Otro papelón socialista

Al final tuvieron que dar marcha atrás los cuatro concejales socialistas en Puerto del Rosario al descubrir que habían hecho literalmente el indio presentándo una moción de censura contra su socio, Asamblea Majorera, y abriendo una puerta al fortalecimiento del Partido Popular en Fuerteventura y en Canarias. Tardaron un poquito, es cierto, pero se dieron cuenta, lo que es de agradecer para la salud progresista de la política canaria. Mucho menos de lo esperado tardó, sin embargo, Juan Carlos Alemán, secretario general del PSC, al que por primera vez en mucho tiempo se le vio ágil, no se sabe si por la presión que sobre él ejerció Paco Spínola, su vicesecretario, o porque no quiere excusa alguna para un cada vez menos probable pacto con Adán Martín, que se hace el remolón. El PSC, aunque a ustedes les extrañe viendo estas cosas que le pasan, es partido ganador. Lo dicen todos los analistas, y ellos, los socialistas, de común percherones, hacen todo lo posible por situarse en el lado de los perdedores. Siempre, pero siempre, siempre.

Al final tuvieron que dar marcha atrás los cuatro concejales socialistas en Puerto del Rosario al descubrir que habían hecho literalmente el indio presentándo una moción de censura contra su socio, Asamblea Majorera, y abriendo una puerta al fortalecimiento del Partido Popular en Fuerteventura y en Canarias. Tardaron un poquito, es cierto, pero se dieron cuenta, lo que es de agradecer para la salud progresista de la política canaria. Mucho menos de lo esperado tardó, sin embargo, Juan Carlos Alemán, secretario general del PSC, al que por primera vez en mucho tiempo se le vio ágil, no se sabe si por la presión que sobre él ejerció Paco Spínola, su vicesecretario, o porque no quiere excusa alguna para un cada vez menos probable pacto con Adán Martín, que se hace el remolón. El PSC, aunque a ustedes les extrañe viendo estas cosas que le pasan, es partido ganador. Lo dicen todos los analistas, y ellos, los socialistas, de común percherones, hacen todo lo posible por situarse en el lado de los perdedores. Siempre, pero siempre, siempre.