El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Muy mal tiene que estar la cosa para que Hilario sea la llave
Sí. Muy mal tiene que estar la cosa en Coalición Canaria de Tenerife para que el concejal Hilario Rodríguez sea el más pretendido y buscado por los dos sectores que discuten la continuidad de Paulino Rivero. Revestido de ese aire de respetabilidad que en el nacionalismo disfrutan los independentistas, Rodríguez dirige el Taller Secundino Delgado, que sin ser el movimiento más numeroso dentro de la organización, sí se caracteriza por el ruido que produce. Ruido sin sentido, en la mayoría de los casos. Como el que hace en defensa de la honorabilidad de Miguel Zerolo hasta el extremo mismo de la paranoia. Su campaña en contra del primer teniente de alcalde de Santa Cruz, el socialista José Ángel Martín, es un pulso contra el pacto que mantiene a Rivero al frente del Gobierno, y de paso, un desgaste que obliga a los hombres del presidente a ofrecerle un acuerdo para que afloje. Del otro lado de la carrera electoral, la gente de Clavijo dobla la apuesta para que la fiesta no decaiga. Los de Hilario solo quieren medrar para encontrar acomodo en las listas electorales de 2015, y no sólo al Ayuntamiento de Santa Cruz, sino también al Cabildo de Tenerife. De momento, la partida está en tablas, porque Bermúdez no solo no tiene previsto destituir a su número dos en el Ayuntamiento, sino que hasta se ha permitido lanzar avisos a navegantes: le va bien el pacto con el PSOE, y en todo caso, es su propio partido el que le maltrata, como destacó este jueves la prensa tinerfeña.
Un programa de televisión ¿pagado por todos?
Las escaramuzas para apaciguar a Hilario Rodríguez no han ido encaminadas a pedirle que se calle, sino a que dirija sus dardos hacia la parte de enfrente de la parte contratante. Los de un bando le pinchan para que proteja a Zerolo de las críticas del PSOE, y los del otro se permiten incluso montarle un programa de televisión en el que disparar a degüello contra todo lo que se mueva en sentido inverso a los intereses del paganini. Y el paganini parece ser, desmintiendo las informaciones iniciales, el dinero que fluye desde la Televisión Canaria hacia la productora de Lucas Fernández. Sus programas en la cadena pública han adquirido de repente un notable valor económico, hasta el punto de duplicarse en al menos un caso. Con ese remanente, el que fuera ojito derecho de Zerolo financia una especie de Aquí hay tomate en el que Hilario Rodríguez, en compañía de Andrés Chaves y otros palmeros, aprovechan ora para cobrarse deudas pendientes, ora para atacar al que pueda interponerse en el camino. Con el disimulo propio de los dos polemistas de cabecera, dan un día un leve repaso a Paulino (para que no se diga), al tiempo que vacían todo el cargador en el entrecejo de la dirigencia del Partido Socialista para auspiciar la causa suprema de la otra parte: la reedición del pacto con el Partido Popular. El programa comenzó en Mírame TV, pero las diferencias con su director, Manolo Artiles, al que los cuarteleros acusan de celos, obligaron a trasladarlo a El Día TV, aduciendo en aquel momento que se compraban unos derechos inexistentes en una audaz apuesta de la nueva directora de la casa, Mercedes Rodríguez. De este modo tan sandunguero, de paso se allanaban mínimamente las viejas diferencias entre el Gobierno y el grupo editorial, que sin embargo no levanta la pata del acelerador en pos del relevo en la cúspide. El esfuerzo inútil conduce a la melancolía.
¿A dónde vas, Aguedita?
Hay cosas en política que son indiscutiblemente repugnantes. Una de ellas es la cacería del adversario mediante la utilización hipócrita de los mismos pecados reconocibles en el cazador. O cazadora, porque nuevamente tenemos que referirnos a la diputada del PP Águeda Montelongo para volver a lamentar su habilidad para encontrar la paja en el ojo ajeno sin haberse quitado previamente la viga del suyo propio. En ejecución del encargo de desacreditar a la televisión pública canaria y a algunos de sus directivos, la presidenta del PP de Fuerteventura ha vuelto a excederse: en un escrito de cinco folios presentado al Parlamento ha reclamado información sumarísima del director de Producción de Televisión Canaria, Rubén Fontes, que traspasa con creces el control político que debe hacerse de un organismo o empresa pública. Ha oído campanas, y en lugar de recabar de las fuentes (nada anónimas) denunciantes las pruebas necesarias para actuar como es menester, involucra con sus propios requerimientos al trabajador en una suerte de sospechas que dicen bien poco del estilo democrático de la requirente. Aparte del contrato, las retribuciones y el régimen de incompatibilidades al que legalmente está sujeto Fontes, Montelongo pide que se le detallen las funciones del investigado, las dietas que ha cobrado, los contratos de retransmisiones que ha promovido su departamento y el control horario de entradas y salidas en su puesto de trabajo. Una fiscalización en toda regla que se complementa con lo intolerable: “copia de la comunicación por parte del trabajador a Radiotelevisión Canaria comunicando su nombramiento (en el mes de julio de 2012) como secretario de Organización de Coalición Canaria en la isla de Gran Canaria” y “copia de la comunicación realizada por parte del trabajador de su nombramiento, en julio de 2012, como coordinador insular de campaña de Coalición Canaria para las Elecciones Europeas de 2015 (sic)”. Y el remate: Águeda Montelongo pide a RTVC que a su vez requiera a Rubén Fontes para que declare por escrito “si cuenta o no con algún tipo de relación directa o indirecta, tanto personal como como de ningún familiar (sic) hasta un tercer grado de parentesco, con ninguna empresa y/o particular que haya prestado sus servicios a la empresa desde que fuera contratado por ésta, hasta la actualidad”.
