Un laboratorio de Nueva York estima que la capacidad de carga de Canarias se ha reducido casi la mitad este siglo

La playa de Maspalomas, en Gran Canara, repleta de turistas.

Toni Ferrera

2

En poco más de dos décadas, la capacidad de carga de Canarias, esto es, la cantidad máxima de individuos que el territorio puede soportar sin degradarse, se ha visto reducida casi la mitad, según cálculos del The Sustainability Laboratory, un centro de Nueva York creado en 2008 y especializado en estudios en sostenibilidad. El instituto define este concepto como la presión que ejercen el turismo y la población sobre el medioambiente de las Islas. Utiliza una escala de 1 a 0 para ello, en la que 1 representa el potencial total y 0 el punto en el que sistema no puede aguantar más. En estos momentos, según los datos analizados por los expertos, la capacidad de carga de la Comunidad Autónoma está en 0,56, cuando a principios de siglo el valor era de 1.

El trabajo del centro norteamericano fue presentado este mes de noviembre. En el mismo colaboraron investigadores del Instituto Universitario de Turismo y Desarrollo Económico Sostenible (TIDES) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y KnowlEdge Srl (KE), una consultora con sede en Italia dedicada a la elaboración de metodologías y herramientas personalizadas para programas vinculados con la economía verde. Los autores utilizaron una metodología novedosa, alejada de métodos tradicionales, como el análisis de la cadena de valor o las entrevistas sobre el terreno, que, argumentan, “no son capaces de representar la dinámica de un sistema complejo” como el turístico.

Lo que hicieron los expertos, en este caso, fue emplear lo que ellos llaman “el pensamiento sistémico”, utilizado para investigar cualquier cuestión haciendo hincapié en las interconexiones, y un diagrama de bucles causales, una forma de explorar y representar esas conexiones entre los indicadores “clave” del sector. El documento resalta que es importante que esas variables puedan ser intervenidas mediante políticas públicas. Cada una de ellas tiene un efecto causal en la otra, el cual puede ser positivo o negativo según el nexo que las una. En resumen, la metodología está centrada en identificar las dinámicas de cambio entre distintos grupos para comprender, por ejemplo, cuándo hay crecimiento turístico o deterioro del entorno, siempre con la intención de precisar la relación causa-efecto detrás de cada desarrollo, explicó Andrea M. Bassi, fundador y CEO de KnowlEdge Srl, en la presentación del estudio.

Así, siempre con cálculos matemáticos y programas informáticos de por medio, la investigación realiza simulaciones, tanto del pasado como el futuro (desde el año 2000 hasta el 2050), y predice escenarios según la toma de decisiones. Es un modelo en fase preliminar, en construcción. Aún le queda mucho por caminar. Pero está pensado para “promover un mayor debate político” y “hacer consciente a los actores del turismo de que sus acciones tienen consecuencias”, reflexiona en conversación telefónica Matías González, colaborador del trabajo y profesor de Turismo y Economía Aplicada en la ULPGC.

El estudio ha sido elaborado en un contexto en el que los propios autores reconocen que “la cuestión turística es cada vez una preocupación mayor” en las Islas, apuntó Michael Ben-El, fundador del The Sustainability Laboratory. Durante la pandemia, académicos del Archipiélago vinculados al sector turístico plantearon una redefinición del modelo. Sin embargo, la recuperación económica tras la crisis sanitaria ha llegado precisamente exprimiendo aún más lo que se venía haciendo. En estos momentos, el turismo acapara una cuota del PIB regional (35,5%) que nunca antes se había alcanzado y en 2023 podría batir nuevos récords anuales de visitantes extranjeros y gasto.

El análisis, por tanto, trata de estimar qué implicaciones tendría para la Comunidad Autónoma, prácticamente en todos los sentidos, adoptar un modelo de “turismo sostenible”, definido por Bassi como aquel que “reduce el impacto negativo sobre el medioambiente y aprecia la naturaleza”, o continuar con la estrategia desplegada hasta ahora. Para ello, los expertos utilizan una serie de variables como población, uso del suelo, carreteras, demanda y suministro de agua, generación de energía, salud del hábitat matino o bienestar de la población. La conjunción de todos estos factores determina la capacidad de carga y, también, permite a los autores plantear políticas concretas y simular el impacto que tendrían.

De este modo, en el escenario de “turismo sostenible”, habría al menos diez actuaciones concretas: incentivo del ecoturismo, hasta representar un 40% de la demanda en 2050; creación de “zonas libres de actividad turística”, capaces de reducir la percepción del ruido de la industria por parte de la población local; incremento de las acciones de reforestación, cifrada en 2.800 nuevas hectáreas cada año; aumento, también, de la extensión de las zonas marinas protegidas de las actividades pesqueras, para pasar del millón de hectáreas de 2023 a los 7,66 millones de 2050 y disminución a la mitad del consumo de pescado capturado en aguas de las Islas.

Las otras cinco medidas serían: ampliación en un 30% de la capacidad de recogida y tratamiento de residuos sólidos; refuerzo, en esta línea, de la depuración de aguas residuales, para que ni una gota vaya a parar al mar sin previamente ser tratada; que las energías renovables supongan el 80% de la generación eléctrica; rebaja constante de la demanda energética y optimización, por último, del transporte público, con el objetivo principal de rebajar las emisiones de CO2.  

Los resultados de la investigación muestran que, en caso de no introducir prácticas sostenibles, el número de turistas que visitan Canarias se iría reduciendo gradualmente con el paso de los años, tal y como vienen avisando otros trabajos académicos. Por otro lado, también caería la oferta alojativa y el PIB real del turismo menguaría en un 61,26% para 2050. En cambio, la otra predicción, la protagonizada por un sector que apuesta por la naturaleza y la preservación del territorio, dispararía el atractivo del Archipiélago, por lo que aumentaría el número de llegadas, de plazas hoteleras y el PIB del sector crecería en un 22,62%.

“Cuanto más sostenible sea el entorno, más pagarán los turistas por la pernoctación. Eso tiene un efecto multiplicador en la economía”, señaló Bassi.

En lo que respecta a la capacidad de carga, las cifras muestran que, en una escala de 1 a 0, en la que el primer valor representa el potencial total y el segundo el punto en el que sistema no puede aguantar más, el registro en 2022 es de 0,57. En el supuesto de despreciar las actuaciones sostenibles en el turismo, ese dato continuaría bajando hasta llegar a 0,38 en 2050. No obstante, en el escenario contrario, subiría hasta 0,64. A pesar de que el trabajo aprecia una leve recuperación de la capacidad de carga de Canarias en el contexto del turismo sostenible, que curiosamente conlleva más visitantes y más hoteles, el profesor González matiza que dicha estimación “no puede interpretarse como una aprobación al crecimiento indefinido de turistas”, pues aparecerían otras consecuencias, como la gentrificación y la congestión poblacional, mencionadas en el análisis, pero no calculadas.

Para los expertos, aun en fase preliminar, el estudio muestra “el potencial para crear sinergias en los ámbitos social, económico y medioambiental con el turismo sostenible” y, sobre todo, sirve de base para establecer “un diálogo reflexivo, integrado y sistémico que debería ser el punto de partida de una conversación profunda sobre el futuro de las Islas”.

Etiquetas
stats