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Diez años del Alfredo Kraus

Soplaba un gélido viento de norte este miércoles en la Cicer, la zona de Las Canteras donde se levanta una de las joyas arquitectónicas de Las Palmas de Gran Canaria, el auditorio Alfredo Kraus. Fuera, en el paseo, el público presenciaba la actuación de varios grupos, mientras en el interior del recinto, más asocados, algo más de mil invitados disfrutaban de un buen concierto de la Filarmónica de Gran Canaria, que escogió un programa asequible en el que brilló de manera destadísima el violinista Joshua Bell. Muchos de los invitados, por cierto, confundieron aquello con un concierto de Bisbal, e hicieron bastante incómoda la velada en ocasiones. Luego una larguísima espera por unos fuegos artificiales que ponían broche de oro a los fastos con motivo del décimo aniversario del auditorio. El frío viento soportado para verlos se corresponde con el que sopla en las relaciones de las instituciones (Cabildo y Ayuntamiento) con la dirección del recinto, que ha vuelto a equivocarse una vez más en su siempre errática política de comunicación. Se avecina un comité ejecutivo que fiscalice el trabajo de un director que en demasiadas ocasiones se ha instalado por libre.

Soplaba un gélido viento de norte este miércoles en la Cicer, la zona de Las Canteras donde se levanta una de las joyas arquitectónicas de Las Palmas de Gran Canaria, el auditorio Alfredo Kraus. Fuera, en el paseo, el público presenciaba la actuación de varios grupos, mientras en el interior del recinto, más asocados, algo más de mil invitados disfrutaban de un buen concierto de la Filarmónica de Gran Canaria, que escogió un programa asequible en el que brilló de manera destadísima el violinista Joshua Bell. Muchos de los invitados, por cierto, confundieron aquello con un concierto de Bisbal, e hicieron bastante incómoda la velada en ocasiones. Luego una larguísima espera por unos fuegos artificiales que ponían broche de oro a los fastos con motivo del décimo aniversario del auditorio. El frío viento soportado para verlos se corresponde con el que sopla en las relaciones de las instituciones (Cabildo y Ayuntamiento) con la dirección del recinto, que ha vuelto a equivocarse una vez más en su siempre errática política de comunicación. Se avecina un comité ejecutivo que fiscalice el trabajo de un director que en demasiadas ocasiones se ha instalado por libre.