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Panorama canario tras la caída de Rajoy

“Nos tenemos que adaptar a la nueva situación”. Sin novedades en Coalición Canaria tras la proclamación de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno de España. José Miguel Barragán, secretario general de la formación que gobierna en Canarias resumió con esas ocho palabras los acuerdos adoptados este mismo viernes en el Comité Permanente del partido, desde donde sus dirigentes siguieron en directo los acontecimientos que se vivían en el Congreso de los Diputados (y Diputadas). Se adaptarán, cómo no, a la nueva situación, como han hecho con absoluta naturalidad estos últimos 25 años, gobierne quien gobierne. Por el camino, claro está, se dejarán un poco más de credibilidad porque el practicismo en política hay que saberlo gestionar con recato y con inteligencia, y en eso no andan muy sobrados desde que la mediocridad se instaló en la dirigencia nacionalista.

Ana Oramas, la única diputada que continúa manteniendo CC, consolaba a María Dolores de Cospedal solo minutos antes de la votación que acabó con el Gobierno del Partido Popular. Inteligente como pocos en ese partido, la dirigente tinerfeña sabe que a los populares les va a costar muchos años regresar a la senda de los triunfos electorales y a merecer la confianza de los españoles. Por lo que resulta clamoroso este error: Oramas quiso mantener su apuesta hasta el final creyendo que la censura contra Rajoy no iba a prosperar y que, por lo tanto, esta legislatura de lluvia de millones y descuentos para residentes se iba a alargar hasta 2020.

Por eso los de CC mandaron a la pobre Guadalupe González Taño, su secretaria de Organización, a soltar solo tres días antes aquello de que su diputada votaría en contra de una censura apoyada por “radicales y secesionistas”, lotes estos en los que todavía no incluían al Partido Nacionalista Vasco, con el que los canarios han pactado ir en coalición al Parlamento Europeo en las elecciones de 2019. Desvelada la incógnita de lo que haría el PNV, Coalición Canaria reculó a medias quedándose en terreno de nadie: ni apoyando a Pedro Sánchez, nuevo presidente, ni repudiando a Rajoy, cuya carrera política quedará para siempre marcada por este acontecimiento. La posición vasca fue la más inteligente, como lo fue la de Nueva Canarias y debió haber sido la que adoptara CC: una vez aprobados los presupuestos y conseguidas las reclamaciones principales, la publicación de la famosa primera sentencia de la Gürtel aconsejaba marcar distancias con un partido manchado para la posteridad por la corrupción que, a partir de ese momento, ya aparecía en las encuestas como favorito para ocupar el cuarto puesto.

Ahora le toca a Coalición Canaria empezar a dar explicaciones, en primer lugar en Canarias, donde se ha quedado sola con Ciudadanos del lado de los que preferían que continuará el PP en el Gobierno, aunque por motivos muy distintos.

Luego, recomponer de manera seria sus relaciones con el Partido Socialista, al que expulsó del Gobierno regional con cajas destempladas en medio de una campaña muy rastrera de descrédito del consejero de Sanidad, a quien está haciendo bueno su sustituto, el hombre de las clínicas privadas en la sanidad pública. Bien es cierto que para tender puentes con el PSOE, Fernando Clavijo tiene hecho a su mano al secretario general regional, Ángel Víctor Torres, que a veces ha dado la impresión de conformarse con ser vicepresidente de un fututo gobierno con CC, en lugar de fijarse en las encuestas que dan ganador a su partido por un margen bastante respetable con respecto a los nacionalistas.

El siguiente paso que habrá que dar CC es esforzarse en su convergencia con Nueva Canarias, que sí que va a gozar a partir de ahora de una posición de privilegio en La Moncloa, no solamente por haber apoyado la investidura de Pedro Sánchez desde el primer momento, sino porque por mucho que la alianza haya quedado rota, no hay que olvidar que los de Román Rodríguez concurrieron en la lista del PSOE por Las Palmas y que gobiernan con los socialistas tanto en la capital grancanaria como en el Cabildo de la isla.