Sembrar la duda y luego se verá
Resulta muy llamativo que una dirigente de un partido político, en la que concurre además la condición de secretaria segunda de la Mesa del Parlamento y de imputada en un caso de corrupción por el presunto delito de malversación de fondos públicos, ejecute por escrito y en esa misma sede parlamentaria, una auténtica cacería política contra un dirigente de un partido político adversario sin cerciorarse primero de la respuesta a su primera pregunta. ¿Es incompatible ser director de Producción de una tele pública con la de dirigente de una formación política? Todo hace pensar que no, particularmente porque las funciones de Fontes son puramente técnicas: contrata cacharrería, es decir, unidades móviles y cámaras, y productoras que ejecuten mayormente retransmisiones. No interviene ni en los informativos ni en la contratación de programas; no tiene acceso a los contratos que traen de cabeza a la señora diputada, ni decide nada que tenga que ver con la ejecución presupuestaria del ente en ninguna de sus facetas. Y eso lo sabe perfectamente la requirente, que lo que persigue con su cuestionario no es otra cosa que sembrar la duda sobre la profesionalidad e idoneidad de su víctima, hasta ahora no discutida por nadie.
Incompatibilidades sí contrastadas
Existen en el mismo partido de la señora Montelongo sonadas incompatibilidades que, de entrada, la desacreditan si quiera para cuestionarse las de los demás. Por ejemplo, la que en su día protagonizó un compañero de la Mesa del Parlamento, el deslenguado Manuel Fernández, que durante años compaginó sus tareas parlamentarias y de influencia en el Gobierno con la gestión de asuntos urbanísticos y turísticos del grupo Anfi del Mar, del que llegó a ser consejero delegado. Existe un contrato, aportado en su día a una causa judicial, que así lo acredita. O la de la hoy delegada del Gobierno en Canarias, María del Carmen Hernández Bento, que fue capaz de ser viceconsejera y directora del gabinete del consejero de Economía y Hacienda, a la sazón José Manuel Soria, y a la vez coordinadora de campaña del Partido Popular, lo que le impedía incluso pasar por el despacho oficial por cuya gestión cobraba un salario público. Hoy en día mantiene esas funciones como secretaria de Organización del PP en las islas. Es decir, la persona que en nombre del Ministerio del Interior coordina todos los operativos para las elecciones, es a su vez responsable de la campaña electoral de uno de los partidos que concurren a ella. Muy compatible la verdad es que no parece. Ya lo dijo San Mateo: “Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y así verás mejor para sacar la paja del ojo de tu hermano”. O hermana. Amén.
Sí. Muy mal tiene que estar la cosa en Coalición Canaria de Tenerife para que el concejal Hilario Rodríguez sea el más pretendido y buscado por los dos sectores que discuten la continuidad de Paulino Rivero. Revestido de ese aire de respetabilidad que en el nacionalismo disfrutan los independentistas, Rodríguez dirige el Taller Secundino Delgado, que sin ser el movimiento más numeroso dentro de la organización, sí se caracteriza por el ruido que produce. Ruido sin sentido, en la mayoría de los casos. Como el que hace en defensa de la honorabilidad de Miguel Zerolo hasta el extremo mismo de la paranoia. Su campaña en contra del primer teniente de alcalde de Santa Cruz, el socialista José Ángel Martín, es un pulso contra el pacto que mantiene a Rivero al frente del Gobierno, y de paso, un desgaste que obliga a los hombres del presidente a ofrecerle un acuerdo para que afloje. Del otro lado de la carrera electoral, la gente de Clavijo dobla la apuesta para que la fiesta no decaiga. Los de Hilario solo quieren medrar para encontrar acomodo en las listas electorales de 2015, y no sólo al Ayuntamiento de Santa Cruz, sino también al Cabildo de Tenerife. De momento, la partida está en tablas, porque Bermúdez no solo no tiene previsto destituir a su número dos en el Ayuntamiento, sino que hasta se ha permitido lanzar avisos a navegantes: le va bien el pacto con el PSOE, y en todo caso, es su propio partido el que le maltrata, como destacó este jueves la prensa tinerfeña.