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Opinión | Ya empezamos, por Antón Losada

Lo consideraron un loco

La idea de Vázquez Figueroa es una genialidad suficientemente conocida en Canarias, no en vano la presentó aquí. Consiste básicamente en la separación del agua de la sal aplicando un proceso físico que ahorre costes frente a la desalación por ósmosis inversa y otros procesos de alto coste. La caída del agua desde una considerable altura y su paso a través de membranas permite dejar a un lado la salmuera y obtener agua químicamente pura. El coste sólo se produce en la energía necesaria para elevar el agua a la altura necesaria para que su caida haga eficaz el invento. Luego viene la cuestión estética de llenar el litoral de grandes torres de desalación, y luego está valorar la experiencia canaria en esta materia, tan desconocida en muchos lugares de la geografía patria. Pero tampoco se puede pedir todo a la vez.

La idea de Vázquez Figueroa es una genialidad suficientemente conocida en Canarias, no en vano la presentó aquí. Consiste básicamente en la separación del agua de la sal aplicando un proceso físico que ahorre costes frente a la desalación por ósmosis inversa y otros procesos de alto coste. La caída del agua desde una considerable altura y su paso a través de membranas permite dejar a un lado la salmuera y obtener agua químicamente pura. El coste sólo se produce en la energía necesaria para elevar el agua a la altura necesaria para que su caida haga eficaz el invento. Luego viene la cuestión estética de llenar el litoral de grandes torres de desalación, y luego está valorar la experiencia canaria en esta materia, tan desconocida en muchos lugares de la geografía patria. Pero tampoco se puede pedir todo a la vez.