Solo con un acuerdo entre las tres formaciones nacionalistas (CC, NC y PNC) los de Clavijo pueden frenar su deterioro electoral, particularmente en islas como Gran Canaria, donde por mucho que su líder local y vicepresidente del Gobierno se empeñe en estar en todos los bautizos, las bodas y las comuniones, su futuro tiene toda la pinta de pasar a ser testimonial.

El Partido Popular de Canarias, por su parte, se enfrenta ahora a una posición tan novedosa como delicada. Sus doce diputados pueden volver a ser decisivos para el Gobierno de Clavijo cuando lo desee, pero a partir de ahora no estará condicionado por las indicaciones o los intereses de Madrid. Podrá negociar con las manos libres de esa atadura, pero a cambio su presidente, Asier Antona, tendrá que lidiar con los naturales problemas que siempre surgen en un partido cuando se pierde el poder. Será cuestión de semanas que los cargos públicos de la Administración del Estado nombrados por el PP se queden sin empleo dos años antes de lo previsto. La delegada del Gobierno, los dos subdelegados, los delegados especiales en la Zona Franca, en la ZEC, el director de Casa África… pagarán en sus carnes las consecuencias directas del cambio de inquilino en La Moncloa.

Solo Juan José Cardona, recientemente nombrado presidente de la Autoridad Portuaria de Las Palmas en un gesto de Antona que ha rozado el absurdo, podrá permanecer en el puesto al menos hasta después de las autonómicas de 2019. Los críticos del presidente regional del PP volverán a resucitar de manera encarnizada y José Manuel Soria, que siempre ha estado moviendo a ciertas marionetas en la sombra, hará que su sustituto las pase verdaderamente canutas. Será el tiempo en el que veremos emerger de nuevo a personalidades como María Australia Navarro o al propio Soria, que ya ha mandado a un par de recomendados al Puerto de La Luz.

Puede ser un buen momento para que Antona negocie con Clavijo entrar en el Gobierno de Canarias y colocar así a unos centenares de estómagos hambrientos durante 24 meses, pero la tendencia que marcan las encuestas quizás desaconsejen a CC relacionarse con el PP más de lo aconsejable, y al PP revolcarse con Coalición Canaria, su tradicional adversario ideológico, para dar munición al otro que viene pisando fuerte, Ciudadanos.

Potentes expopulares de pro, como Enrique Hernández Bento, harán campaña contra el PP y contra Antona desde las filas naranjas con un caldo de cultivo bastante más propicio desde que el PP ha empezado su dramático vía crucis nacional, que arrastrará sin remedio a todas sus delegaciones territoriales.

Solo el PSOE canario tiene ahora mejores perspectivas que antes. Lo único que tiene que hacer es no meter la pata, una tarea que se antoja difícil dados sus antecedentes más cercanos.

“Nos tenemos que adaptar a la nueva situación”. Sin novedades en Coalición Canaria tras la proclamación de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno de España. José Miguel Barragán, secretario general de la formación que gobierna en Canarias resumió con esas ocho palabras los acuerdos adoptados este mismo viernes en el Comité Permanente del partido, desde donde sus dirigentes siguieron en directo los acontecimientos que se vivían en el Congreso de los Diputados (y Diputadas). Se adaptarán, cómo no, a la nueva situación, como han hecho con absoluta naturalidad estos últimos 25 años, gobierne quien gobierne. Por el camino, claro está, se dejarán un poco más de credibilidad porque el practicismo en política hay que saberlo gestionar con recato y con inteligencia, y en eso no andan muy sobrados desde que la mediocridad se instaló en la dirigencia nacionalista.

Ana Oramas, la única diputada que continúa manteniendo CC, consolaba a María Dolores de Cospedal solo minutos antes de la votación que acabó con el Gobierno del Partido Popular. Inteligente como pocos en ese partido, la dirigente tinerfeña sabe que a los populares les va a costar muchos años regresar a la senda de los triunfos electorales y a merecer la confianza de los españoles. Por lo que resulta clamoroso este error: Oramas quiso mantener su apuesta hasta el final creyendo que la censura contra Rajoy no iba a prosperar y que, por lo tanto, esta legislatura de lluvia de millones y descuentos para residentes se iba a alargar hasta 2020.