El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Esos candidatos dóciles y sumisos
José Miguel Bravo de Laguna deberá contestar hoy martes al presidente de Compromiso por Gran Canaria o quedarse fuera del juego. La oferta del partido que fundara Nardy Barrios sigue siendo lo suficientemente generosa como para no hacerle ascos, pero el presidente del Cabildo prefirió tantear otras posibilidades emergentes, como Ciudadanos, un partido con diez años de historia que amenaza seriamente con desempeñar un papel trascendental en el escenario político español. Bravo se acercó por su cuenta y los de Rivera en Canarias le dijeron que no, que él no tiene precisamente el perfil que Ciudadanos y sus ciudadanos buscan. Hubiera sido una combinación realmente dañina para el Partido Popular, especialmente por el tirón urbano del partido que en Canarias lidera la catedrática de la ULPGC Beatriz Correas, sin desdeñar en absoluto el innegable apoyo que las encuestas otorgan a Bravo de Laguna en Gran Canaria. En cualquier caso, vayan juntos o por separado, Bravo y Ciudadanos van a arañar miles de votos al Partido Popular. El primero puede obtener presencia en el nuevo Cabildo que salga de las urnas en mayo, entre tres y cinco consejeros, y los segundos, aún a las puertas de la Corporación, pescarán en los caladeros populares mucho más de lo que las encuestan dicen en estos momentos. Estas idas y venidas de Bravo de Laguna han relegado a una posición de actriz secundaria a la candidata que Soria puso in extremis para disputar la presidencia del Cabildo de Gran Canaria. Mercedes Roldós no da, desde luego, ni el perfil de Ciudadanos ni el de Compromiso, pero sí y de manera contundente, el del PP. Su carácter y su hechura política le delatan, y sus antecedentes son de los que agradan sobremanera al Gran Timonel. Tiene su pasado socialista, pero también un pasado de deudora recalcitrante de la Seguridad Social cuando le dio por montar una empresa para regentar una terraza de verano, o de consejera con escasa capacidad para vigilar a su tropa en el caso Lifeblood, con asesores que iban y venían con informes de parte por los pasillos de la Consejería de Sanidad. Roldós es leal custodia de los secretos que tienen José Miguel Ruano (CC) y su José Manuel Soria, y testigo presencial de las grandes operaciones que se cocieron con ambulancias y otras cosas de comer en las empresas públicas vinculadas a la sanidad canaria. Donde no la hemos visto todavía es en las manifestaciones de los afectados por las preferentes de Bankia. Y eso que se encuentra entre ellos.
Australia miró para otro lado en el Canódromo
Y ¿qué decir de Australia Navarro, flamante candidata a presidir el Gobierno de Canarias? Es el paradigma de política absolutamente entregada a las instrucciones de la superioridad, que ejecuta con tanta convicción que parecen decisiones propias. Lo vimos en su última intervención en la comisión de control de RTVC en el Parlamento, donde se deshizo en tantos ditirambos en honor de Juan Santana que acaso pareciera que el titular de la Medalla de San Raimundo de Peñafort fuera aquel comunicólogo venido a más que ella misma, que se la curró de lo lindo para que el Parlamento se la procurara. También tiene su pasado político oscuro la señora Navarro: en aquellas calendas en que su José Manuel era alcalde de Las Palmas de Gran Canaria la encontramos deshaciendo entuertos legales del pelotazo del Canódromo como consejera de Presidencia y Justicia del Gobierno de Canarias. Con un arte del que solo pueden presumir los más dúctiles y maleables, escamoteó un expediente gubernamental promovido por la Viceconsejería de Ordenación del Territorio por el que debió haberse impugnado el Plan Parcial del Canódromo por incurrir en graves defectos formales. Pero en su departamento se colocaron delante del televisor en el momento en el que daban el programa de gimnasia de Leticia Sabater e hicieron todos el ejercicio de cuello sostenido que los dejó mirando para otro lado el tiempo suficiente para que el expediente venciera y no se estropeara la operación. María Australia Navarro tiene su criterio político absolutamente supeditado al de Su Excelencia. Sabe a lo que juega en estas elecciones, a ser una candidata de perfil bajo que no oponga el menor contratiempo a Fernando Clavijo, con el que Soria ha vuelto a pactar el reparto territorial que siempre le gustó: tú no te metes en lo que yo pueda hacer en Gran Canaria y yo te dejo que hagas lo que te plazca en Tenerife.
