tantas páginas sobre Patxi López supongo que todos los espectadores, lectores y oyentes estarán convencidos de que el PSOE ganó las elecciones en Euskadi, perdón quise decir comunidad vascongada. A estas alturas, supongo que todos pensarán que Ibarretxe fue un golpista que solo pretendía violar la legalidad cada día. Después de la sucesión de monólogos con formato de tertulias y la publicación de portadas de diferentes cabeceras con editoriales que hablan del cambio en Euskadi, después de la sustitución de Obama por Patxi López en ese escaparate que llamamos opinión pública, supongo que ya todos sabrán que las urnas cambiaron el mapa político de Euskadi, que los vascos se fueron a la cama abertzales el sábado 28 de febrero y amanecieron españoles de toda la vida el 1 de marzo. Eso más o menos es lo que dicen los comentaristas, los de la COPE y los de la SER, los de La Razón y los de El País, los de TVE y los de Intereconomía. ¡ Por fin se ponen de acuerdo en algo! ¡Oh dioses del Olimpo, los que amamos el sagrado consenso les agradecemos este milagro!

“No seremos los salvadores del PNV ni los acompañantes del PP” decía Patxi López durante la última campaña electoral vasca. Su calculada ambigüedad le sirvió para no repetir el error que cometió Nicolás Redondo en las elecciones de 2001 cuando compartió los escenarios de los mítines con el candidato del PP Jaime Mayor Oreja. Los electores socialistas no se lo perdonaron y el PSE-EE obtuvo 13 escaños frente a los 19 del PP. Después llegaron las elecciones de 2005 y Patxi López se presentó por primera vez como candidato y obtuvo 18 escaños frente a los 15 del PP. María San Gil votó la candidatura de Patxi López en el debate de investidura.

Esta vez el candidato del PSE no anunció un pacto con el PP, ni tampoco lo contrario. La ilegalización de las siglas sucesoras de Batasuna cambió la aritmética del Parlamento, las más de 100.000 papeletas nulas han permitido un reparto de votos que benefició al PNV y al PSOE. Pero no sólo cambia el Parlamento vasco, también cambia el discurso del PP que ha pasado de querer llevar a Patxi López a la cárcel a abrirle las puertas de Ajuria Enea. El 10 de julio de 2006 el PP denunció a López ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco por sentarse con dirigentes de Batasuna. Dos meses antes de las elecciones López tuvo que sentarse en el banquillo de los acusados junto a Ibarretxe. Finalmente la causa fue archivada. Por mí que se vayan a pulpiar los del PNV, que aprendan lo que son las listas del paro los militantes de la fuerza que representa a la gran patronal vasca. Pero después de lo que vimos la legislatura pasada resulta difícil explicar el pacto entre el PSE y el PP. Si encima vemos las lecturas que se hacen desde Canarias, donde alaban a Patxi López por cambiar el régimen del PNV algunos que machacan a López Aguilar por combatir sin piedad el régimen de CC-PP, entonces hay que hacer serios esfuerzos para no morirse de risa.

Más de 30 años dominando el gobierno las mismas siglas no puede ser muy saludable desde el punto de vista democrático. Pero la realidad es que el PNV volvió a ser el partido con más votos y escaños, el triunfo de Ibarretxe (38,56%) fue más contundente que el de López Aguilar en las autonómicas canarias (34,31%). El candidato Basagoiti (del PP) basó su campaña electoral en advertir que Patxi López se iba a convertir nacionalista después de las elecciones para repartirse el gobierno vasco. Ahora PP y PSOE se han repartido la dirección del Parlamento y se repartirán el control de la ETB. Por primera vez en la historia de Euskadi una diputada que no sabe euskera presidirá el Parlamento. ¿Cómo se puede dirigir un debate parlamentario si la presidenta de la cámara no entiende lo que habla un portavoz parlamentario? En una comunidad que sigue teniendo una mayoría de electores nacionalistas parece que se quiere aplicar la política de Santiago y cierra España. Por supuesto que el primer freno a la democracia en Euskadi lo ponen los nazis de ETA cuando asesinan y amenazan. Pero ahora que todos los diputados del Parlamento vasco han pasado el filtro de la condena de la violencia de ETA, parece que quieren establecer una nueva línea divisoria, un nuevo muro en la política vasca. La división entre nacionalistas buenos y nacionalistas malos. Las siglas que representan al nacionalismo vasco están en la oposición, son los nacionalistas malos. Los nacionalistas buenos son los que votaron al nuevo presidente del gobierno vasco. Sabemos que los que apoyan a Patxi López quieren desterrar cualquier atisbo del espíritu de Sabino Arana de las instituciones vascas, lo que no sabemos es si el lugar del fundador del PNV lo ocupará el espíritu de don Pelayo, precursor del nacionalismo español.

Juan García Luján

Después de tantas tertulias y tantas páginas sobre Patxi López supongo que todos los espectadores, lectores y oyentes estarán convencidos de que el PSOE ganó las elecciones en Euskadi, perdón quise decir comunidad vascongada. A estas alturas, supongo que todos pensarán que Ibarretxe fue un golpista que solo pretendía violar la legalidad cada día. Después de la sucesión de monólogos con formato de tertulias y la publicación de portadas de diferentes cabeceras con editoriales que hablan del cambio en Euskadi, después de la sustitución de Obama por Patxi López en ese escaparate que llamamos opinión pública, supongo que ya todos sabrán que las urnas cambiaron el mapa político de Euskadi, que los vascos se fueron a la cama abertzales el sábado 28 de febrero y amanecieron españoles de toda la vida el 1 de marzo. Eso más o menos es lo que dicen los comentaristas, los de la COPE y los de la SER, los de La Razón y los de El País, los de TVE y los de Intereconomía. ¡ Por fin se ponen de acuerdo en algo! ¡Oh dioses del Olimpo, los que amamos el sagrado consenso les agradecemos este milagro!

“No seremos los salvadores del PNV ni los acompañantes del PP” decía Patxi López durante la última campaña electoral vasca. Su calculada ambigüedad le sirvió para no repetir el error que cometió Nicolás Redondo en las elecciones de 2001 cuando compartió los escenarios de los mítines con el candidato del PP Jaime Mayor Oreja. Los electores socialistas no se lo perdonaron y el PSE-EE obtuvo 13 escaños frente a los 19 del PP. Después llegaron las elecciones de 2005 y Patxi López se presentó por primera vez como candidato y obtuvo 18 escaños frente a los 15 del PP. María San Gil votó la candidatura de Patxi López en el debate de investidura.