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Opinión | Ya empezamos, por Antón Losada

Historias de Lupita la besucona

Lupita la besucona es una concejal de Santa Brígida, del PP ella, que no pasará a la historia de la política municipal de España. Estamos seguros. Le llaman la besucona porque ha interpretado el manual de la perfecta candidata en el sentido más jacarandoso del artículo que hace referencia al buen rollito con los vecinos. No se pierde una procesión y empieza a repartir saludos y besos a todo el mundo como si ella fuera la Pantoja, con perdón. Lupita, además, es de una inconsistencia política que da hasta miedo. Es de esos concejales de pueblo que cuando descubre el poder cree que por encima de ellos sólo está la estratosfera, y cuando le quitan la red se dan unos talegazos terroríficos. A nuestra Lupita, Guadalupe del Río, está a punto de caerle un marrón de considerables dimensiones por haberse equivocado con una abogada.

Lupita la besucona es una concejal de Santa Brígida, del PP ella, que no pasará a la historia de la política municipal de España. Estamos seguros. Le llaman la besucona porque ha interpretado el manual de la perfecta candidata en el sentido más jacarandoso del artículo que hace referencia al buen rollito con los vecinos. No se pierde una procesión y empieza a repartir saludos y besos a todo el mundo como si ella fuera la Pantoja, con perdón. Lupita, además, es de una inconsistencia política que da hasta miedo. Es de esos concejales de pueblo que cuando descubre el poder cree que por encima de ellos sólo está la estratosfera, y cuando le quitan la red se dan unos talegazos terroríficos. A nuestra Lupita, Guadalupe del Río, está a punto de caerle un marrón de considerables dimensiones por haberse equivocado con una abogada.