El alcalde amigo de Luis Soria
Para disputar la presidencia del Cabildo de Tenerife José Manuel Soria también ha elegido a un hombre cómodo, casi diríamos que sumiso. Manuel Domínguez es el presidente insular del PP de Tenerife y alcalde de Los Realejos. Su designación desplaza de una manera indiscutible a un histórico del partido, Antonio Alarcó, que se diferencia de la inmensa mayoría de tiralevitas del partido en la isla que no necesita de la política para vivir. Pero esa condición de independencia se vuelve en contra de quien la disfruta en los momentos en los que hay que ponerse de rodillas al paso del Gran Timonel. Domínguez es el alcalde que recibió a Luis Soria y a una representación de la empresa Effico, interesada en hacerse con la gestión del alumbrado público en Los Realejos. Tras unas vicisitudes que parecían apuntar a que había sido descubierta la jugada y que se iba a anular, Domínguez acabó finalmente transigiendo y otorgando la concesión al hermanísimo, a riesgo de acabar en los tribunales. En Santa Cruz de Tenerife, Soria también ha elegido a una mujer que quiere seguir viviendo de la política a cualquier precio, Cristina Tavío. La candidata ya conoce lo que se siente pactando con Coalición Canaria en la capital de la isla (fue socia de Zerolo, casi nada) por lo que no le costará mucho trabajo entenderse con Bermúdez en caso de acuerdo en cascada. Tavío ha ganado el pulso interno y sordo a otro histórico que no vive de la política, Miguel Cabrera-Pérez Camacho. Para La Laguna la cosa parece estar aún abierta, porque mientras Cristina Tavío quiere imponer a Ana Zurita, las fuerzas vivas y penitentes de la ciudad se inclinan por un tipo con muchas más posibilidades, Iván González Riverol, que a su trayectoria profesional y familiar incorpora su pasado como esclavo mayor de la Esclavitud del Cristo de La Laguna. Y en eso pocos le ganan.
Fastos de campaña con pólvora del pueblo
Año electoral, y algunos no parecen haberse enterado de nada. La gente de Por Tenerife, con sus dos concejales y pico en La Laguna, anda fumando en pipa por un acto con claros ribetes electoralistas que organizó este pasado domingo en esa ciudad Coalición Canaria con motivo del Día de la Mujer. Los nacionalistas se lo guisaron y se lo comieron solos, no invitaron a ninguna concejala, ni de la oposición ni del PSOE, con el que comparten gobierno, y sí a todos los candidatos del partido que pudieran o pudiesen constituirse por allí. Todo ello, of course, organizado y pagado por el Ayuntamiento que todavía preside Fernando Clavijo, el más candidato de todos los candidatos de Coalición Canaria. Santiago Pérez, concejal de la formación protestante, no parece querer dejar pasar esta a su alcalde, y ya ha iniciado las acciones pertinentes para confirmar que la organización del boncho corrió por cuenta de la Corporación para, en su caso, meterle un meneíto judicial de los que hacen época. Y no está Clavijo precisamente ahora para muchos farolillos en los juzgados de instrucción. Porque por mucho que los medios y la fanfarria del régimen se empeñen en anunciar que el caso Corredor está languideciendo, la noticia de este mismo lunes de que se ha reconstruido el auto de inicio de las escuchas telefónicas no invita a pensar en eso. Pero bueno, el caso es que los partidos tradicionales no han aprendido a separar lo puramente electoral de lo institucional. El Partido Popular en Santa Brígida, por ejemplo, ha organizado este mes de marzo el único carnaval en estos cuatro años de mandato de Lucas Bravo de Laguna y su sustituta a título de alcaldesa Beatriz Santana. Una celebración cuyos costes se ha negado el grupo de gobierno a explicar a la oposición seguramente porque están protegidos por el secreto bancario. Como el plan de seguridad de las fiestas, que de haberse aplicado correctamente a lo mejor hubiera evitado que los presentes se llevaran un susto de muerte durante el entierro de la sardina al desviarse de su trayectoria unos cuantos voladores que impactaron directamente en el público. Porque, además de fuegos y sardinas, el Carnaval satauteño contó hasta con gala Drag Queen, concurso de murgas y gala. A lo grande, vamos.
