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La sinrazón de Asprocan y otros voceros

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La situación del plátano de Canarias, y todo lo sucedido, está poniendo de manifiesto la sinrazón de Asprocan, la ineficacia de las OPP (organizaciones de productores), las negligencias de los 100 empaquetados y la ausencia de gestión por parte de la Consejería de Agricultura. Todos están siendo cómplices de una tormenta perfecta, un año más, a lo que se une la pica de esta semana (la 32 del año), con 1,2 millones de kilos de una marca de 7,2 millones, parar ir acabando con este cultivo tradicional, poniéndolo en las manos de los importadores y de las grandes superficies comerciales, que son los que ponen precio al duro trabajo del agricultor tradicional, el último en cobrar, y si sobra.

Hay que dejar bien claro que el problema del plátano no es un problema de la isla de La Palma, que exige una moratoria, ni de agricultores grandes y pequeños, ni de buenos y malos agricultores.

Este es un problema que se le ha generado a los agricultores tradicionales por las nuevas superficies de cultivo, la mayoría de fuera del sector, advenedizos y con métodos intensivos de cultivo (con doble marco de producción y algunos hasta tres cosechas en dos años), lo que ha provocada que la producción de plátano se haya disparado sin ningún tipo de control por parte de las OPP, empaquetados, Asprocan y la Administración pública.

A toda esta situación hay que añadir un grave problema en   el concepto de la ayuda Posei al plátano. Los kilos de producción no tienen una relación directa con la ayuda a recibir (el año 2023 fue un claro ejemplo). Kilos no son euros.

La ayuda de la UE se da para el mantenimiento del cultivo, a la media de producción de los últimos años (el histórico) más un tanto por ciento del último ejercicio, al ajustar el exceso de producción en 420 millones de kilos y, si se supera, se produce un prorrateo, siempre a menos.

Se ha incrementado la producción de manera exagerada, lo que ha supuesto que se superen los 420 millones de kilos al año, con un exceso de oferta en el mercado y una alarmante caída de precios. Y esta situación es porque no ha habido un control de las nuevas siembras por parte de la Administración autonómica. Hay cientos de hectáreas nuevas a punto de producir fruta. A su vez, ello genera un prorrateo a la baja en el reparto de la ayuda directa del Posei. Ambas cosas perjudican gravemente a    los agricultores tradicionales al ver disminuidos sus ingresos   y al poner en peligro la viabilidad de sus pequeñas y medianas explotaciones.

En la proposición no de ley (PNL) aprobada por unanimidad en la Comisión de Agricultura del Parlamento de Canarias, que se prevé que se convierta en decreto regulador, todas las medidas propuestas son importantes,     se complementan y se necesitan para que sea efectivo el equilibrio entre la producción, por debajo de los 420 millones de kilos al año, y el mercado.

Hay que poner un tope razonable de producción con derecho a ayuda, y los 65.000 kilos por hectárea lo son. Ninguna zona buena, menos las malas, con cultivo tradicional puede superar ese nivel. En cambio, quien utiliza métodos intensivos sí supera los 65.000 kilos. El futuro decreto, basado en la PNL, a este no se lo va a impedir, pero no tendrá derecho a la ayuda de Posei por el exceso de producción, porque ello va en contra del cultivo tradicional y porque además genera exceso de oferta. Superar ese límite máximo invita al fraude en el cobro de la ayuda, al plátano de papel.

La ampliación del plazo para el cálculo del histórico es evidente que desincentiva la incorporación de nuevas producciones y parcelas, y además hay que tener en cuenta que mantener el peso del 50% en la fórmula de cálculo del histórico consolidado es una imposición de la Organización Mundial de Comercio (OMC) porque si no se consideraría ayuda diferida a los kilogramos de producción y no una ayuda al mantenimiento de la renta, el paisaje y la base social, los motivos, hay que subrayarlo, de la ayuda actual del Posei  para el plátano (un total de 141,1 millones de euros al año, todo dinero de la UE). Esta fórmula no perjudica a los tradicionales, como alega Asprocan y otros voceros. Todo lo contrario: los protege.

Pero, junto con todo eso, la Consejería de Agricultura tiene que tomar decisiones en el control de la producción, tal y como marca la PNL y también debe reflejar el decreto: hay que limpiar todos los plátanos de papel. Explotaciones que en el año 2022 tenían una producción de 50.000 kilos por hectárea y en el 2023 llegan a 90.000. ¿Cómo es posible? Otras en las que rezan más de 100.000 kilos por hectárea. Y luego las hay en las que las pistas de acceso y los interiores de las fincas están contemplados como zonas de cultivo, o el interés de un importante importador en crear una OPP para sentarse en el órgano ejecutivo de Asprocan, o el interés de una multinacional de la alimentación en controlar Asprocan porque esta aporta más al sector que algunos de sus miembros.

Está todo por hacer, empezando por la falta de unidad para concentrar  la comercialización y por el hecho de que sean los productores canarios los que pongan el precio a su fruta. Esto más lo expuesto anteriormente.

Tenemos que tener claro si de verdad queremos mantener el cultivo tradicional o si, en cambio, lo que se quiere es entregárselo a los importadores y grandes superficies, para salvar el pellejo de algún dirigente o cooperativa. Si es esto, pues pa’lante.

Asprocan, a ver si se entera, y CC en La Palma deben aprender a escuchar a los que más saben de esto, no a voceros que no son ejemplo de nada y sus intereses no están de la mano del agricultor tradicional. ¡Qué ejemplo es ese de llevar la contraria a su Gobierno! Si kilos no son euros, pleitesías no son votos.

Los datos expuestos matan los relatos desacertados, confusos e interesados que siguen circulando por ahí… Aquí y ahora lo que hace falta es una eficaz gestión: justa, igualitaria, clara y transparente, y de toda la cadena: desde el agricultor hasta la Administración y llegando al lineal, a la venta minorista. Porque hoy la realidad habla de todo lo contrario: el plátano está perdiendo cuota de mercado en beneficio de la banana, que es con la que más ganan los importadores y las grandes superficies comerciales…

Te queda claro, ¿verdad?

La situación del plátano de Canarias, y todo lo sucedido, está poniendo de manifiesto la sinrazón de Asprocan, la ineficacia de las OPP (organizaciones de productores), las negligencias de los 100 empaquetados y la ausencia de gestión por parte de la Consejería de Agricultura. Todos están siendo cómplices de una tormenta perfecta, un año más, a lo que se une la pica de esta semana (la 32 del año), con 1,2 millones de kilos de una marca de 7,2 millones, parar ir acabando con este cultivo tradicional, poniéndolo en las manos de los importadores y de las grandes superficies comerciales, que son los que ponen precio al duro trabajo del agricultor tradicional, el último en cobrar, y si sobra.

Hay que dejar bien claro que el problema del plátano no es un problema de la isla de La Palma, que exige una moratoria, ni de agricultores grandes y pequeños, ni de buenos y malos agricultores.