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Más allá de las microalgas: los cambios en las costas isleñas por el calentamiento del mar

La costa de Gran Canaria bajo la calima.

Iván Alejandro Hernández

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Canarias está encadenando en agosto episodios de calor muy intensos, con la estación meteorológica de Tasarte de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) marcando la temperatura más alta de España: 45,1 grados este domingo. El mar que rodea las islas no ha sido ajeno y prueba de ello son las llamadas microalgas que han podido observarse en la playa de Las Canteras (Gran Canaria) o en Granadilla de Abona (Tenerife), pues las cianobacterias son organismos marinos que proliferan en la superficie cuando se dan temperaturas altas, ausencia de viento y la marea las arrastra a la cosa. Según el consejero de Transición Ecológica y Energía del Gobierno regional, Mariano Hernández Zapata, se prevén “cantidades ingentes” para esta semana, cuando seguirán activos los avisos por calor.

Estas cianobacterias, denominadas Trichodesmium erythreaum, son más usuales en zonas tropicales, como áreas de Australia o en la costa sureste de Estados Unidos, al igual que otras especies que ya frecuentan las costas de Canarias. “Este año tenemos una anomalía positiva de la temperatura de agua de mar y llegan especies tropicales a las costas de Canarias”, dice Ricardo Haorun, catedrático y doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

Pero más allá del aumento de registros usuales en agosto, Haorun recuerda que en las dos últimas décadas “ha habido un incremento paulatino de la temperatura del mar” que ha propiciado “una tropicalización de la flora y fauna marina de Canarias”. Como ejemplo, el también director del Instituto Universitario de Investigación en Acuicultura Sostenible y Ecosistemas Marinos (Ecoaqua) expone el Acanthurus tractus o pez cirujano y la Fula tropical o fula sargento, de aguas cálidas, que ya son habituales en las islas e incluso son capturadas por pescadores; sin embargo, también matiza que en su llegada pueden influir otros factores además del aumento de temperaturas como el tráfico marítimo o las plataformas petrolíferas.

El doctor en Ciencias del Mar por la Universidad de la ULPGC y también profesor de Biología, José Juan Castro, detalla que el calentamiento del mar implica una menor retención de oxígeno que limita más la vida. “Un ejemplo es la charca de Maspalomas: cuando llega el verano, mueren muchos peces porque el agua se calienta mucho, es decir, hay mucha materia orgánica que se descompone más rápido, se consume el oxígeno más rápido y los animales terminan muriendo”, ilustra Castro. En un espacio como el mar es difícil que se dé la misma dinámica, pero “hay zonas del planeta donde ocurre, sobre todo cerca del Golfo de Guinea, que son anóxicas, allí no hay vida o disminuye bastante”, añade.

Además, el calentamiento del agua también implica que el metabolismo de los peces se acelere. “A partir de cierto momento, las reacciones químicas decaen, las proteínas o enzimas comienzan a perder su capacidad química (...) por ejemplo, los peces y las algas, que no pueden controlar su temperatura y mantienen la misma que la del agua, consumen más cantidad de comida, crecen más rápido, pero también viven menos”, expone Castro.

Lo que sucede en algunos casos es que los peces migran a aguas más frías o profundas y, a su vez, llegan otras especies de zonas más tropicales, lo que deriva en una serie de “impactos ecológicos” asociados, indica Castro. La ciguatera, un tipo de intoxicación alimentaria producida por el consumo de pescado que contiene ciguatoxina que suelen provenir de “algas típicas de zonas más tropicales o cálidas”, es uno de esas consecuencias; en las Islas se han registrado unas 125 desde 2004.

Como ejemplo, cita la sardina de ley, que suele habitar aguas frías  y “puede terminar desapareciendo del mar isleño”, mientras que la Castañeta o fula negra, que es más típica de áreas cercanas a Cabo Verde, pueda expandirse también a Canarias o la decapterus macarellus, conocida como caballa de la familia de los chicharros, “que no existía en las islas hace 20 años y ahora es una pesquería interesante”.

Lo cierto es que el aumento de la temperatura del mar afecta a todas las especies. “Hay una especie de alga que lleva en Canarias más de 20 años y que progresivamente va desapareciendo. Puede ser que esto se deba a otros motivos diferentes al cambio climático, como cambios en la calidad del agua o la contaminación. Pero la temperatura es un factor global que está afectando. Hay especies de aguas más frías que acaban desapareciendo. Y especies de aguas cálidas que eran muy raras y empiezan a proliferar”, abunda Castro.

Los atunes, una de las especies más importantes para el sector pesquero de las islas, migran a Canarias cuando el agua es más cálida. “A medida que se propaga el calentamiento estacional que viene del Golfo de Guinea y llega hasta el cantábrico, los atunes aprovechan ese agua caliente para migrar hacia el norte. Cuando llega el otoño y el agua se empieza a enfriar, empiezan a migrar otra vez hacia el sur, siguiendo las isotermas de temperatura”, señala Castro.

Esto se debe, sobre todo, a los cambios estacionales habituales, cuando hay especies que tropicales que aparecen de forma masiva, como las microalgas, y luego desaparecen cuando vuelven a bajar las temperaturas. Pero cuando el calentamiento es gradual y progresivo, “se produce un cambio poblacional: hay especies que empiezan a desaparecer y aparecen otras, entonces el ecosistema cambia”.

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