Espacio de opinión de Canarias Ahora
Tindaya, una escultura en el aire
Como paradoja del título de la escultura Monumento a la tolerancia, se ha dado de bruces, el peculiar proyecto de Chillida, con asuntos muy ajenos a la cultura y la creación artística. Y la primigenia condition sine qua non que antepuso, el comprometido escultor con sus principios, para que se ejecutara la obra, sería: que hubiera consenso absoluto por todos los canarios. Proyecto éste que sería la cumbre y colofón de su creación en su extensa creación artística.
La obra tiene reminiscencias inspirativas en el poeta Jorge Guillén, a quien ilustró un libro poemario, y respecto al poema Lo profundo es el aire, en los años 70. El vaciado pétreo se hará en la bella montaña de traquita para obtener el hueco que será la esencia escultórica. Con ello el genio del escultor consigue hacer una escultura por extracción, por restado de la materia. O sea, en antítesis del añadir materia en la obra. Por lo que la misma carecerá de formas y volúmenes; al contrario, solo existirá el vacío: aire, en definitiva. En la relatividad intrínseca de la antimateria el espectador la respira y la vive en sus entrañas, en los místicos adentros del denso aire que crea la escultura. Estructurada por la planitud de las alisadas paredes que conformarán el resto de la montaña, por lo que carece de materia en su engendro volumétrico: todo un excelso acierto y una revolución en el arte. El “menos es más” de los minimalistas se transforma en: la nada es materia.
Hechos los respectivos sondeos geotécnicos por los ingenieros de la empresa que se compromete a efectuar el vacío, en cuanto a la solidez de la montaña en su resistencia pétrea han dado resultados fructuosos, por lo que la misma se puede llevar a efecto con garantías. El proyecto se encuentra en fase de información pública.
A pesar de las controversias y diatribas, el Gobierno Autónomo ya ha entregado 76 millones como anticipo, para su principiar el hueco de los cubos, siendo el mayor de 50 metros de lado, desde el que se fundirá con el océano y su horizonte. Y el Cabildo majorero se ha entrevistado con el hijo y director del Museo Chillida Luku, para confirmarle su íntegro deseo de continuidad con el proyecto. Sabedores las instituciones que El Defensor del Pueblo ha dado un informe cuestionando el proyecto por: “Dañar los valores naturales y culturales: 217 grabados rupestres podomorfos declarados Bien de Interés Cultural por la Ley de Patrimonio Histórico Español”.
Aunque así no fuera, bien es cierto, que no estamos en tiempos para juegos florales, en el que no podemos distraer en gastos ahora innecesarios para la perentorias necesidades vivenciales de todos los ciudadanos. Y no hagan un brindis al sol majorero con gestiones quiméricas. Son muy altos costes los del vaciado que producirá la alta tecnología, y lo hará una empresa foránea, siendo conocedores, los funcionarios eventuales, que solo van a cubrir una pírrica solución de empleo. En este tiempo, cualquier gasto público que se haga debe ser de urgente apoyo en la creación de trabajos, para los negros nubarrones que se prevén en próximo futuro. Ya volverán las golondrinas que avizoren la primavera.
Teo Mesa
Como paradoja del título de la escultura Monumento a la tolerancia, se ha dado de bruces, el peculiar proyecto de Chillida, con asuntos muy ajenos a la cultura y la creación artística. Y la primigenia condition sine qua non que antepuso, el comprometido escultor con sus principios, para que se ejecutara la obra, sería: que hubiera consenso absoluto por todos los canarios. Proyecto éste que sería la cumbre y colofón de su creación en su extensa creación artística.
La obra tiene reminiscencias inspirativas en el poeta Jorge Guillén, a quien ilustró un libro poemario, y respecto al poema Lo profundo es el aire, en los años 70. El vaciado pétreo se hará en la bella montaña de traquita para obtener el hueco que será la esencia escultórica. Con ello el genio del escultor consigue hacer una escultura por extracción, por restado de la materia. O sea, en antítesis del añadir materia en la obra. Por lo que la misma carecerá de formas y volúmenes; al contrario, solo existirá el vacío: aire, en definitiva. En la relatividad intrínseca de la antimateria el espectador la respira y la vive en sus entrañas, en los místicos adentros del denso aire que crea la escultura. Estructurada por la planitud de las alisadas paredes que conformarán el resto de la montaña, por lo que carece de materia en su engendro volumétrico: todo un excelso acierto y una revolución en el arte. El “menos es más” de los minimalistas se transforma en: la nada es materia.