Espacio de opinión de Canarias Ahora
De cuando el Sr. Aznar aprendió a emplatar con perejil (Iván I de Melilla)
Curiosamente, ahora que no da ni clavo, se arremanga la camisa tipo habanera, introduce sus manecitas en cada bolsillo, y en una ademán desafiante sólo le faltaría tocar la flautita de Hamelín para que le sigan los blancos y sonrientes novios del que dicen es popular conjunto musical.
Ha aprendido a hablar, pontifica ex cátedra cual inquisidor benedicto, mira a derecha y a izquierda con cierta bizquera dextra, con caída de párpados remedando a quienes se ganan el pan con el sudor de una noche entera en vela.
¡¡Que lejos está usted de ellos!!
Dicen en Palestina que “el que come almendras, cuando habla miente”.
Ya debe ser un signo de envilecimiento hostil hacia la edad tercia tardía que no ha sido capaz de hilvanar coherentemente una frase que tradujera de forma clara su presencia vestidito de blanco marengo, en tierras melillenses, justo la que nunca pisara siendo presidente del gobierno de España.
Ha aprendido con el paso del tiempo que “no hay nada mejor que todo lo demás es bobería” o aquello de “fite tú, con decirte que las tablas del barco eran de madera”.
El amable lector se preguntará a cuento de qué vienen estas frases de contenido vacuo. Pues a cuento de lo mismo que hace Iván I de Melilla también conocido como Ánsar de la Pradera.
El nene ya habla y no dice nada. Se mete donde nadie lo llama, prepara ensaladas con mucho perejil, y a más años menos sinapsis en su linda cabecita.
Su faraónica actitud desafiando con su personal presencia la ausencia del presidente de gobierno de España o de sus ministros y ¿por qué no?, la del Rey D. Juan Carlos en la frontera española de Melilla solo merece el comentario irónico, la carcajada y el “váyase a hacer puñetas Sr. Aznar”.
Lo que nos faltaba, en este partido de baloncesto el rey de enfrente tocando pelotas, como suele hacer varias veces en el tiempo reglamentario, y los totorotas bailándole el juego.
El equipo nuestro, con ñ o sin ella, el elegido democráticamente se rompe la cabeza para evitar enfrentamientos con el peor de los vecinos posibles, sin entrar en los devaneos de este imperialista, obsesivo y compulso rey, evitando entrar “a la piña limpia” que es lo que se merecería el provocador de los espacios muertos mientras este poseedor de hormigas supralabiales haciendo bueno aquello de “cuerpo a tierra que vienen los nuestros”.
En esto está la diferencia, que sabido es que “perro ladrador poco mordedor”, y lo inteligente está en no entrar al trapo aunque te hierva la sangre.
Finalmente Mr. Ánsar, no está usted madurito aún para dar clases de diplomacia, ha entablado dos conflictos bélicos, uno de ellos por un Perejil para la ensalada y otro con millones de litros de sangre que siguen llenando los barriles en Irak.
Le recordaré hasta mi último suspiro su maníaca frase: “con esta guerra de Irak vamos a arreglar el problema de Palestina”. Mira quién fue a hablar? justo llenando las tierras iraquíes de sangre. Bonita y honrosa manera de arreglar conflictos.
Usted únicamente aprende a tocar bolas pero las propias; tiene mucho entrenamiento por delante para que se haga un hombre de provecho y pueda ser clonado como persona de bien y leal.
Bájese de la guagua ya de una puñetera vez, de esta guagua llamada España Mr. Ánsar y no meta más rabos; ya estamos bastante enrrabonados para que venga usted a dar empujones.
“Ceda el asiento a los mutilados de guerra, prohibido escupir en el suelo, está prohibido hablar con el conductor”. Así rezaban los carteles de las jardineras y guaguas franquistas, las que tantas veces tuve que coger porque no había otras.
Ahora su guagua estaría mejor en el desguace, Sr. Aznar.
Carlos Juma
Curiosamente, ahora que no da ni clavo, se arremanga la camisa tipo habanera, introduce sus manecitas en cada bolsillo, y en una ademán desafiante sólo le faltaría tocar la flautita de Hamelín para que le sigan los blancos y sonrientes novios del que dicen es popular conjunto musical.
Ha aprendido a hablar, pontifica ex cátedra cual inquisidor benedicto, mira a derecha y a izquierda con cierta bizquera dextra, con caída de párpados remedando a quienes se ganan el pan con el sudor de una noche entera en vela.