El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Escondido bajo una mesa camilla
Es verdad lo que dice Soria de que a Domingo Ramírez se le archivaron todos los cargos que pesaban contra él porque, según el mismo juez que autorizó su detención y le mantuvo imputado durante meses, no se han acreditado suficientemente los delitos atribuidos. Pero es igualmente cierto que continúan imputados por Faycán cinco ex concejales del PP, el ex alcalde, el ex presidente local, el ex asesor Gordillo..., lo que convierte en falsas las afirmaciones sorianas de que aquí se detiene a los suyos sin compasión y sin delitos. Pero volviendo a la detención de Ramírez, es preciso recordar que la Policía no echó la puerta abajo (con una orden de detención y ante la negativa del requerido a abrir la puerta, pudo haberlo hecho) ni forzó situaciones traumáticas (Dominguito no fue esposado ni siquiera abroncado por tener a la Brigada esperando media mañana a que saliera de debajo de la mesa camilla). Fue su abogado quien finalmente le convenció para que se entregara ante la mirada de la multitud que ya se había apostado ante el edificio Pérez Báez.
Es verdad lo que dice Soria de que a Domingo Ramírez se le archivaron todos los cargos que pesaban contra él porque, según el mismo juez que autorizó su detención y le mantuvo imputado durante meses, no se han acreditado suficientemente los delitos atribuidos. Pero es igualmente cierto que continúan imputados por Faycán cinco ex concejales del PP, el ex alcalde, el ex presidente local, el ex asesor Gordillo..., lo que convierte en falsas las afirmaciones sorianas de que aquí se detiene a los suyos sin compasión y sin delitos. Pero volviendo a la detención de Ramírez, es preciso recordar que la Policía no echó la puerta abajo (con una orden de detención y ante la negativa del requerido a abrir la puerta, pudo haberlo hecho) ni forzó situaciones traumáticas (Dominguito no fue esposado ni siquiera abroncado por tener a la Brigada esperando media mañana a que saliera de debajo de la mesa camilla). Fue su abogado quien finalmente le convenció para que se entregara ante la mirada de la multitud que ya se había apostado ante el edificio Pérez Báez.