El escaso número de indígenas en Canarias facilitó la conquista del archipiélago
En el siglo XV las islas Canarias tenían una escasa población indígena, lo que facilitó la Conquista al ser el enfrentamiento con los castellanos muy desigual, pero las crónicas de la época sobredimensionaron el número de combatientes para otorgar mayor importancia militar a su victoria.
Según explica en una entrevista a EFE el profesor del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, Alfredo Mederos Martín, el reducido número de indígenas provocó que en la Conquista sólo se empleasen pequeños contingentes de tropas y, además, los castellanos tenían la ventaja de usar caballería, ballestas y armaduras.
Precisamente el investigador ha publicado en el Anuario de Estudios Atlánticos editado en Las Palmas de Gran Canaria un estudio titulado Un enfrentamiento desigual. Baja demografía y difícil resistencia en la Conquista de las islas Canarias.
El historiador explica que la estrategia militar que se utilizó en Canarias se basó en las “razzias” de saqueo, asedios en zonas de orografía y captura de esclavos como principal fuente de riqueza.
Las dos islas con mayor población, Gran Canaria y Tenerife, sufrieron crisis demográficas junto antes de la Conquista, entre otros motivos, por el infanticidio femenino como práctica de control de nacimientos y por la llegada de una epidemia durante la guerra.
Solo se recurrió a tropas profesionales experimentadas por parte de los conquistadores entre noviembre de 1495 y marzo de 1496, cuando el duque de Medina Sidonia envió unos 38 jinetes y 722 peones para finalizar la conquista de Tenerife.
Detalla Mederos Martín que el estudio de la demografía aborigen es uno de los problemas más delicados por la falta de acuerdo entre las fuentes disponibles, que generalmente se trata de viajeros europeos que tuvieron noticias de las islas o hicieron escala en los siglos XV y XVI, o bien eran cronistas no contemporáneos a la Conquista, que escribieron sobre ella incluso en el XVII.
Sin embargo, apunta el historiador, resulta evidente que algunas de las islas siempre estuvieron escasamente pobladas y las “razzias” esclavistas desarrolladas desde la primera mitad del siglo XIV supusieron “una continuada sangría de población” cuyo impacto demográfico “no debió ser menor”.
Los datos de la población de Canarias antes de la Conquista varían según los diferentes autores, de tal manera que para Lanzarote las cifras oscilan entre los 480 y los 12.000 habitantes; entre 875 y 24.000 para Fuerteventura; 500 y 3.000 para El Hierro, mil y 4.200 para La Gomera, 2.500 y 8.000 para La Palma; 4.500 y 60.000 para Gran Canaria y 7.000 y 36.000 para Tenerife.
Los aborígenes exageraron su fuerza para evitar ataques externos desde las islas vecinas, y los cronistas y herederos de los conquistadores “maximizaron el número de enemigos para otorgar mayor importancia militar a los enfrentamientos y justificar la lentitud de algunas conquistas”.
El pequeño tamaño de los contingentes militares empleados por normandos, portugueses y castellanos en la conquista evidencia que las fuerzas a las que se iban a enfrentar eran pequeñas.
Por otra parte, las dos islas principales se vieron sometidas a fases de estrés demográfico justo antes de la conquista.
En el caso de Gran Canaria, a finales del siglo XIV y primer cuarto del siglo XV, hubo prácticas de infanticidio femenino para controlar el crecimiento poblacional, lo que redujo el número de habitantes en el momento previo de la conquista.
A ello se sumó durante la conquista una guerra de tala y quema de cosechas y árboles para debilitar por hambre a la población indígena.
En el caso de Tenerife, la aparición de una epidemia, como resultado de las muertes producidas en la batalla de La Matanza de Acentejo, debilitó significativamente a las tropas indígenas en el momento de la segunda entrada y facilitó la conquista.
Las razzias esclavistas afectaron mucho a las islas durante los siglos XIV y XV, pues era la principal riqueza que se podía obtener en ellas, buscándose en particular mujeres y niños, lo que acabó por debilitar a estas poblaciones en islas de muy baja demografía como Lanzarote, Fuerteventura o El Hierro.
La escasez de enterramientos aborígenes en islas como Lanzarote o Fuerteventura en parte debe derivar del bajo número de habitantes que tuvieron ambas islas.
Las razzias se centraron después en La Gomera y a continuación en La Palma, normalmente con expediciones salidas desde El Hierro.
Esta inferioridad en el combate cuerpo a cuerpo llevó a los indígenas a evitar los choques frontales, tratándose de refugiar en lugares escarpados que les daba ventaja para lanzar dardos y piedras desde posiciones más elevadas.
La más grave derrota de los castellanos durante la conquista del Archipiélago fue en La Matanza de Acentejo, en Tenerife, al atravesar el cauce de un gran barranco, donde se produjo una emboscada cuando no podían utilizar la caballería y la vegetación restó efectividad a las ballestas.
Respecto al número de bajas entre los conquistadores, un buen ejemplo fue el duro asalto de Axodar (Gran Canaria), donde «los heridos, que eran muchos; y los muertos fueron más de cincuenta cristianos, que nunca otra tal como ésta pasó en lo que duró la conquista».
Por otra parte, se aprovecharon las divisiones políticas existentes en las islas, en particular La Gomera, Gran Canaria, La Palma y Tenerife, y probablemente también en Fuerteventura, como elemento de búsqueda de alianzas para focalizar los ataques, dado el bajo número de tropas de las que disponían los castellanos.
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