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Opinión | Ya empezamos, por Antón Losada

Don José deporta a don Paulino

Se acabaron las medias tintas. El dueño del periódico El Día no va a esperar a septiembre ni a la rentré política para volver a plantear la independencia de Canarias, ni dedicará el mes de agosto al solaz o a editoriales ligeros de equipaje, como los hijos de la mar. Este mismo viernes, leña al mono, con perdón, leña a Paulino Rivero, presidente de Canarias, a quien atribuye el “crimen político” de las consecuencias de la crisis en Canarias, del hambre, del paro y de que este año no haya fuegos artificiales en las fiestas de la Candelaria. Sí, exactamente así. De ahí que don Pepito haya reclamado en su pastoral del viernes, previa a las encíclicas del fin de semana, que Paulino Rivero dedique una hora de su valioso tiempo a redactar su dimisión y, acto seguido, se marche inmediatamente de Canarias para no volver jamás. “Este hombre es una calamidad y tiene que marcharse. Tiene que dimitir y mandarse a mudar de esta tierra”, recalcaba el editorialista en su última diatriba contra el presidente que le abrió el camino a despedir a una veintena de trabajadores y reducir de ese modo la sangría de pérdidas económicas en las que anda sumido el grupo Editorial Leoncio Rodríguez.

Se acabaron las medias tintas. El dueño del periódico El Día no va a esperar a septiembre ni a la rentré política para volver a plantear la independencia de Canarias, ni dedicará el mes de agosto al solaz o a editoriales ligeros de equipaje, como los hijos de la mar. Este mismo viernes, leña al mono, con perdón, leña a Paulino Rivero, presidente de Canarias, a quien atribuye el “crimen político” de las consecuencias de la crisis en Canarias, del hambre, del paro y de que este año no haya fuegos artificiales en las fiestas de la Candelaria. Sí, exactamente así. De ahí que don Pepito haya reclamado en su pastoral del viernes, previa a las encíclicas del fin de semana, que Paulino Rivero dedique una hora de su valioso tiempo a redactar su dimisión y, acto seguido, se marche inmediatamente de Canarias para no volver jamás. “Este hombre es una calamidad y tiene que marcharse. Tiene que dimitir y mandarse a mudar de esta tierra”, recalcaba el editorialista en su última diatriba contra el presidente que le abrió el camino a despedir a una veintena de trabajadores y reducir de ese modo la sangría de pérdidas económicas en las que anda sumido el grupo Editorial Leoncio Rodríguez.