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La ley de Costas, para la Península

El mensaje centralista que envuelve todas las afirmaciones de José Manuel Soria tropieza con algunos sentimientos que, al contrario de sus intenciones, terminan por acrecentarse. Lo ha confirmado la última encuesta del CIS, que para el caso concreto de Canarias arroja un reforzamiento de la convicción de que el autogobierno nos viene mejor que el centralismo que en algunas zonas de la meseta sí se ha incrementado como consecuencia del empeño del PP por demonizar las instituciones y algunos pilares básicos del sistema democrático español. Ese centralismo, mezclado peligrosamente con el dogmatismo y el sectarismo rampante que practica la muchachada pepera, conducen a Soria a afirmaciones tan cínicas como que la nueva Ley de Costas va a salvar “la inmensa mayoría de los núcleos costeros” canarios, para acto seguido matizar que dependerá de que los alcaldes puedan acreditar que no están afectados por la ley de 1988, lo que reduce a cero el número de esos núcleos salvados. Esta boutade soriana en Canarias7 debemos ponerla en relación con la que soltó este mismo domingo su delegada en la plaza de la Feria, Mari Carmen Hernández Bento, otra especialista en la trola de salón, que redujo los efectos de la nueva Ley de Costas a la regularización de accesos rodados, luz, agua y alcantarillado. Qué lindas aquellas promesas de antes de las elecciones de 2011 a los vecinos de Ojos de Garza o de Cho Vito. Pero volviendo a su líder indiscutible y a sus sofismas, impresionante la desfachatez con la que el ministro de Industria alega que el decreto específico de renovables para Canarias no ha sufrido ningún retraso, cuando ya ha pasado un año y cuatro meses desde que dijo que era inminente que se corrigiera el disparate cometido con el decreto 1/2012 que dio un golpe de muerte a las energías alternativas en España, y muy especialmente en Canarias. Dice que en junio vendrá junto a la reforma eléctrica, y ya verán la que va a armar este apreciado elefante de cacharerría.

El mensaje centralista que envuelve todas las afirmaciones de José Manuel Soria tropieza con algunos sentimientos que, al contrario de sus intenciones, terminan por acrecentarse. Lo ha confirmado la última encuesta del CIS, que para el caso concreto de Canarias arroja un reforzamiento de la convicción de que el autogobierno nos viene mejor que el centralismo que en algunas zonas de la meseta sí se ha incrementado como consecuencia del empeño del PP por demonizar las instituciones y algunos pilares básicos del sistema democrático español. Ese centralismo, mezclado peligrosamente con el dogmatismo y el sectarismo rampante que practica la muchachada pepera, conducen a Soria a afirmaciones tan cínicas como que la nueva Ley de Costas va a salvar “la inmensa mayoría de los núcleos costeros” canarios, para acto seguido matizar que dependerá de que los alcaldes puedan acreditar que no están afectados por la ley de 1988, lo que reduce a cero el número de esos núcleos salvados. Esta boutade soriana en Canarias7 debemos ponerla en relación con la que soltó este mismo domingo su delegada en la plaza de la Feria, Mari Carmen Hernández Bento, otra especialista en la trola de salón, que redujo los efectos de la nueva Ley de Costas a la regularización de accesos rodados, luz, agua y alcantarillado. Qué lindas aquellas promesas de antes de las elecciones de 2011 a los vecinos de Ojos de Garza o de Cho Vito. Pero volviendo a su líder indiscutible y a sus sofismas, impresionante la desfachatez con la que el ministro de Industria alega que el decreto específico de renovables para Canarias no ha sufrido ningún retraso, cuando ya ha pasado un año y cuatro meses desde que dijo que era inminente que se corrigiera el disparate cometido con el decreto 1/2012 que dio un golpe de muerte a las energías alternativas en España, y muy especialmente en Canarias. Dice que en junio vendrá junto a la reforma eléctrica, y ya verán la que va a armar este apreciado elefante de cacharerría.