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El ansiado casino del sur

El culebrón de los casinos no parará, nos tememos, en una temporadita, lo que nos hace lamentar ante nuestros lectores que nos pongamos un poco pesados. Es que la cosa tiene todo el olor, el color y el sabor de una ordinariez del quince y no nos resignamos, qué quieren. El caso es que husmeando por aquí y preguntando por allá, nos hemos enterado de que la historia viene de lejos. Es decir, que hay gente interesada en nuevas licencias de casinos desde hace tiempo. Y los más interesados tienen sentados sus reales en San Bartolomé de Tirajana. Por ejemplo, sabemos que algún miembro del Gobierno actual presionó hasta límites insospechados a miembros del Gobierno anterior para que no renovaran la licencia del casino del Tamarindos, y que ésta le fuera concedida graciosamente (después de los trámites oportunos) al amigo sureño del presionador hoy consejero. Y si no, el amigo hasta estaba dispuesto a comprar licencia, casino y hotel. La operación no cuajó, o no cuajó entonces, porque ahora, lo que se dice ahora, el amigo del presionador va a tener su casino. Faltaría más.

El culebrón de los casinos no parará, nos tememos, en una temporadita, lo que nos hace lamentar ante nuestros lectores que nos pongamos un poco pesados. Es que la cosa tiene todo el olor, el color y el sabor de una ordinariez del quince y no nos resignamos, qué quieren. El caso es que husmeando por aquí y preguntando por allá, nos hemos enterado de que la historia viene de lejos. Es decir, que hay gente interesada en nuevas licencias de casinos desde hace tiempo. Y los más interesados tienen sentados sus reales en San Bartolomé de Tirajana. Por ejemplo, sabemos que algún miembro del Gobierno actual presionó hasta límites insospechados a miembros del Gobierno anterior para que no renovaran la licencia del casino del Tamarindos, y que ésta le fuera concedida graciosamente (después de los trámites oportunos) al amigo sureño del presionador hoy consejero. Y si no, el amigo hasta estaba dispuesto a comprar licencia, casino y hotel. La operación no cuajó, o no cuajó entonces, porque ahora, lo que se dice ahora, el amigo del presionador va a tener su casino. Faltaría más.