Una investigación liderada por el IPNA-CSIC ha hallado más concentración de residuos de plaguicidas en cervezas artesanales canarias que en las industriales, lo que a su juicio invita a poner en duda las afirmaciones relacionadas con la salud y su mayor naturalidad y calidad.
Este hallazgo ha sido publicado por la revista “Toxicology Reports” y forma parte de los resultados de un análisis comparativo entre cervezas artesanales canarias e industriales españolas, que ha constatado que, entre ambos tipos, existen diferencias en aspectos como el perfil de micotoxinas, los residuos de pesticidas y contaminantes y la composición elemental.
En el estudio, liderado por Eva Parga y Pablo Alonso, ambos integrantes del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA) del CSIC, también han participado científicos del Instituto de Investigación en Ciencias Biomédicas y de la Salud (IUIBS) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y del Instituto de Investigación Biomédica en Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERObn).
En el artículo “Análisis comparativo del contenido en micotoxinas, pesticidas y elementos de cervezas artesanales canarias y cervezas convencionales españolas” se describe pormenorizadamente el análisis del que fueron objeto 42 cervezas: 23 artesanales producidas y vendidas en Canarias y 19 industriales canarias y españolas.
El hallazgo más destacado con relación al perfil de micotoxinas fue el hecho de que las cervezas artesanales no presentaban ninguna de las micotoxinas analizadas, según ha informado este jueves el IPNA-CSIC en un comunicado.
Sin embargo, todas las cervezas industriales estaban contaminadas con al menos una micotoxina y casi la mitad de las muestras analizadas mostraban la presencia de varias.
No obstante, las concentraciones estaban muy por debajo de los límites legales establecidos, precisa.
En lo que respecta a los residuos de plaguicidas, fueron las cervezas artesanales las que presentaron concentraciones medias superiores a las de las industriales, lo que probablemente se deba a que la filtración y la pasteurización empleados por las cervecerías industriales pueden eliminar los residuos del producto final, mientras que las artesanales tienden a no filtrar ni pasteurizar sus productos.
Al hilo de este hallazgo, las afirmaciones relacionadas con la salud sobre la mayor naturalidad y calidad de las cervezas artesanales pueden ponerse en duda en el caso de los residuos de pesticidas, añade.
Al respecto, destaca que la única cerveza sin residuos de ningún tipo tenía certificación ecológica, lo que demuestra que, en este caso, la certificación podría garantizar a los consumidores que están bebiendo una cerveza sin residuos.
En todo caso, los autores del artículo indican que esta hipótesis requiere una investigación en la que se comparen las cervezas ecológicas y convencionales.
Por último, la composición elemental de las cervezas artesanales y convencionales difería tanto en el orden como e la concentración de los distintos macro y micro elementos analizados.
Se encontraron diferencias estadísticamente significativas, con varios órdenes de diferencia en el caso de diversos elementos.
La explicación a estas diferencias se basaría tanto en factores endógenos (principalmente las materias primas y el agua empleadas) como en exógenos (contaminación de fuentes externas y maquinaria de la fábrica de cerveza).
Pese a todo, los niveles de la mayoría de los elementos se mantuvieron dentro de los rangos señalados en la bibliografía y ninguno de interés toxicológico mostró niveles elevados.
Los autores del artículo señalan que estos resultados son de interés potencial para los cerveceros, dado que la presencia de estos compuestos repercute en la calidad y el procesamiento del producto, desde su elaboración hasta su almacenamiento.
La información sobre el perfil nutricional y toxicológico de la cerveza también es importante para los consumidores, ya que les garantiza que tanto las convencionales como las artesanales son bebidas alcohólicas seguras que cumplen en gran medida los requisitos legales.
A juicio de los investigadores, es preciso fijar, tanto en la Unión Europea como a escala internacional, límites máximos de residuos específicos para la presencia de micotoxinas, plaguicidas y metales tóxicos en la cerveza.
Apuntan que la ausencia de estos límites dificulta el desarrollo de la literatura y la investigación en este ámbito y, además, su establecimiento serviría para evitar la comercialización de cerveza potencialmente contaminada y proteger así al consumidor.