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X Aniversario del fallecimiento de Aurelio Ayala

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“El recuerdo es el diario que todos cargamos con nosotros” (Oscar Wilde)

Es de sentido común recordar a gente que lo tuvo. El 8 de mayo de 2012, hace diez años, quién lo diría, se nos fue un amigo, Aurelio Ayala. Un hombre comprometido con la sociedad herreña, con la lucha de clases, con las causas justas de los trabajadores y trabajadoras, con cualquier movimiento en el que se luchase por la justicia social.

Aurelio pudo tener más, pero nunca lo quiso. Pudo aspirar a mucho, pero nunca le movió el egoísmo personal. Tuvo oportunidades, pero siempre las desaprovechó por coherencia. Estuvo al lado de gente con mucho poder pero no lo quiso. Fue ante todo un hombre cabal, de principios ferreos y su dignidad nunca estuvo en venta.

Su expresión aparentemente seca se contradecía con una cercanía y proximidad hacia la gente que le aportaba su principal reclamo, la amistad. No utilizaba la oposición política como arma arrojadiza, incluso en los peores momentos en el que el membrete de “rojo” quedaba inevitablemente asociado a revolucionario.

Aurelio, el hombre de la bufanda roja, siempre fue un hombre de consenso y de acuerdo. Puso siempre los ideales por encima de los sueldos, don que escasea últimamente en la vida pública. Su vida política y sindical comenzó desde sus tiempos universitarios, donde entre otros tuvo un amigo en Tony Gallardo (Secretario de Comisiones Obreras en la clandestinidad), de su relación salió el proyecto “Homenaje al Campesino” y que se hizo realidad con la implantación del arado, que podemos todos ver en La Cruz de los Reyes.

Desde los años 73 al 75 estuvo configurando en la clandestinidad y trabajando en las Comisiones Obreras de El Hierro junto a otros compañeros/as, y fue el principal actor y precursor de Comisiones Obreras de El Hierro, presidiendo la primera Asamblea que se celebró en la Isla del Sindicato ya legalizado en el año 1978.

Fue al primero al que escuche hablar de la constitución del nuevo municipio de El Pinar y me atrevo a decir que quizás no le agradecimos en su justa medida el amor por este pueblo que siempre fue 'rojo' como su bufanda y al que dedicó mucho corazón.

Sería muy extenso enumerar una vida plagiada de “sentido común” por El Hierro, nombre con el que bautizó posiblemente a un partido que pretendía elevar a digna la actividad política, pero su fallecimiento se llevó ésta y otras iniciativas en pro del beneficio de nuestra isla. Sus amigos siempre los eligió, nunca admitió que se los impusieran. Yo me siento uno de ellos y me resisto a olvidarlo.

Aprovecho este X Aniversario de su fallecimiento para reclamar alguna iniciativa institucional dirigida a reconocer toda una vida dedicada al ejercicio público. La “memoria histórica´ no debe olvidar y sí recordar.

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