El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Lo que se veía venir
La historia del solar de la calle Pavía está plagada de tropiezos más o menos legales empujados por la codicia. Es una pieza de suelo verdaderamente apetecible por la que nadie hubiera dado un duro cuando, en el planeamiento del 89, fue calificada para uso deportivo. Sus propietarios fueron conducidos a la nunca apetecible expropiación, lo que les llevó a aceptar del Ayuntamiento una operación de compra-venta con permuta. Y se marcharon confiados en que aquella parcela albergaría algún día un pabellón deportivo. Pero llegó José Manuel Soria al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y con él, la visión de futuro: aquel suelo no podía desaprovecharse para un uso público, así que en el Plan General de 2000, el mismo en el que metió el lío del Canódromo, recalificó la parcela como uso residencial y pasó el uso deportivo a la Cícer, permutando esta vieja central eléctrica, propiedad a Unelco, por una de las piezas del Woermann, otra de las operaciones estrella de este inigualable alcalde de Las Palmas de Gran Canaria que ahora amenaza con volver.
La historia del solar de la calle Pavía está plagada de tropiezos más o menos legales empujados por la codicia. Es una pieza de suelo verdaderamente apetecible por la que nadie hubiera dado un duro cuando, en el planeamiento del 89, fue calificada para uso deportivo. Sus propietarios fueron conducidos a la nunca apetecible expropiación, lo que les llevó a aceptar del Ayuntamiento una operación de compra-venta con permuta. Y se marcharon confiados en que aquella parcela albergaría algún día un pabellón deportivo. Pero llegó José Manuel Soria al Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y con él, la visión de futuro: aquel suelo no podía desaprovecharse para un uso público, así que en el Plan General de 2000, el mismo en el que metió el lío del Canódromo, recalificó la parcela como uso residencial y pasó el uso deportivo a la Cícer, permutando esta vieja central eléctrica, propiedad a Unelco, por una de las piezas del Woermann, otra de las operaciones estrella de este inigualable alcalde de Las Palmas de Gran Canaria que ahora amenaza con volver.