Cardona paga los conciertos de noviembre
El único cargo público del Partido Popular que parece aguantar en Canarias el diluvio universal que se le viene encima a la causa (y a la casta) es Juan José Cardona, alcalde de Las Palmas de Gran Canaria. También él ha sucumbido a la inveterada costumbre de echar el resto en el trimestre previo a las elecciones primaverales: a noventa días de las elecciones organizó por primera vez el Día del Vecino, que como era de prever pasó sin pena ni gloria mezclado entre otras efemérides de la new age palmense como LPA Sunday o Shopping Party, todo ello muy propio del momento singer morning que padecemos. Por más que hacemos esfuerzos que nos conduzcan a explicarnos que los ciudadanos valoren en las encuestas la gestión de Cardona, nada encontramos que lo haga pasar a la posteridad. Así que hemos tenido que recurrir a su propio balance, el que muy bien recogía Canarias7 en la entrevista que le publicaba este domingo firmada por su director, Francisco Suárez Álamo. Y todo se reduce a frases grandilocuentes que tienen más que ver con el futuro que con el presente: “Hemos puesto rumbo al despegue”. “Hemos sembrado proyectos muy sólidos y me gustaría recoger esos frutos”. “En los próximos años, esta ciudad va a tirar como un cohete del empleo y del desarrollo económico de Canarias”. Y luego una lista de realizaciones que no son suyas, o no exclusivamente suyas: industria del cine, cruceros en el Puerto, acuario, enlace con África, plan de internacionalización (sic). Pero nada que podamos abiertamente atribuir al alcalde Cardona. Porque ni siquiera su último esfuerzo por transmitir la imagen de que ama la cultura ha colado. Tras recuperar el palacete Rodríguez Quegles ha querido sacar pecho con una gestión cultural reducida desde el Ayuntamiento a tres o cuatro gestos sin la menor trascendencia ni cultural ni social, y mucho menos económica. Es más, estos últimos días ha pagado el Ayuntamiento los cachés de las bandas locales que tocaron en el remedo de Womad (Cardomad, lo llamaron) que hizo a finales de noviembre, es decir, hace cuatro meses. Llenarse la boca hablando de promover la cultura local y tardar tanto en pagar cachés de 300 o 400 euros no es desde luego como para tirar voladores. Pero, no se preocupen, que dice el alcalde que la ciudad “va a dar un respingo en el futuro”. Teniendo en cuenta que eso del respingo es una sacudida violenta, nos quedamos con lo del despegue, que es más pausado y más sostenido en el tiempo. Y no se nos caerá la dentadura del rambliazo.
José Miguel Bravo de Laguna deberá contestar hoy martes al presidente de Compromiso por Gran Canaria o quedarse fuera del juego. La oferta del partido que fundara Nardy Barrios sigue siendo lo suficientemente generosa como para no hacerle ascos, pero el presidente del Cabildo prefirió tantear otras posibilidades emergentes, como Ciudadanos, un partido con diez años de historia que amenaza seriamente con desempeñar un papel trascendental en el escenario político español. Bravo se acercó por su cuenta y los de Rivera en Canarias le dijeron que no, que él no tiene precisamente el perfil que Ciudadanos y sus ciudadanos buscan. Hubiera sido una combinación realmente dañina para el Partido Popular, especialmente por el tirón urbano del partido que en Canarias lidera la catedrática de la ULPGC Beatriz Correas, sin desdeñar en absoluto el innegable apoyo que las encuestas otorgan a Bravo de Laguna en Gran Canaria. En cualquier caso, vayan juntos o por separado, Bravo y Ciudadanos van a arañar miles de votos al Partido Popular. El primero puede obtener presencia en el nuevo Cabildo que salga de las urnas en mayo, entre tres y cinco consejeros, y los segundos, aún a las puertas de la Corporación, pescarán en los caladeros populares mucho más de lo que las encuestan dicen en estos momentos. Estas idas y venidas de Bravo de Laguna han relegado a una posición de actriz secundaria a la candidata que Soria puso in extremis para disputar la presidencia del Cabildo de Gran Canaria. Mercedes Roldós no da, desde luego, ni el perfil de Ciudadanos ni el de Compromiso, pero sí y de manera contundente, el del PP. Su carácter y su hechura política le delatan, y sus antecedentes son de los que agradan sobremanera al Gran Timonel. Tiene su pasado socialista, pero también un pasado de deudora recalcitrante de la Seguridad Social cuando le dio por montar una empresa para regentar una terraza de verano, o de consejera con escasa capacidad para vigilar a su tropa en el caso Lifeblood, con asesores que iban y venían con informes de parte por los pasillos de la Consejería de Sanidad. Roldós es leal custodia de los secretos que tienen José Miguel Ruano (CC) y su José Manuel Soria, y testigo presencial de las grandes operaciones que se cocieron con ambulancias y otras cosas de comer en las empresas públicas vinculadas a la sanidad canaria. Donde no la hemos visto todavía es en las manifestaciones de los afectados por las preferentes de Bankia. Y eso que se encuentra entre ellos.