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Opinión | Ya empezamos, por Antón Losada

El caso de Paquito

Pues no volvió con refuerzos el policía local. Sencillamente no volvió, lo que no significa que se doblegara ante el energúmeno gritón, sino que seguramente se le acabó el turno y no había coche disponible que mandar tan lejos. Los vecinos tuvieron que aguantar al OVNI toda la noche, con sus gritos y sus golpes pretendiendo no se sabe muy bien qué. Al otro lado de la ciudad, en Tomás Morales, pasa algo muy parecido de modo recurrente con los gritos, follones y ruidos que profiere un personaje conocido sólo por el nombre de Paquito. Don Francisco, que es como en realidad se llama, monta el pollo periódicamente sin que la policía haga caso maldito de las llamadas y quejas de la vecindad. Ya se sabe que hay personas que son inasequibles al desaliento, sobre todo cuando andan permanentemente templados como requintos, pero de ahí a la impunidad y a la desmoralización del contribuyente sólo dista una delgada línea.

Pues no volvió con refuerzos el policía local. Sencillamente no volvió, lo que no significa que se doblegara ante el energúmeno gritón, sino que seguramente se le acabó el turno y no había coche disponible que mandar tan lejos. Los vecinos tuvieron que aguantar al OVNI toda la noche, con sus gritos y sus golpes pretendiendo no se sabe muy bien qué. Al otro lado de la ciudad, en Tomás Morales, pasa algo muy parecido de modo recurrente con los gritos, follones y ruidos que profiere un personaje conocido sólo por el nombre de Paquito. Don Francisco, que es como en realidad se llama, monta el pollo periódicamente sin que la policía haga caso maldito de las llamadas y quejas de la vecindad. Ya se sabe que hay personas que son inasequibles al desaliento, sobre todo cuando andan permanentemente templados como requintos, pero de ahí a la impunidad y a la desmoralización del contribuyente sólo dista una delgada línea.